sábado, 16 de noviembre de 2024

In ictu oculi, de Valdés Leal

Juan Valdés Leal (Sevilla, 1622-1690) es uno de los pintores más destacados del Barroco español. Es posible que se formase como pintor en los talleres de Francisco Herrera el Viejo en Sevilla y de Antonio del Castillo en Córdoba. Ingresó en la Hermandad de la Caridad de Sevilla en 1667, donde conoció a su fundador y Hermano Mayor Miguel de Maraña, quien le encargó decorar el hospital de la Caridad de Sevilla; para su iglesia pintó In ictu oculi y Finis gloriae mundi (1670-1672), sus obras maestras.

Juan Valdés Leal: In ictu oculi, 1670-1672.
Estilo: Barroco.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Temática: Vanitas, bodegón de vanidades o bodegón moralizante.
Dimensiones: 220 x 216 cm.
Hospital de la Caridad, Sevilla, España.

  

Miguel de Maraña, fundador y Hermano Mayor de la Hermandad de la Caridad de Sevilla, encargó a Valdés Leal la ejecución de In ictu oculi para decorar la iglesia del hospital de la Caridad de Sevilla. Este lienzo hace pareja con Finis gloriae mundi, formando Los jeroglíficos de las postrimerías o Las postrimerías de la vida. Cumpliría la función de instruir a los miembros de la Hermandad con el fin de que salvasen sus almas tras su fallecimiento.

En In ictu oculi la muerte es la protagonista. Está representada por el esqueleto, que con la mano derecha apaga una vela, representación de la vida, con la izquierda sujeta una guadaña, que simboliza la muerte que siega la vida, y con el brazo izquierdo porta un ataúd, la última morada de las personas, sea cual sea su condición. Sobre la mano derecha se lee un mensaje en latín que dice “IN ICTV OCVLI”, es decir, “En un parpadeo”, o si se quiere “En un abrir y cerrar de ojos”, haciendo entender al espectador lo rápido que pasa la vida. 

En la mitad inferior del cuadro, en primer y segundo plano, se acumulan los objetos de una manera desordenada, todos con un mensaje simbólico evidente: los libros, el saber intelectual; la armadura, el poder militar; la mitra y otros objetos litúrgicos, el poder religioso; las joyas, la riqueza; la vela, la vida; y el pie del esqueleto sobre el globo terráqueo, el desengaño universal. 

In ictu oculi presenta una composición piramidal, facilitada por el hecho de que el lienzo culmina en arco de medio punto, siendo la mano derecha con la que apaga la vela la cúspide de la pirámide y la acumulación de objetos del primer plano su base.

Valdés Leal creó una atmósfera tenebrista para In ictu oculi con fuertes contrastes de luz y sombra entre las diferentes zonas del cuadro, lo que sirve para subrayar el mensaje moralizante que se quiere hacer llegar al espectador, el de que la muerte le puede llegar en cualquier momento.

La luz procede de un foco exterior situado a la izquierda del lienzo, que ilumina los objetos acumulados en la mitad inferior del mismo y la representación de la muerte; los objetos de color blanco reflejan una mayor cantidad de luz, mientras que los ocres la absorben. El fondo del cuadro queda en la oscuridad absoluta.

La paleta de colores es escasa, con el predominio del ocre, en tonalidades oscuras, el blanco, el negro y el rojo de manera aislada, pero llamativa.

El dibujo es nítido y la pincelada suelta.

Llama la atención el virtuosismo en la representación de los detalles y de las texturas de los objetos.

In ictu oculi, de Valdés Leal, debe su importancia artística por ser una de las vanitas o bodegón moralizante más representativa del Barroco español y que mejor expone los principios y valores contrarreformistas.

sábado, 9 de noviembre de 2024

San Lorenzo de Carboeiro

La iglesia de San Lorenzo de Carboeiro formó parte del monasterio homónimo. Se edificó en estilo románico tardío de transición al gótico con influencia cisterciense. Se desconoce qué arquitecto la edificó, pero se acepta que fue un borgoñón conocedor de la obra del maestro Mateo y de la catedral de Santiago de Compostela. El padre Yepes, historiador del monasterio de San Martín Pinario, da testimonio de la escritura de fundación del monasterio de San Lorenzo de Carboeiro en 936 por los condes Gonzalo Betótez y su esposa Teresa Ériz. Se acumularon una gran cantidad de reliquias para propiciar la llegada de peregrinos al monasterio. Siendo viuda Teresa Ériz pidió al rey Ramiro II de León (931-951) tomase bajo su protección el monasterio de San Lorenzo de Carboeiro, lo que abrió un largo periodo de prosperidad hasta el siglo XII. Bajo la dirección del abad Fernando (1162-1192) se inauguró la iglesia. El monasterio de San Lorenzo de Carboeiro pasó a ser un priorato dependiente del monasterio de San Martín Pinario hacia 1500. Con la desamortización de Mendizábal (1835) el monasterio de San Lorenzo de Carboeiro pasó a ser propiedad privada, cayendo, con el tiempo, en el abandono y la ruina. Entre 1974 y 2006 se realizaron varias restauraciones.

La iglesia monacal de San Lorenzo de Carboeiro se construyó a finales del siglo XII en estilo románico tardío de transición al gótico.

  

La iglesia del monasterio de San Lorenzo de Carboeiro presenta planta de cruz latina de tres naves de tres tramos, siendo la central de anchura doble a las laterales y de las mismas dimensiones que la nave transversal, que sobresale un tramo en cada extremo con respecto de las naves laterales; las naves aparecen separadas por pilares cuadrados con tres columnas adosadas; cada tramo de las naves están reforzados con contrafuertes; en los extremos de la nave de crucero se abren dos capillas semicirculares de pequeño tamaño; la cabecera cuenta con girola de cinco tramos trapezoidales y tres ábsides semicirculares; bajo la cabecera se encuentra la cripta, que reproduce la misma planta que la cabecera de la iglesia.

