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sábado, 24 de octubre de 2020

Castillo de Cuéllar

El castillo de Cuéllar combina los estilos mudéjar y renacentista. Aparece citado por primera vez en un documento de 1264. Alfonso X el Sabio daba permiso al concejo de Cuéllar para emplear la recaudación por multas en reparar el castillo. Juan II de Castilla entregó el señorío de Cuéllar al condestable de Castilla Álvaro de Luna en 1433 y a Juan II de Aragón y de Navarra en 1439. En 1444 Álvaro de Luna fue nombrado señor de Cuéllar por segunda vez; fue entonces cuando impulsó las obras del castillo. Entre 1453 y 1464 fue señora de Cuéllar la infanta Isabel de Castilla. Enrique IV de Castilla compró el señorío a su hermanastra en 1464 y se lo entregó a don Beltrán de la Cueva, que fortificó el castillo por temor a ser atacado por la infanta Isabel. En 1475 los Reyes Católicos confirmaron el señorío de Cuéllar a don Beltrán de la Cueva. Durante el siglo XVI los duques de Alburquerque convirtieron el castillo en palacio renacentista y durante el siglo XVII en palacio de recreo después de trasladar su residencia habitual a Madrid. Durante la guerra de Independencia (1808-1814) el ejército francés se instaló en Cuéllar y el castillo fue objeto de pillaje. En 1812 el duque de Wellington se hospedó en el castillo de Cuéllar. En 1830 el castillo volvió a su titular legal, don Nicolás Osorio y Zayas. En 1931 el castillo de Cuéllar fue declarado Bien de Interés Cultural. En 1938 el Gobierno nacional reconvirtió el castillo en prisión, que dejó de serlo en 1966. En 1971 el Ministerio de Educación se hizo cargo del castillo por noventa años. Entre 1972 y 1990 el castillo fue restaurado. En 1975 se abrió dentro del castillo un centro de Formación Profesional, en 1996 un Instituto de Enseñanza Secundaria y la Oficina de Turismo y en 1999 el Archivo Histórico de la Casa Ducal de Alburquerque, el Archivo Histórico Municipal y el Archivo de la Comunidad de la Villa y Tierra de Cuéllar, que custodia documentos fechados entre finales del siglo XII y finales del siglo XX.

Fachada este del castillo de Cuéllar.

 

La planta del castillo es trapezoidal y en ella se distinguen dos espacios: el primero está formado por el foso y la barbacana, que bordea las fachadas norte y este para unirse a la muralla de la ciudadela; y el segundo lo forman tres crujías con tres torres, de las que destaca la del Homenaje.

El castillo está rodeado por un foso seco, que protege la barbacana integrada por un muro de mampostería y cinco torres de flanqueo, compuestas por tres cámaras de tiro con troneras, que se repiten en el muro. Entre la fachada oriental y la barbacana se abre la liza o pasillo-trampa dotada de dos puertas en recodo.

Vista de la liza del castillo de Cuéllar.

  

Sobre la puerta de acceso al patio de armas se reconocen los escudos de don Beltrán de la Cueva, Enrique IV de Castilla y Mencía de Mendoza y Luna, primera esposa de don Beltrán, una ladronera y dos matacanes.

Un tapiz heráldico de la Casa De la Cueva adorna una de las paredes del castillo de Cuéllar.

  

Del conjunto defensivo destaca la torre del Homenaje, construida en sillar, de 20 metros de altura y 2,8 de diámetro, es la más alta y sólida del castillo. Está formada por dos salas: la primera, que presenta una bóveda de cuatro nervios que terminan en ménsulas de hoja plana; la segunda o Aula Maior cuenta con una bóveda de seis nervios con escudo de armas de don Álvaro de Luna, constructor de la torre; y el terrado, con ménsulas de doble y triple bocel.

 Del recinto militar también hay destacar el Torreón de Santo Domingo, la Torre-puerta, seis cámaras, la galería mudéjar del siglo XIII, cinco escaraguaitas y el adarve.

