El Museo Catedralicio de Burgos se inauguró en 1929, siendo arzobispo de Burgos don Manuel de Castro Alonso, y se reabrió restaurado en 2001, siendo arzobispo don Santiago Martínez Acebes. Ocupa el claustro de la santa iglesia catedral basílica metropolitana de Santa María, levantado a caballo entre los siglos XIII y XIV.
Destacan
las colecciones de pintura, orfebrería y tapices.
Entre las pinturas hay que mencionar las de los maestros hispanoflamencos de finales del siglo XV y principios del XVI. Llama la atención el tríptico Adoración de los Magos (hacia 1495), de Diego de la Cruz; la tabla Pentecostés, de Pedro de Campaña (hacia 1556); el lienzo Imposición de la casulla a san Ildefonso, de Juan Carreño de Mirando (hacia 1670); y los más de cien retratos de los obispos de Oca y Burgos, destacando los realizados por Diego de Leyva y el de Mateo Cerezo durante el siglo XVII.
La colección de orfebrería es de gran valor por reunir piezas desde el siglo XI al XX, desde cruces a cálices. Hay que mencionar las estatuillas-relicarios realizadas por Juan García de Frías durante el tercer cuarto del siglo XV, la cruz procesional episcopal de Juan de Horna, de la primera mitad del siglo XVI convertida en arzobispal por Juan de Arfe a finales de siglo, el servicio litúrgico de la capilla del Condestable con piezas de los siglos del XIV al XVI y custodia procesional de Félix Granda, del primer tercio del siglo XX.
De los tapices que adornan el Museo Catedralicio de Burgos hay que citar las series Resurrección de Jesucristo, Historia de David, Virtudes teologales y cardinales y Génesis, todas del siglo XVI.
También se exponen restos escultóricos de la desaparecida catedral románica de Burgos y varios manuscritos y códices, destacando la Biblia visigótica de Cardeña (914) y la carta de arras del Cid (1074).
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