La planta de la iglesia monacal de San Lorenzo de Carboeiro es de cruz latina de tres naves, nave de crucero y cabera con girola y tres ábsides semicirculares.

  

La fachada principal o de poniente presenta un contrafuerte en el lado meridional y una torre en el septentrional. La calle central está dividida en dos cuerpos por un alero sobre canecillos; en el cuerpo inferior se cuentan cinco peldaños, sobre los que descansa la  puerta de acceso, de cuatro arquivoltas, tres decoradas con motivos vegetales y una con veintitrés ancianos músicos, faltado uno, sentados en un banco corrido, vistiendo túnica y corona; las arquivoltas descansaban sobre columnas, de las que solo quedan los basamentos y los cimacios, decorados con motivos vegetales; la puerta cuenta con una chambrana con palmetas; el tímpano descansa sobre dos mochetas, la norte aparece muy desgastada y en la meridional se ve un ángel portando una filacteria; el tímpano cuenta con relieves en los que se reconocen un hombre y un león, símbolos de san Mateo y san Marcos, faltando el buey y el águila, símbolos de san Lucas y san Juan, que se encuentran en el Museo Marés de Barcelona; en el cuerpo superior se abre un rosetón. Las calles laterales son de menor altura por corresponderse con las naves laterales de la iglesia; cuentan con un arco de medio punto ciego y rosetones.


La fachada principal de la iglesia monacal de San Lorenzo de Carboeiro presenta tímpano y arquivoltas decorados con relieves figurados y vegetales.

  

La puerta meridional se encuentra en el primer tramo de la nave longitudinal; ofrece arco de medio punto con dos arquivoltas, que descansaban sobre dos pares de columnas, que se han perdido; el tímpano, sobre dos mochetas, ha perdido la decoración, la primera arquivolta ofrece decoración historiada y la segunda y la chambrana decoración vegetal.


La puerta sur de la iglesia monacal de San Lorenzo de Carboeiro es de medio punto con dos arquivoltas.

  

La iglesia monacal de San Lorenzo de Carboeiro cuenta con dos accesos en su fachada septentrional, uno en el segundo tramo de la nave lateral y otro en el crucero. La puerta de la nave lateral presenta un arco de medio punto sobre mochetas y arquivolta, que descansaba sobre dos columnas, hoy desaparecidas; la puerta del crucero está flanqueada por sendos contrafuertes, se abre en arco de medio punto, el tímpano es liso y descansa sobre mochetas, cuenta con una arquivolta, que descansaba sobre columnas, que se han perdido.

La cabecera de la iglesia monacal de San Lorenzo de Carboeiro presenta dos niveles; el inferior corresponde a la cripta y el superior a la iglesia. La cripta ofrece al exterior un muro semicircular con tres vanos de medio punto alargados y estrechos. La iglesia presenta tres ábsides semicirculares y entre el crucero y los ábsides laterales sendas torres; los ábsides están divididos en tres lienzos por dos contrafuertes; cada lienzo cuenta con una seatera de doble derrame.


La cabecera de la iglesia monacal de San Lorenzo de Carboeiro presenta dos cuerpos, la cripta en el inferior y la iglesia en el superior, este exhibe tres ábsides semicirculares.

  

La nave central supera en altura a las laterales y aparece cubierta con bóveda de cañón reforzada con arcos fajones, que descansan sobre ménsulas, el crucero y las naves laterales están cubiertos con bóvedas de arista nervadas y la capilla mayor, ábsides y absidiolos del crucero por bóvedas de horno nervadas.

A la capilla se accede al cruzar un arco de triunfo de medio punto y a los ábsides bajo arcos apuntados y peraltados.

En los primeros tramos de la girola se abren sendas puertas adinteladas, que permiten el acceso a las escaleras de caracol, que comunican con las torres y la cripta; la puerta septentrional presenta un tímpano con cruz patada, con alfa y omega invertidas; la puerta meridional cuenta con un tímpano decorado con siete arquitos de herradura y un círculo con una estrella de seis radios.


El interior de la iglesia monacal de San Lorenzo de Carboeiro se ilumina gracias a los vanos abiertos en los muros de la nave central, de las laterales, rosetones del crucero y vanos de la capilla mayor y ábsides.

  

Las cubiertas exteriores son a dos aguas las de la nave central y crucero y a una vertiente las de las naves laterales, capilla mayor y ábsides.

La decoración es de carácter escultórico; en el exterior se localiza en las portadas, rosetones y canecillos y en el interior en los capiteles de las columnas; son de carácter historiado y vegetal al exterior y geométrico, historiado y vegetal en el interior.


El tímpano de puerta de acceso a la torre norte está decorado con una cruz patada y las letras alfa y omega invertidas.

