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sábado, 25 de noviembre de 2023

San Pedro de Nora

La iglesia de San Pedro de Nora es de estilo prerrománico asturiano, de la etapa prerramiriense, construida durante el reinado de Alfonso II el Casto (791-842). Se atribuye la autoría a Tioda. Alfonso III el Magno (866-910) y su esposa Jimena donaron la iglesia a la catedral de San Salvador de Oviedo. Alejandro Ferrant inició una primera restauración en 1935, la iglesia fue incendiada en 1936, al inicio de la Guerra Civil, por tropas del Frente Popular. Luis Menéndez Pidal dirigió la restauración entre 1952 y 1964, criticándosele la construcción de la torre campanario, y durante los años noventa se llevaron a término excavaciones arqueológicos para estudiar las capillas laterales desaparecidas.

Vista de la cabecera de la iglesia de San Pedro de Nora. Llama la atención el aspecto macizo, los contrafuertes, los vanos con celosía y el vano triforio correspondiente a la cámara del tesoro.

  

La iglesia de San Pedro de Nora presenta una planta basilical de tres naves de cuatro tramos, ofreciendo la central una anchura doble a las laterales; los tramos vienen marcados por pilares de planta cuadrada, que soportan arcos de medio punto peraltados; la cabecera presenta un ábside por cada nave, son de planta rectangular, siendo el central de anchura doble a los laterales y comunicándose a través de un arco de medio punto; la cabecera cuenta con contrafuertes; la iglesia presenta a los pies un vestíbulo de planta cuadrada. Se han perdido sendas capillas que aparecían adosadas a los muros norte y sur, de las que solo se conservan los arranques. Tampoco se han conservado las dos cámaras que se situaban a ambos lados del vestíbulo de acceso a la iglesia.

La planta de la iglesia de San Pedro de Nora es de planta basilical de tres naves.

  

Se accede al vestíbulo de la iglesia de San Pedro de Nora a través de un arco de medio punto peraltado con dovelas de ladrillo; los pilares que sostienen el arco son monolíticos y de planta rectangular; sobre el arco se abre un óculo con fábrica de ladrillo. Los muros son macizos, reforzados con seis contrafuertes en la cabecera, dos en los muros norte y sur y otros dos en el muro de cierre de la cabecera; además, en los muros se abren vanos de diferentes dimensiones, muchos ocupados con celosías, que sirven para iluminar el interior del templo, los hay en el muro cabecero y en el muro de la nave central, en la parte que destaca en altura sobre las naves laterales. El elemento más llamativo es el vano triforio que se encuentra en la parte alta del cuerpo central de la cabecera, sobre el ábside, y que da acceso a la cámara del tesoro; el vano se divide en tres huecos por dos columnas, que soportan arcos de medio punto peraltados.

El vestíbulo de la iglesia de San Pedro de Nora cuenta con acceso en arco de medio punto con dovelas de ladrillo.

  

El acceso al interior del templo se realiza desde el vestíbulo a través de una puerta adintelada con jambas monolíticas. Los arcos que separan las naves son de medio punto peraltado; descansan en pilares cuadrados con basa y capitales rectilíneos. Las cubiertas de las naves son de madera, las de los ábsides cabeceros de cañón y se apoyan en una línea de imposta.

Las paredes de la iglesia de San Pedro de Nora debieron estar decoradas con pinturas murales, de las que apenas se ha conservado algún pequeño resto.


El interior de la iglesia de San Pedro de Nora se ilumina a través de vanos con celosía abiertos en el muro perimetral y en el de la nave central que destaca sobre las naves laterales.

  

La techumbre del vestíbulo, la nave y el ábside centrales es a dos aguas y las de las naves y ábsides laterales a una vertiente; los aleros descansan sobre modillones de rollo.

Para la construcción de la iglesia de San Pedro de Nora se empleó sillares de granito, sillarejo, ladrillo y madera.

La iglesia de San Pedro de Nora es Monumento Nacional desde 1931.

sábado, 18 de noviembre de 2023

La rendición de Breda, de Velázquez

Diego Velázquez (Sevilla, 1599-Madrid, 1660) es el pintor barroco español más universal. Se formó en Sevilla a la sombra de Herrera el Viejo y Francisco Pacheco. En 1623 se instaló en Madrid y fue nombrado pintor de cámara de Felipe IV. Viajó a Italia en dos ocasiones (1629 y 1649). Pintó cuadros costumbristas, desnudos, históricos, mitológicos, paisajes, religiosos y retratos. Su único cuadro histórico es La rendición de Breda (1635), pintado durante la segunda etapa madrileña (1631-1649). El rey Felipe IV le nombró caballero de la Orden de Santiago (1658).

Diego Velázquez: La rendición de Breda, 1635.
Estilo: Barroco.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Temática: Histórica.
Dimensiones: 307 x 371 cm.
Museo Nacional del Prado, Madrid, España.

  

El rey Felipe IV encargó para la decoración del Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro de Madrid la realización de cuadros históricos que recogiesen las victorias más importantes de la Monarquía hispánica. El objetivo era impresionar a los embajadores extranjeros que visitasen el palacio. Se contrataron los servicios de Velázquez, Carducho, Leonardo, Maíno y Pereda; además, Zurbarán se ocupó de pintar la serie Trabajos de Hércules, personaje mítico con quien los monarcas españoles dicen entroncarse.

