Gregorio Fernández (Sarria, 1576-Valladolid, 1636) es el mejor
representante de la Escuela castellana de escultura barroca. Se formó como
escultor con Francisco de Rincón y Pompeo Leoni. Se instaló en Valladolid en
1605 atraído por su condición de capital de la Monarquía hispánica. Contó con clientes
poderosos y adinerados: Felipe III, el duque de Lerma, los condes de
Fuensaldaña, órdenes monásticas y cofradías de Semana Santa. En 1606 Madrid
recuperó la capitalidad, pero Gregorio Fernández decidió quedarse en Valladolid
y fundar un taller de escultura que atendiese un número creciente de encargos.
Sus obras son de temática religiosa destacando La Piedad con dos ladrones
(1616), Cristo atado a la columna
(1619) y Cristo yacente (1627).
Gregorio
Fernández: La Piedad con dos ladrones,
1616.
Estilo:
Barroco.
Técnica:
Madera policromada.
Temática:
Religiosa.
Dimensiones:
175 cm. de altura.
Museo
Nacional Colegio de San Gregorio, Valladolid, España.
La Piedad con dos ladrones –más conocida
como La Piedad– fue un encargo de la
Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias de Valladolid con el fin de
sustituir un paso procesional de papelón
del siglo XVI. El conjunto escultórico se completaba con las figuras de san
Juan Bautista y María Magdalena y los ladrones Dimas y Gestas crucificados. En
su ubicación en el Museo Nacional Colegio de San Gregorio no forman parte del
conjunto las figuras de san Juan y María Magdalena, que se conservan en la
iglesia de la cofradía de Nuestra Señora de las Angustias de Valladolid.
El conjunto
escultórico presenta una composición en pirámide asimétrica debido a que la
figura de Cristo dibuja una diagonal con respecto a la Virgen María. Puede ser
visto desde varios puntos de vista.
La Virgen María
acaba de recibir el cuerpo sin vida de su hijo tras el descendimiento de la
cruz; aparece sentada con el cuerpo de Cristo recostado en parte en su regazo;
viste un paño blanco que le cubre la cabeza, una túnica roja y un manto azul;
su expresión es de dolor, con la mirada hacia el cielo, la mano derecha
extendida buscando otra que le dé consuelo y con la izquierda sujeta el brazo
izquierdo de Cristo para evitar que caiga al suelo. Cristo aparece desnudo
sobre un lienzo que apenas le cubre; se aprecian las heridas de la pasión en
frente, manos, cuerpo, rodillas y pies.
La Piedad con dos ladrones es una de las
obras maestras de Gregorio Fernández y de la escultura barroca castellana.
El realismo y
el dramatismo se acusan por el empleo de postizos, los ojos son de vidrio.
El simbolismo
se manifiesta a través de los colores de la vestimenta de la Virgen María: el
azul simboliza su nobleza y eternidad, el blanco su pureza y el rojo que Cristo
sufrió la Pasión.
La influencia
flamenca se pone de manifiesto en los pliegues angulosos de las ropas de la
Virgen María y en el lienzo de Cristo. Es un tipo de pliegue que favorece los
contrastes lumínicos.
De la
policromía se encargó Marcelo Martínez y de los postizos Hervás García.
La Piedad con dos ladrones es una de las
esculturas más destacadas de Gregorio Fernández por reunir las características
que distinguen su obra de la de otros escultores y al Barroco castellano de
otras escuelas escultóricas: uso de madera tallada policromada, colores
sobrios, expresión dramática de las figuras, estudio anatómico de los cuerpos,
desnudo masculino, uso de postizos para reforzar el realismo de las figuras y ropajes
con pliegues muy marcados.
La Piedad con dos ladrones se ajusta al
programa doctrinal del Concilio de Trento (1545-1563) y la Contrarreforma
católica. Busca exaltar la fe y el sentimiento religioso en el espectador.
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