  

También decoran el interior de la iglesia monacal de San Lorenzo de Carboeiro marcas de cantero, que son abundantes, y la lápida fundacional, situada cerca del crucero, que dice: “E : I : CC : VIIII : K(A)L(ENDAS) : I(V)L(IAS) : HOC TEMPLVM FVNDAVIT ABBAS : FERNANDVS : CV(M) : SVORVM : CATERVA : MONACORVM”, que se traduce por “En las calendas de julio de la era 1209 (1171 de la era cristiana), el abad Fernando fundó este templo con multitud de monjes”.

sábado, 26 de octubre de 2024

La maja desnuda, de Goya

Francisco de Goya (Fuendetodos, 1746-Burdeos, 1828) se formó como pintor en el taller de José Luzán (1760-1761), en la Real Academia de Bellas de San Fernando (1763-1766), en Roma (1770-1771) y con Francisco Bayeu a su regreso a España. Destacó como cartonista, grabador y pintor; como cartonista en la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara (1775-1792); como grabador con sus series Los Caprichos (1799), Los Desastres de la Guerra (1815), La Tauromaquia (1816), Los Disparates o Proverbios (1820-1823) y Los toros de Burdeos (1825); y como pintor desarrolló los más diversos géneros: religioso con los  Frescos de la iglesia de San Antonio de la Florida (1789), histórico con El dos de mayo de 1808 en Madrid y El tres de mayo de 1808 en Madrid, ambos de 1814, y el retrato con Los duques de Osuna y sus hijos (1788), La duquesa de Alba (1795), La maja desnuda (1795-1800), La condesa de Chinchón (1800), La familia de Carlos IV (1800-1801) y La maja vestida (1800-1805). Entre su producción más singular se cuentan las Pinturas Negras de la Quinta del Sordo en Madrid (1800-1823). Fue nombrado pintor del rey en 1786, pintor de cámara en 1789 y primer pintor de cámara en 1799.

Francisco de Goya: La maja desnuda, 1795-1800.
Estilo: Romanticismo.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Temática: Retrato.
Dimensiones: 97 x 191 cm.
Museo Nacional del Prado, Madrid, España.

  

Apenas había retratos de mujeres desnudas en la pintura española debido a la prevalencia de los principios contrarreformistas y la influencia de la Iglesia. Los desnudos femeninos eran los de la diosa Venus acompañada por Cupido, caso de Venus del espejo (1647-1651), de Velázquez. Por ello, La maja desnuda es un cuadro revolucionario: se trata del primer desnudo femenino de una mujer real en la pintura española. Goya siguió la tipología de la diosa Venus tendida sobre un lecho, pero prescindiendo de Cupido.

Goya retrató a una mujer segura de su belleza, que mira de frente al espectador. Aparece recostada sobre un canapé de color verde oscuro, descansando sobre unos grandes almohadones enfundados en una tela blanca, igual que la colcha que cubre la parte inferior del canapé; el desnudo es integral, con una silueta bien definida y muy femenina, los brazos están abiertos, las manos se enlazan detrás de la cabeza, las piernas aparecen apenas flexionadas; el vello púbico es discreto para ser la primera vez que se representa en un desnudo de mujer; el cabello es negro y está peinado a la moda de finales del siglo XVIII. El fondo del cuadro es neutro, pero ofrece distintas tonalidades.

La paleta de colores es escasa: blanco para las fundas de almohadones y colcha, verde para el canapé, marrón para el fondo, encarnado para la piel de la mujer, rosado en las mejillas y negro para ojos, cabello y vello púbico.

El foco de luz es exterior y se encuentra en la parte superior izquierda, lo cual explica que las sombras se proyecten hacia el lado derecho del lienzo. El cuerpo de la mujer recibe la mayor cantidad de luz, apareciendo oscuro otras partes del cuadro.

El dibujo define de manera nítida la silueta de la mujer.

La maja desnuda le sirvió a Manet de inspiración para pintar Olympia (1863).

Se ha especulado sobre la identidad de la mujer que Goya retrató en La maja desnuda. Se ha apuntado dos posibilidades: doña María Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez, XIII duquesa de Alba, y Pepita Tudó, primero amante y luego esposa de Manuel Godoy, valido de Carlos IV. El hecho de que La maja desnuda y su pareja La maja vestida, pintada años más tarde por encargo de Manuel Godoy, formasen parte de su colección privada confirmaría que la mujer retratada en ambos cuadros es Pepita Tudó.

La maja desnuda primero formó parte de la colección privada de Manuel Godoy. Durante la Guerra de la Independencia (1808-1814) se mantuvo en depósito en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. La Santa Inquisición reclamó La maja desnuda, junto a La maja vestida, por considerarlas “pinturas obscenas”, y juzgó a Goya, absolviéndole por la influencia que ejercicio el cardenal Luis María de Borbón y Villabriga, pero los cuadros quedaron bajo custodia de la Santa Inquisición. En 1836 quedó en depósito en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Desde 1901 se exhibe en el Museo Nacional del Prado.

sábado, 19 de octubre de 2024

Portada occidental de la iglesia de Santa María Magdalena de Tudela

La portada occidental de la iglesia de Santa María Magdalena de Tudela es el elemento más destacado de la iglesia por su decoración escultórica. Es de estilo románico, habiéndose realizado durante la segunda mitad del siglo XII y principios del siglo XIII.

Portada occidental de la iglesia de Santa María Magdalena de Tudela, segunda mitad del siglo XII-principios del siglo XIII.
Estilo: Románico.
Técnica: Piedra labrada.
Temática: Religiosa.
Iglesia de Santa María Magdalena, Tudela, España.

  

La portada occidental de la iglesia de Santa María Magdalena de Tudela está formada por cuatro arquivoltas de medio punto abocinadas, que descansan sobre una línea de imposta y otras tantas columnas acodilladas, elevadas sobre un pedestal y basa; el fuste es liso y los capiteles están decorados con esculturas, igual que el tímpano, las arquivoltas, el guardapolvo y los canecillos, que soportan el tejaroz.

Los capiteles de las columnas están muy desgastados, pero se reconocen motivos vegetales y figurativos, como la escena de las tentaciones de Cristo.

Las mochetas que sostienen el tímpano están decoradas con escenas de la resurrección de los muertos.

