Juan de Juni
(Joigny, Francia, 1506-Valladolid, España, 1577) es uno de los grandes
escultores renacentistas y manieristas de España. Se formó como escultor en
Francia, donde estudió a Claus Sluter, y en Italia, donde aprendió de Dell’Arca
y Miguel Ángel. Se instaló en España en 1535, primero en León y desde 1537 en
Valladolid. Entre sus obras más destacadas hay que citar Martirio de San Esteban (1538), Entierro de Cristo del
Museo Nacional Colegio de San Gregorio de Valladolid (1541-1544) y el retablo del Santo Entierro de la
catedral de Santa María de Segovia (1566-1571).
Juan de Juni: Entierro
de Cristo, 1541-1544.
Estilo: Renacimiento.
Técnica: Madera policromada.
Temática: Religiosa.
Museo Nacional Colegio de San Gregorio, Valladolid,
España.
Juan de Juni realizó el retablo de la
capilla funeraria del convento de San Francisco de Valladolid, demolido tras la
desamortización de Mendizábal de 1836. Lo hizo por encargo de fray Antonio de
Guevara, obispo de Mondoñedo. Del retablo solo se conserva el Entierro de Cristo.
El tema del entierro de Cristo apenas se
desarrollaba en España; sin embargo, sí era un tema corriente en la Borgoña
natal de Juan de Juni y en Italia, donde estudió a Dell’Arca y Miguel Ángel.
La composición es simétrica y cerrada,
organizada alrededor del cuerpo de Cristo muerto. De izquierda a derecha se
disponen los siguientes personajes: José de Arimatea, María Salomé, san Juan,
la Virgen María, María Magdalena y Nicodemo.
Cristo muerto descansa sobre un ataúd;
el frente del mismo está decorado con sendos escudos de fray Antonio de Guevara
en los extremos unidos con cintas a una tarjeta en la que se lee “Nos in
electis sepulchris nostris sepeli mortuum tuum”, es decir, “Elegimos la
sepultura para enterrar a nuestro difunto”. El cuerpo de Cristo aparece tendido
sobre el sudario, dispuesto de izquierda a derecha; la cabeza, sobre un cojín,
está ladeada hacia el lado del espectador; los ojos y boca aparecen cerrados;
el cuerpo ofrece una anatomía bien definida, se distingue la herida en el
costado derecho, el brazo derecho aparece estirado junto al costado y la mano
izquierda sobre el pecho; aparece cubierto en parte con el paño de pureza.
José de Arimatea aparece con una rodilla
apoyada en el suelo; las facciones están muy marcadas; su mirada se dirige al
espectador, al que hace llegar su dolor al apoyar la mano izquierda en la
cabeza de Cristo muerto y una espina en la mano derecha.
María Salomé aparece de pie; sobre el
antebrazo izquierdo y una tela descansa la corona de espinas de Cristo y con la
mano derecha sujeta un pañuelo con el que ha limpiado el cuerpo de Cristo
muerto; gira la cabeza hacia abajo para contemplar el cuerpo de Cristo.
San Juan aparece de rodillas; da la
espalda a Cristo muerto para dirigirse a la Virgen María y sujetarla y así evitar
su desfallecimiento; su musculatura está muy desarrollada y su cabello ofrece
un gran volumen.
La Virgen María, arrodillada, se inclina
hacia su hijo con los brazos abiertos, queriéndole abrazar; su gesto es de
dolor; la túnica azul nos indica que su amor es eterno y noble y la toca dorada
que le cubre la cabeza indica el triunfo de la Gloria de Cristo.
María Magdalena está de pie, con la
cabeza inclinada, la mirada fija en los pies de Cristo muerto; con la mano
izquierda sujeta el tarro de los perfumes y con la derecha un pañuelo con el
que ayudó a limpiar el cuerpo de Cristo.
Nicodemo tiene una rodilla en tierra;
con la mano derecha sujeta un paño con el que limpió el cuerpo de Cristo y con
la izquierda sujeta el ánfora de los ungüentos.
José de Arimatea y las mujeres aparecen
con la cabeza cubierta en todo o en parte.
El cabello y la barba de los personajes
masculinos se presentan largos y voluminosos.
El conjunto escultórico llama la
atención por su monumentalidad.
Juan de Juni realizó un acabado perfecto
donde se aprecian las texturas de los objetos y tejidos, que se aprecian
lujosos y ofrecen pliegues angulosos, las figuras rotundas de todos los
personajes, la perfecta anatomía de Cristo muerto, las expresiones dramáticas
de los personajes, con ojos enrojecidos y boca entreabierta, pensadas para
conmover al espectador, los juegos de luces y sombras y el policromado, desde
las encarnaciones a los estofados y esgrafiados.
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