 En torno al patio de armas se levantan tres crujías: en la sur se instaló la zona noble, en la oeste la doméstica y en la de levante la armería grande.

 La Escalera Real es de tipo monumental, se sitúa en el ángulo sureste, es el único acceso desde el patio de armas a los pisos superiores y su balaustrada es de una sola pieza.

 La galería sur es renacentista. Está compuesta por dieciocho arcos de bocelón repartidos en dos pisos y otros dieciocho menores adintelados en el tercer nivel.

La galería sur del castillo de Cuéllar es de estilo renacentista.

  

Otras dependencias de la zona palaciega del castillo son la crujía oriental del siglo XVII, la armería grande, la Sala de las Moras y la crujía occidental con un corredor losado de mediados del siglo XVI.

 Al pie del castillo y perteneciente al mismo se extiende la Huerta del Duque y delante la explanada El Ferial.

sábado, 17 de octubre de 2020

Piedad, de Fernando Gallego

Fernando Gallego (Salamanca hacia 1440-1507) se formó y trabajó en la Corona de Castilla y recibió la influencia de pintores italianos y flamencos. Se le clasifica dentro del estilo gótico hispano-flamenco. Solo realizó cuadros de temática religiosa entre los que hay citar Piedad (hacia 1465-1470), Virgen de la rosa (hacia 1480), Curación del ciego (1480-1490), Epifanía (1480-1490) y Cristo bendiciendo (hacia 1492).

Fernando Gallego: Piedad, hacia 1465-1470.
Estilo: Gótico.
Técnica: Mixta sobre tabla.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: 118 x 111 cm.
Museo Nacional del Prado, Madrid, España.

  

Piedad es el primer cuadro que se conserva de Fernando Gallego. Sin embargo, se desconoce quiénes lo encargaron y dónde, pero se presume que su destino fue algún monumento funerario, dado que era costumbre en aquellos años pintar el tema de la Piedad para tal fin.

 La Piedad o Quinta angustia no es un tema de origen evangélico. Apareció en Alemania durante el siglo XIV con el fin de mostrar el dolor de la Virgen María al recibir el cuerpo sin vida de su hijo una vez descendido de la cruz.

Delante de la cruz con forma de T aparecen la Virgen María y Cristo muerto. La cruz aparece descentrada hacia la derecha. En ella no aparece la marca de los clavos, pero sí se lee “INRI”, abreviatura de Iesus Nazarenus Rex Iudiorum, es decir, Jesús de Nazaret, rey de los judíos. Sin embargo, la escena de la Virgen María y Cristo muerto sí ocupan el centro del cuadro. La composición es piramidal, siendo el vértice de la pirámide la cabeza de la Virgen María.

La Virgen María sostiene sobre sus piernas el cuerpo sin vida de Cristo, además pasa la mano derecha por detrás de la cabeza y el brazo izquierdo por la cintura hasta el costado derecho de Cristo. La Virgen aparece vestida de blanco, símbolo de pureza, de rojo, símbolo de la Pasión de Cristo recién sufrida, y de azul, símbolo de nobleza, eternidad y de ser la reina de los cielos. El rostro de la Virgen María manifiesta gran dolor. Los pliegues de la túnica roja son abundantes y angulosos queriendo buscar remarcar el dramatismo de la escena.

Cristo se dispone en diagonal. Solo viste un manto de pureza transparente. Las heridas de la Pasión solo se distinguen en la frente y las llagas del pie y de la mano derechos; la herida del costado se esconde detrás de la mano de la Virgen María, pero sí se ve un hilo de sangre que cae por el costado derecho de Cristo, además de los que recorren los brazos. Subraya el dramatismo el rostro arrugado, los ojos entreabiertos y mortecinos y la palidez de la piel.

La pareja de donantes aparece a la izquierda del cuadro. Son de menor tamaño que la Virgen María y Cristo muerto al ajustarse a la perspectiva jerárquica, que impone representar en un tamaño menor a los personajes secundarios. Los dos aparecen en posición orante rezando el salmo que da comienzo con las palabras Miserere Dei, Domini, es decir, Apiádate de mí, Señor.