El tímpano recibe el tema principal y las figuras son de mayor tamaño. Se reconoce el Pantocrátor dentro de una mandorla tetralobulada, sentado en el trono celestial, bendiciendo con la mano derecha y sosteniendo el libro de las Escrituras sobre la pierna izquierda y sujetándolo con la mano; rodeando al Pantocrátor aparece el tetramorfos, representación simbólica de los cuatro evangelistas, abajo a la izquierda el león representando a san Marcos, arriba a la izquierda el hombre simbolizando a san Mateo, arriba a la derecha el águila simbolizando a san Juan y abajo a la derecha el buey representando a san Lucas; además, a la izquierda se reconoce a la Virgen María y a la derecha a santa María Magdalena junto al sepulcro de Cristo.

El tímpano de la portada occidental de la iglesia de Santa María Magdalena de Tudela está ocupado por el Pantocrátor, el tetramorfos, la Virgen María y santa María Magdalena junto al santo sepulcro.

  

La arquivolta interior está compuesta por 15 dovelas; doce están decoradas por los apóstoles en posición sedente, además se distinguen las escenas de la Anunciación con las imágenes de la Virgen María, el arcángel san Gabriel y el Espíritu Santo.

La segunda arquivolta está formada por 15 dovelas decoradas con motivos vegetales y zoomórficos. La dovela central aparece desgastada.

La tercera arquivolta cuenta con 19 dovelas en las que se repite el mismo motivo decorativo, un ciervo.

La arquivolta exterior está formada por 22 dovelas decoradas con el mismo motivo vegetal.

Los relieves que decoran las arquivoltas tienen disposición radial y los que aparecen en cada arquivolta son del mismo tamaño en función del tamaño de cada dovela.

El guardapolvo cuenta con 23 dovelas donde se alternan motivos geométricos y zoomórficos.

Se cuentan once canecillos sosteniendo el tejaroz; aparecen decorados con personajes de diversa índole, reconociéndose a un escultor por la maza y le cincel, un músico con una flauta doble, un campesino con un cuchillo de podar, un comerciante con una bolsa con dinero y un demonio sujetándose el rabo con una mano.

Los aspectos formales se ajustan al programa iconográfico, siendo de mayor tamaño la figura del Pantocrátor, después las que componen el tetramorfos, a continuación las de la Virgen María y santa María Magdalena y, por último, las que decoran los capiteles, mochetas que sostienen el tímpano y las dovelas de las arquivoltas.

sábado, 5 de octubre de 2024

El gran masturbador, de Dalí

Salvador Dalí (Figueras, 1904-1989) es el pintor surrealista más destacado e influyente. De su etapa surrealista (1929-1948) son algunos de sus cuadros más representativos, caso de El gran masturbador (1929), La persistencia de la memoria (1931), Construcción blanda con judías hervidas. Premoniciones de la Guerra Civil (1936) y Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes de despertar (1944).

Salvador Dalí: El gran masturbador, 1929.
Estilo: Surrealismo.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Temática: Retrato.
Dimensiones: 110 x 150 cm.
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid, España.

  

Dalí se decide a pintar El gran masturbador después de conocer a Gala, quien fue su pareja y fuente de inspiración. Dalí y Gala conversaron de los miedos íntimos, la sexualidad, la infancia, los sueños y de otros temas propios del surrealismo. Además, Gala despertó en Dalí una pasión erótica muy particular.

El tema central del cuadro es un autorretrato de Dalí en coherencia con el título original del cuadro El rostro del gran masturbador, dado que Dalí practicaba el onanismo con asiduidad. Dalí entendía que la masturbación era la única práctica sexual pura.

La escena se desarrolla en un escenario desolado con una línea del horizonte muy baja, que separa playa y cielo. La cabeza de Dalí ocupa el centro del lienzo, de perfil, en un equilibrio imposible dado que se apoya en el suelo con la punta de la nariz; hacia la derecha la cabeza de Dalí se transforma en la cabeza de Gala que se dirige hacia los genitales de un varón, que se muestra de cintura hacia abajo y viste unos calzoncillos muy ceñidos, que permite mostrar la forma de los genitales; otros elementos completan la escena: delante de la boca de Dalí se reconoce un saltamontes con el vientre poblado de hormigas, en la cabeza de Dalí un anzuelo, plumas de colores, piedras, conchas de moluscos, la cabeza de un león, un lirio y sobre la playa un hombre abrazando una roca y otro caminando solitario.

Todos los elementos que componen la escena obedecen a una simbología muy estudiada, que guarda relación con el método paranoico-crítico del psicoanálisis freudiano; a saber, el saltamontes representa el terror, las hormigas la muerte, el anzuelo las ataduras familiares, las piedras y las conchas de moluscos el pasado, la cabeza de león el deseo sexual, el lirio la pureza, la lengua del león y el pistilo de la flor el falo y las figuras aisladas la soledad.

La composición es estática, pero el autorretrato de Dalí se muestra inestable al tener la nariz como único punto de apoyo en el suelo. La disposición de las figuras lleva la atención del espectador hacia la izquierda, de tal manera que la lectura de la escena hay que hacerla de izquierda a derecha, desde el rostro de Dalí hasta el de Gala, que se dispone a realizar una felación.

El dibujo es nítido y sirve para definir de manera realista cada una de las figuras.

La paleta de colores combina de manera equilibrada tonos fríos y cálidos, todos brillantes.

La luz es irreal y fría y entra en el cuadro desde un foco exterior situado en la parte superior derecha. Los contrastes entre luces y sombras son muy acusados.

