Juan de Flandes (¿?, 1465-Palencia, 1519) fue uno de los pintores más destacados del Renacimiento español. De origen flamenco, se formó en la Escuela de Brujas; sin embargo, desarrolló la mayor parte de su carrera artística en Castilla desde 1496, cuando la reina Isabel la Católica le nombró pintor de Corte. Entre sus obras destacan Retablo de Isabel la Católica (1496-1504), La resurrección de Lázaro (1510-1518) y La Crucifixión (1509-1519).
Juan
de Flandes pintó La Crucifixión como parte del retablo mayor de la
catedral de San Antolín de Palencia por encargo del obispo Juan Rodríguez de
Fonseca. Estuvo situada en la calle central del retablo entre las tablas Camino
del Calvario y Entierro de Cristo.
Atendiendo al sitio que iba a ocupar la tabla, Juan de Flandes optó por un formato de gran tamaño, disposición apaisada y con los elementos esenciales; además, eligió el momento en el que la mayoría de testigos de la crucifixión de Cristo marcharon y con él solo quedaron, de izquierda a derecha, san Juan, la Virgen María, María de Cleofás, María Salomé, María Magdalena, dos jinetes y un soldado, además de los personajes inanimados de la nube, el tarro de ungüentos, la calavera, el fémur y la cadera, piedras preciosas y Jerusalén al fondo.
El eje de la composición lo ocupa Cristo en la cruz. Su aspecto es siríaco, aparece con corona de espinas, clavado con tres clavos, lo que desequilibra las caderas teniendo como consecuencia que Cristo aparezca en contraposto, cabeza inclinada hacia el hombro derecho y de las manos, del costado derecho y de los pies mana sangre, la del costado alcanza el paño de pureza y continúa por el muslo de la pierna derecha. Sobre la cabeza de Cristo se extiende una filacteria en la que se lee INRI, abreviatura latina de Iesvs Nazarenvs Rex Ivdeaorvn, que se traduce por Jesús de Nazaret, Rey de los judíos.
La Virgen María aparece sentada sobre una piedra, vestida de verde y blanco, con rostro cubierto de lágrimas por la pérdida de su hijo. Junto a ella se reconocen el apóstol san Juan, María de Cleofás y María Salomé, mirando a la Virgen María con semblantes afectados, rostros cubiertos de lágrimas y manos en posición orante. Sin embargo, María Magdalena dirige su mirada a Cristo en la cruz. Los jinetes y el soldado, con armadura del siglo XVI y de espaldas al espectador, dirigen su mirada a Cristo en la cruz.
Los gestos, los colores y muchos de los elementos que componen la escena tienen un significado simbólico: las manos de María Cleofás y María Salomé, el poder de la oración; el blanco, la pureza; el verde, la esperanza; el azul, la nobleza de corazón; el rojo, la Pasión; y el dorado, la Gloria; el tarro de los ungüentos, el perdón de los pecados; el soldado el cumplimiento de las profecías; la calavera, el fémur y la cadera, el pecado capital de Adán y Eva; y las piedras preciosas, el Paraíso.
Juan de Flandes aprovechó el gran tamaño de las figuras para dotarlas de monumentalidad, volumen y pliegues marcados, además remarcó algunos contornos para subrayar el modelado de las figuras.
La luz entra por el lado izquierdo proyectando las sombras hacia la derecha.
Los colores tienen una tonalidad oscura en coherencia con los semblantes doloridos de los personajes que aparecen en la escena.
La Crucifixión fue trasladada a la Sala Capitular de la catedral de San Antolín de Palencia en 1559, don Manuel Arburúa la compró en 1944 para su colección particular y la constructora Ferrovial en 2005, año en el que la donó al Museo Nacional del Prado en concepto de pago de impuestos.
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