La batalla de Breda se desarrolló durante la guerra de los Treinta Años (1618-1648); finalizó el 5 de junio de 1625 con la rendición de Justino de Nassau, gobernador de la ciudad, y de las tropas holandesas ante el general de los tercios españoles Ambrosio Spínola.

Velázquez se inspiró en la obra de Calderón de la Barca El sitio de Breda (1625) para pintar La rendición de Breda, también conocido como Las lanzas. Con la intención de exaltar la caballerosidad de la Monarquía Hispánica y de su ejército recreó una escena en la que Ambrosio Spínola impide que se humille Justino de Nassau en el momento de la entrega de la llave de la ciudad.

Ambrosio Spínola y Justino de Nassau ocupan el centro de la escena; visten uniformes de gala; Spínola empuña el bastón de mando de general con la mano izquierda, mientras con la derecha evita que Justino de Nassau se arrodille, a la vez que con la mano derecha hace entrega de la llave de la ciudad. Tras Ambrosio de Spínola se concentra el ejército español de manera disciplinada exhibiendo las lanzas; un caballo cierra la escena por el lado derecho; junto al caballo aparece un soldado español aislado del resto, tal vez sea un autorretrato de Velázquez. Tras Justino de Nassau aparecen los soldados holandeses, jóvenes, armados con picas y agrupados de manera desordenada, demostrando su inexperiencia frente a los soldados de los tercios españoles. En el fondo del cuadro aparece la ciudad de Breda, aún humeante tras un año de asedio.

La composición del cuadro se estructura sobre dos rectángulos superpuestos; el inferior está ocupado por los personajes y el superior por el paisaje.

La paleta de colores es muy rica; hay gran variedad de colores y tonalidades.

La luz se concentra en aquellos elementos en los que el espectador ha de centrar su atención, desde los rostros de los personajes en función de su importancia en la escena hasta los ropajes, que ofrecen unas texturas realistas hasta el mínimo detalle.

La perspectiva aérea y el puto de vista alto han servido para difuminar el paisaje del fondo y crear un cielo brumoso, característico de los Países Bajos.

Velázquez integra al espectador en el cuadro recurriendo al recurso de que algunos de los personajes que aparecen en el mismo se giran para mirar hacia el exterior del lienzo, de frente y a la altura del espectador. Así, La rendición de Breda además de un cuadro de contenido histórico se convierte en una galería de retratos. En cuanto a los retratos que aparecen en el cuadro llama la atención el de Ambrosio Spínola por su verismo, debido a que Velázquez conoció en persona al general en su viaje a Italia de 1629.

La importancia de La rendición de Breda radica en ser el único cuadro de contenido histórico que pintó Velázquez y en el uso propagandístico que se hizo de él desde el primer momento con el fin de exaltar la fortaleza y generosidad de la Monarquía Hispánica.

La rendición de Breda se salvó de los incendios del Palacio del Buen Retiro en 1640 y del Álcazar de Madrid en 1734. Luego colgó de las paredes del Palacio Real hasta que Fernando VII dio orden de trasladarlo al Museo del Prado, donde se exhibe desde su inauguración en 1819.

sábado, 11 de noviembre de 2023

Cáliz de doña Urraca

El cáliz de doña Urraca es una pieza de orfebrería litúrgica realizada en la segunda mitad del siglo XI en estilo románico. Se realizó por iniciativa de doña Urraca, pero se desconoce su autor.

Anónimo: Cáliz de doña Urraca, segunda mitad del siglo XI.
Estilo: Románico.
Técnica: Ónice recubierto con oro repujado y piedras preciosas incrustadas.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: 23 cm. de altura y 10 cm. en la boca.
Museo de la Real Colegiata Basílica de San Isidoro, León, España.

  

El cáliz de doña Urraca consta de dos medias esferas de ónice del siglo I de hechura romana unidas por un nudo de la época de doña Urraca, infante de León, quien donó sus joyas para decorar el cáliz. La cara exterior del cáliz está recubierta en parte por oro, repujado para crear motivos decorativos con formas de arquillos, caracoles y espirales, además, aparecen incrustados aljofares, esmeraldas, perlas, zafiros y un camafeo de pasta vítrea, en el que se distingue un rostro sonriente. La cara interior del cáliz está recubierta de oro. Las dos hemiesferas están unidas por un nudo de oro y ocho tirantes; aparece decorado con cuatro placas romboidales con cruces que tienen la forma de flor de lis en esmalte verde, además de cabujones de piedras preciosas y filigranas de caracolillos y tallos. El pie de cáliz está decorado con arquillos de medio punto y cordoncillos de oro.

En la peana del cáliz se lee la inscripción en latín: “IN NOMINE DOMINI VRRACA FREDINANDI”, es decir, “En nombre del Señor, Urraca, hija de Fernando”. Por ello, se puede concluir que el cáliz fue una ofrenda de doña Urraca, hija Fernando I el Grande, rey de León.

El cáliz de doña Urraca debe su trascendencia a ser una de las piezas de orfebrería románica de carácter litúrgico más originales por reutilizar piezas romanas a las que se añadieron las joyas de doña Urraca. Además, sobre esta pieza existe la polémica sobre si sus piezas más antiguas formaron parte del Santo Grial.