El gran masturbador es una de las obras más representativas de Dalí y del surrealismo por la temática que desarrollo, que nos acerca a la intimidad del pintor, por enfrentar dos actos contrapuestos, la vida y la muerte, por manifestar el mundo onírico de una manera realista y por la abundancia de elementos simbólicos que se reconocen.

sábado, 28 de septiembre de 2024

Santa María de Palazuelos

La iglesia de Santa María de Palazuelos se construyó entre 1216 y 1254 como parte del monasterio homónimo desaparecido, distinguiéndose elementos románicos y góticos cistercienses. El rey Alfonso VIII de Castilla entregó la villa de Palazuelos y sus tierras a Alfonso Téllez de Meneses por su participación destacada en la batalla de Las Navas de Tolosa en 1212; este a su vez cedió las posesiones al convento cisterciense de San Andrés de Valvení con la condición de que se trasladase a Palazuelos. El altar mayor se consagró en 1226 como se indica en una inscripción en latín que dice: “HOC ALTARE EST CONSTRVCTVM IN HONORE BEATE VIRGINIA MARIE SV ERA M CC LXIII”, que se traduce por “Este altar se ha levantado en honor de santa María Virgen en la era de 1264”, refiriéndose a la era hispánica o visigoda, que presenta un desajuste de 38 años con la era cristiana. El monasterio de Santa María de Palazuelos llegó a ser cabeza de la orden del Císter en Castilla, lo que no impidió que desde el siglo XIV conociese una progresiva decadencia. En el tercer tercio del siglo XVI se derrumbaron los tres últimos tramos de la iglesia; el arquitecto Juan de Nantes llevó a cabo una reconstrucción en estilo renacentista. Los sucesos que significaron el declive definitivo y desaparición del monasterio fueron el incendio que provocaron las tropas francesas en 1808, durante la Guerra de Independencia, y la desamortización de Mendizábal de 1835, quedando en pie la iglesia, que siguió prestando culto. La iglesia de Santa María de Palazuelos fue declarada Bien Histórico Artístico en 1931. Su restauración se inició en 2012 por iniciativa del Ayuntamiento y de la asociación Amigos de Palazuelos.

Del monasterio de Santa María de Palazuelos, edificado en el siglo XIII en estilo románico cisterciense, solo queda la iglesia, de la que destaca el ábside central por su gran desarrollo.

  

La iglesia de Santa María de Palazuelos presenta una planta basilical de tres naves de cuatro tramos, de mayor desarrollo el más cercano al crucero, este no sobresale del muro perimetral, y cabecera de tres ábsides, siendo el central poligonal y de mayor desarrollo que los laterales semicirculares, con un tramo recto a modo de presbiterio; además, aparecen adosadas a ambos del crucero y de los ábsides diversas capillas. Los elementos sustentantes son pilares con columnas adosadas.

La planta de la iglesia de Santa María de Palazuelos es basilical de tres naves con crucero y tres ábsides.

  

La parte más llamativa del exterior de la iglesia de Santa María de Palazuelos es la cabecera, compuesta por tres ábsides, el central de mayor desarrollo que los laterales y con una sacristía pentagonal adosada. El ábside central presenta siete contrafuertes y otros tantos tramos, los extremos lisos, mientras en los centrales y en los ábsides laterales se abren vanos de medio punto abocinados, estos últimos cegados.

En el muro septentrional de la iglesia de Santa María de Palazuelos se abre el único acceso al templo, el que realizó Juan de Nantes a finales del siglo XVI, de líneas adinteladas y con un frontón triangular. Las otras portadas de la iglesia aparecen cegadas.

El crucero de la iglesia de Santa María de Palazuelos se soporta sobre grandes pilares con columnas adosadas. El ábside está cubierto por una bóveda nervada.

  

La iglesia de Santa María de Palazuelos ofrece cubiertas diferentes en el interior y al exterior. El ábside central aparece cubierto con una bóveda nervada, los laterales con bóvedas de horno y los tramos rectos de los tres con bóvedas de crucería, el espacio central del crucero está cubierto con una bóveda de crucería y los laterales con bóvedas de cañón apuntado, la cubierta de las naves es de madera y las sacristías aparecen cubiertas con bóvedas de crucería tetrapartita. Al exterior se reconoce cada espacio por presentar distinta altura y cubrición: la nave central, los extremos del crucero, el tramo recto de la cabecera y la capilla meridional a dos aguas, las naves laterales y las capillas septentrionales a una vertiente y los ábsides a cinco aguas.

Los elementos decorativos que adornan la iglesia de Santa María de Palazuelos son escasos. En el interior, los capiteles presentan motivos vegetales estilizados, zoomórficos y antropomórficos; además, en los muros laterales de la capilla mayor aparecen frescos con el escudo de armas de Carlos V. El exterior es sobrio, sin embargo, los capiteles presentan motivos vegetales de gran desarrollo y zoomórficos, por el contrario, los canecillos que soportan los aleros son lisos.


Algunos de los capiteles exteriores de los vanos del ábside central de la iglesia de Santa María de Palazuelos están decorados con cabezas humanas entre hojarasca.

  

La espadaña de la iglesia de Santa María de Palazuelos no es la original, que se hundió a finales del siglo XVI. La actual se levantó entonces sobre el hastial de los pies del templo; presenta tres cuerpos decrecientes, el inferior con dos vanos, el intermedio con uno y el superior es un frontón triangular liso.

La iglesia de Santa María de Palazuelos debe su importancia a ser uno de los ejemplos más destacados de la arquitectura cisterciense en España.

sábado, 21 de septiembre de 2024

Museo Catedralicio de Burgos

El Museo Catedralicio de Burgos se inauguró en 1929, siendo arzobispo de Burgos don Manuel de Castro Alonso, y se reabrió restaurado en 2001, siendo arzobispo don Santiago Martínez Acebes. Ocupa el claustro de la santa iglesia catedral basílica metropolitana de Santa María, levantado a caballo entre los siglos XIII y XIV.

Diego de la Cruz pintó el tríptico Adoración de los Magos hacia 1495. Es una de las pinturas hispanoflamencas más valoradas de las que se conservan en el Museo Catedralicio de Burgos.

  

Destacan las colecciones de pintura, orfebrería y tapices.

Entre las pinturas hay que mencionar las de los maestros hispanoflamencos de finales del siglo XV y principios del XVI. Llama la atención el tríptico Adoración de los Magos (hacia 1495), de Diego de la Cruz; la tabla Pentecostés, de Pedro de Campaña (hacia 1556); el lienzo Imposición de la casulla a san Ildefonso, de Juan Carreño de Mirando (hacia 1670); y los más de cien retratos de los obispos de Oca y Burgos, destacando los realizados por Diego de Leyva y el de Mateo Cerezo durante el siglo XVII.

 La colección de orfebrería es de gran valor por reunir piezas desde el siglo XI al XX, desde cruces a cálices. Hay que mencionar las estatuillas-relicarios realizadas por Juan García de Frías durante el tercer cuarto del siglo XV, la cruz procesional episcopal de Juan de Horna, de la primera mitad del siglo  XVI convertida en arzobispal por Juan de Arfe a finales de siglo, el servicio litúrgico de la capilla del Condestable con piezas de los siglos del XIV al XVI y custodia procesional de Félix Granda, del primer tercio del siglo XX.

 De los tapices que adornan el Museo Catedralicio de Burgos hay que citar las series Resurrección de Jesucristo, Historia de David, Virtudes teologales y cardinales y Génesis, todas del siglo XVI.

 También se exponen restos escultóricos de la desaparecida catedral románica de Burgos y varios manuscritos y códices, destacando la Biblia visigótica de Cardeña (914) y la carta de arras del Cid (1074).

La tabla Pentecostés es obra de Pedro de Campaña, pintor flamenco que desarrolló su carrera como pintor renacentista en Castilla. La obra se debió realizar hacia 1556.

sábado, 15 de junio de 2024

Antonio de Pereda

Antonio de Pereda (Valladolid, 1611-Madrid, 1678) fue un pintor barroco español. De niño se trasladó a Madrid tras quedar huérfano. Se formó en el taller de Pedro de las Cuevas. Estudió a Vicente Carducho. Estuvo protegido por el noble italiano Giovanni Battista Crescenzi, quien le acercó al naturalismo y a la pintura veneciana y le abrió la posibilidad de trabajar en la decoración del Palacio del Buen Retiro de Madrid. A la muerte de Crescenzi se le negó la posibilidad de trabajar para la Corona. Desde entonces su principales clientes fueron la Iglesia y la nobleza. Entre sus obras más destacadas hay que citar San Jerónimo penitente (1643) y El sueño del caballero (1650). 

La obra de Antonio de Pereda se caracteriza por:

  • Presentar un estilo ecléctico, combinación del detallismo flamenco y del naturalismo, luz y color de la escuela veneciana.
  • Desarrollar cuatro temáticas: histórica, religiosa, bodegón y vanitas o bodegón moralizante.
  • Las obras de mayor calidad son las de formato menor y composición sencilla y equilibrada, con tendencia a la simetría, con pocas figuras.
  • Valerse del color para reforzar las emociones.
  • En la mayor parte de su producción utilizó la técnica del óleo sobre lienzo, pero también la aguada para los dibujos. 

La carrera artística de Antonio de Pereda pasó por las etapas siguientes:

  • Formación, de 1622 a 1634.
  • Pintor de la Corte, de 1634 a 1635.
  • Pintor independiente, de 1635 a 1678. 

La etapa de formación (1622-1634) la desarrolló en Madrid, después de quedar huérfano y demostrar interés por la pintura. Su tío Andrés Carreño lo llevó al taller de Pedro de las Cuevas, maestro de pintores tan importantes como Carreño de Miranda y Francisco Camilo. Estuvo protegido por Francisco Tejada, oidor del Consejo Real, y Giovanni Batista Crescenzi, noble italiano, coleccionista de pintura y bien relacionado con la Corona y la Iglesia. De esta etapa destaca Inmaculada Concepción, obra realizada para el cardenal Crescenzi. 

Durante la etapa como pintor de la Corte (1634-1635) participó en la decoración del Palacio del Buen Retiro de Madrid. Fue Giovanni Batista Crescenzi quien le facilitó esa posibilidad gracias a sus contactos con la Corona. Pintó Socorro a Génova por el II marqués de Santa Cruz (1634) y El rey godo Agila (1635), ambos de temática histórica. 

El lienzo Socorro a Génova por el II marqués de Santa Cruz decoró el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro de Madrid. Recoge el momento en el que el dux de la República de Génova recibe a las puertas de su ciudad a don Álvaro de Bazán, almirante de la flota de la Monarquía Hispánica, que llegó a Génova para levantar el asedio al que le sometían las tropas francesas y saboyanas, que se resolvió con la victoria española en 1625. El II marqués de Santa Cruz ocupa el centro del primer plano, estando el dux de Génova a la izquierda en actitud de agradecimiento. El resto de personajes, militares, soldados y un niño completan la escena disponiéndose en varios planos alrededor de las figuras principales. El cuadro parece una galería de retratos oficiales. Se aprecia un detallismo muy depurado en la reproducción de las texturas de los trajes y armaduras. A través de un gran vano se observa un momento de la batalla por la liberación de Génova, lo que sirve para dar profundidad al cuadro.

Socorro de Génova por el II marqués de Santa Cruz (1634) es un cuadro de temática histórica. Se aprecia dos de las características de la pintura de Antonio de Pereda, el detallismo flamenco y el colorido y la luz de la escuela veneciana.

  

El cuadro El rey godo Agila formó parte de una serie inacabada de los reyes godos de autoría colectiva en la que entre otros participaron Vicente Carducho. Agila aparece vestido como jefe del ejército visigodo. 

La etapa como pintor independiente (1635-1678) se inició tras la muerte de su protector Giovanni Batista Crescenzi, hecho que se tradujo en dejar de pintar para la Corte, pues el conde-duque de Olivares le negó tal posibilidad. Desde ese momento, su principal cliente fue la Iglesia, siendo la mayor parte de su producción de temática religiosa, aunque también realizó bodegones y vanitas. Sus mejores obras las realizó alrededor de 1650. 

Antonio de Pereda sobresalió como pintor de cuadros de temática religiosa, debido a que su principal cliente fue la Iglesia y la preponderancia de los principios y valores contrarreformistas. Entre sus obras de temática religiosa hay que citar La Inmaculada Concepción (1636), Cristo, Varón de Dolores (1641), San Jerónimo (1643), San Pedro liberado por un ángel (1643) y San Alberto de Sicilia (hacia 1670). 

La Inmaculada Concepción fue su primera gran obra de contenido religioso. La Virgen María ocupa el centro de la composición; muestra una belleza contenida en un gesto amable y reflexivo, con las manos en actitud orante y mirada baja; dos ángeles se disponen a coronarla; el Espíritu Santo aparece sobre la corona; alrededor se reconocen una multitud de cabezas de querubines. Pereda introdujo como novedad un cromatismo diferente en la vestimenta de la Virgen María, sustituyendo el blanco de la túnica por el violeta en diferentes tonalidades.

La Inmaculada Concepción (1636) fue la primera gran obra de temática religiosa de Antonio de Pereda. Llama la atención por el cromatismo original de la túnica de la Virgen María.

  

Cristo, Varón de Dolores se caracteriza por el detallismo, que sirve para subrayar el dramatismo de la escena. Cristo aparece abrazado al tronco de un árbol, demacrado, dirigiendo la mirada al cielo, con corona de espinas, la soga y manto púrpura.

Antonio de Pereda en Cristo, Varón de Dolores (1641) muestra su capacidad para reproducir los detalles como se aprecia en el tronco del árbol.

  

San Jerónimo es la obra de temática religiosa más valorada de Antonio de Pereda. Muestra al santo dirigiendo la mirada al cielo tras haber escuchado la trompeta que anuncia su muerte y le convoca al Juicio Final, mientras con la mano izquierda sujeta un crucifijo de madera; completan la escena un libro abierto que deja ver la escena del Juicio Final, un cálamo en un tintero y una calavera sobre un libro cerrado. El eje compositivo es la diagonal que dibuja el cuerpo de san Jerónimo. Las calidades y el detallismo se aprecian en el estudio anatómico del cuerpo y barba envejecidos del santo y los objetos que lo acompañan. Este cuadro reúne dos géneros, el religioso y la vanitas, con el fin de exacerbar la fe del creyente y hacerle reflexionar sobre la fugacidad de los bienes terrenales.


San Jerónimo (1643) es la obra de temática religiosa más valorada de Antonio de Pereda por su detallismo y virtuosismo en la reproducción de las texturas.

  

Antonio de Pereda en San Pedro liberado por un ángel elige el momento en el que un ángel le indica al santo la salida del cautiverio después de haberle liberado de las cadenas. La potencia expresiva de la escena se centra en el rostro y manos de san Pedro y en el contraste entre el rostro envejecido del apóstol y el juvenil del ángel. 

San Pedro liberado por un ángel (1643) es uno de los cuadros más expresivos de Antonio de Pereda, en el que contrastan la vejez de san Pedro y la juventud del ángel.

  

San Alberto de Sicilia es un cuadro que busca exaltar la fe del creyente. Para ello, Antonio de Pereda retrató al santo en éxtasis, con la mirada puesta en el crucifijo que sostiene con la mano derecha, con la mano izquierda sujeta el hábito. La paleta de colores es tan sobria como la escena, se reduce al blanco y al marrón del hábito del santo carmelita y del crucifijo y al negro del fondo.

San Alberto de Sicilia (hacia 1670) es un cuadro sobrio por su composición, que llama a centrar la atención en el rostro del santo, que comunica una intensa fe en el Señor.

 

Otros cuadros de temática religiosa de gran valor son Piedad (1640), Adoración de los Reyes (1654), La Trinidad (1659) y San Francisco de Asís en la Porciúncula (1664). 

Antonio de Pereda también destacó como pintor de bodegones, que se caracterizan por una paleta de colores sobria, con predominio de los tonos ocres y terrosos, con una iluminación apagada y variedad de objetos, que se agolpan en primer plano delante de un fondo neutro. Hay que citar Bodegón con nueces (1634), Bodegón de cocina, Bodegón con caza y fruta, Bodegón de frutas y Bodegón de legumbres, los cuatro de 1651, Bodegón del reloj y Bodegón con papelera de ébano, ambos de 1652.

Antonio de Pereda realizó gran cantidad de bodegones a mediados del siglo XVI, siendo uno de ellos Bodegón con caza y fruta (1651). 

 

Antonio de Pereda ganó celebridad por sus cuadros de vanitas o bodegones moralizantes, alegorías con las que se pretende hacer ver la fugacidad de a vida y de las glorias mundanas. Hay que citar Alegoría de la vanidad (1635) y El sueño del caballero (1650).

Antonio de Pereda recuerda al espectador de Alegoría de la vanidad que hasta el poder que tuvo el emperador Carlos V fue pasajero, igual que el de Octavio Augusto.

  

En Alegoría de la vanidad aparecen dos mesas en primer plano y un ángel al fondo. Las mesas aparecen cubiertas de objetos; en la mesa de la izquierda se observan varios cráneos, una armadura, un mosquete, libros, un reloj de arena, naipes y un candelabro con una vela con la llama extinguida, y en la mesa de la derecha un medallón, donde se lee la inscripción “Divus Augustus dictator”, es decir, “El Dios Augusto es dictador”, monedas de oro y plata, un reloj en forma de torre, un collar de perlas, pequeños cuadros de retratos de diferentes personas y una esfera del mundo; el ángel mira hacia el espectador, aunque la mirada parece perdida, con la mano derecha señala el globo terráqueo y con la izquierda sostiene un camafeo con la efigie del emperador Carlos V. Esta vanitas simboliza que el poder y la gloria que alcanzó Carlos V fue pasajero; en este sentido, las calaveras simbolizan la muerte y el resto de objetos la vanidad terrenal, que es arrasada por el paso del tiempo, que indica el reloj. 

En El sueño del caballero aparece un personaje en un interior acompañado por objetos a los que se les dota de una intención moralizante. El lienzo se divide en tres espacios, que, de izquierda a derecha, están ocupados por un joven caballero, un ángel y un bodegón, que ocupa la mayor parte del cuadro. El joven caballero aparece sentado en un cómodo sillón, durmiendo un sueño profundo, que simboliza la confusión entre la realidad y lo imaginario, que cuando se sueña parece real; apoya los brazos en el sillón, el izquierdo lo tiene doblado para recibir la cabeza; viste de manera elegante. El ángel aparece con las alas desplegadas; observa al joven caballero, mientras sostiene una filacteria en la que se lee “Aeterna pungit, cito volat et accidit”, es decir, “Eternamente hiere, vuela veloz y mata”; el ángel presenta túnicas roja y verde y cabello dorado, colores que simbolizan la Pasión, la esperanza y la Gloria. El bodegón presenta una gran cantidad y diversidad de objetos con un rico mensaje moralizante: las monedas y las joyas simbolizan la riqueza, la armadura, las armas y la mitra papal el poder temporal y espiritual, el globo terráqueo el conocimiento, el reloj el paso del tiempo, los naipes el azar, los libros, la partitura y la máscara de teatro los placeres intelectuales y mundanos, las flores y la vela que la vida se marchita y apaga y la calavera la muerte cierta; todo ello quiere hacer recordar al joven caballero que ningún bien material ni cargo alcanzado se lo podrá llevar al otro mundo. El dibujo define con exactitud cada elemento que compone la escena. La paleta de colores es rica en variedad cromática y en tonalidades, reservando el negro para el fondo del cuadro. La luz se reparte, con más o menos intensidad, por toda la escena, pero concentrando una luz casi blanquecida los rostros del joven caballero y del ángel; la luz pierde intensidad a medida que se aleja del primer plano; el fondo queda en la sombra. Las texturas de los ropajes y objetos son realistas.

El sueño del caballero quizá sea la obra maestra de Antonio de Pereda y la que le encumbró como pintor de vanitas.

  

Antonio de Pereda influyó en Valdés Leal, quien también cultivo el género de la vanitas en sus dos obras más destacadas In icti oculi y Finis gloriae mundi (1672). 

Las últimas obras de Antonio de Pereda pierden consistencia debido al declive de su salud y a la resistencia a incorporar características de las nuevas tendencias pictóricas. Así se aprecia en San Guillermo de Aquitania (1671), obra en la que consigue reproducir los objetos de una manera minuciosa utilizando una pincelada más fluida; Guillermo de Aquitania aparece retirado en una cueva de Tierra Santa rezando, con gesto de arrepentimiento, con las manos cruzadas delante del pecho, ante una vanitas, compuesta por un crucifijo, un libro abierto por una página en la que aparecen la Virgen María con el Niño Jesús y una calavera sobre un libro cerrado; Guillermo de Aquitania viste el uniforme de caballero de los Austrias y no como debió vestir en 1156, después de peregrinar a Tierra Santa; al fondo se puede observar un paisaje poblado por monjes ante los que se arrodilla un penitente. La paleta de colores es escasa, predominando los ocres, grises y azules, además del rojo del fajín del uniforme de Guillermo de Aquitania.


San Guillermo de Aquitania (1671) es la última obra de Antonio de Perada, en la que reúne la temática religiosa y la vanitas, además del paisaje.

  

Antonio de Pereda también realizó dibujos de gran valor, todos de temática religiosa, y los que empleó diversas técnicas, aguada, lápiz o pluma sobre papel. Algunos de esos dibujos sirvieron de boceto para cuadros posteriores. Hay que citar La oración en el huerto, Cristo crucificado y San Pablo.


Antonio de Pereda realizó varios dibujos de gran valor artístico y documental, pues fueron bocetos de futuros cuadros. Uno de esos dibujos es San Pablo, anterior a 1645.

  

Antonio de Pereda alcanzó a convertirse en uno de los pintores más destacados del Siglo de Oro español. Su estilo barroco es muy personal, pues supo aunar el detallismo de la escuela flamenca con el naturalismo, color y luz de la escuela veneciana. Destacó como pintor de cuadros de temática religiosa y vanitas. 

Entre los seguidores de Antonio de Pereda hay que citar a Alonso del Arco y Teodoro Ardemans; además, influyó en Valdés Leal.