El paisaje recuerda a los del pintor flamenco Dirc Bouts. Sin embargo, se adapta al gusto castellano en cuanto que aparece una ciudad amurallada, que quiere representar la Jerusalén celeste, y los colores utilizados con predominio del ocre sobre un verde apagado. Además, se introducen escenas anecdóticas, como campesinos ocupados en sus tareas habituales. La vegetación es escasa.

El dibujo es minucioso y la pincelada nítida, lo que facilita la atención en el detalle.

La paleta de colores es escasa con predominio de azul, blanco, ocre, verde y rojo.

La luz llena casi todo el cuadro, aunque se concentra en el cuerpo de Cristo.

La composición piramidal de la Piedad, de Fernando Gallego, influyó en el Renacimiento posterior.

sábado, 3 de octubre de 2020

Colegiata de Santa Cruz de Castañeda

Al cenobio de Santa Cruz de Castañeda y a su fundador el abad Juan se los menciona por ver primera en 1073. La siguiente referencia es de 1120 en tiempos del abad Pedro. Su propietaria, la condesa Jimena Muñoz, donó el cenobio a la abadía de Cluny. En la segunda mitad del siglo XII se desligó de Cluny para convertirse en colegiata agustiniana. De esa fecha es lo más antiguo de la construcción que se conserva. A mediados del siglo XVI pasó a depender de San Miguel de Aguilar de Campoo. En 1851 la colegiata de Santa Cruz de Castañeda quedó exclaustrada y pasó a ser iglesia parroquial de los pueblos próximos a ella. 

Se desconoce quién es el arquitecto que levantó la colegiata de Santa Cruz de Castañeda, pero la construyó  en estilo románico.


Vista exterior de la colegiata de Santa Cruz de Castañeda.

La colegiata de Santa Cruz de Castañeda presenta una planta de una solo nave de tres tramos, crucero marcado y tres ábsides semicirculares, el central de mayores dimensiones que los laterales y precedido de un tramo, cubierto con bóveda de horno, que da más amplitud a la cabecera, los laterales rematan los brazos del crucero, el ábside sur se ha perdido.

La planta de la colegiata de Santa Cruz de Castañeda es de una sola nave con crucero marcado y tres ábsides semicirculares, de los que se ha perdido uno.

En el lado sur, a los pies de la capilla neoclásica, que vino a sustituir al brazo del crucero, se erige la torre campanario. Está formada por dos cuerpos, el segundo está perforado por vanos de medio punto geminados que descansan en columnillas de capiteles figurados. Su interior está coronado por una cupulilla de losetas angulares. 

El acceso principal se ubica a los pies del templo. Está enmarcado por un cuerpo en resalte de ocho arquivoltas abocinadas de medio punto que descansan de manera alterna sobre pilares y columnillas acodilladas de capiteles zoomórficos.

La portada principal de la colegiata de Santa Cruz de Castañeda está compuesta por ocho arquivoltas abocinadas de medio punto.
 

Durante el siglo XIII se añadió una nave en el costado norte que acoge el segundo acceso a la iglesia, que presenta dos arcos gemelos de líneas cistercienses. 

La nave principal se divide en tres tramos cubiertos con bóveda de cañón delimitados con arcos fajones de medio punto, que se apoyan en semicolumnillas adosadas a pilastras prismáticas. Los capiteles de los arcos de la nave son vegetales de inspiración corintia. 

El crucero está cubierto con una cúpula que descansa sobre cuatro trompas compuestas por arcos de medio punto.

El crucero está cubierto por un cimborrio sobre trompas de arcos de medio punto.
 

Los laterales del transepto quedan delimitados por sendos arcos torales de medio punto reforzados por arcos de menor tamaño. 

Los capiteles del arco triunfal que da acceso al presbiterio están decorados con águilas y con un anciano apoyado en un cayado junto a otro personaje que parece ser devorado por unos felinos. 

En casi todos los capiteles se distingue una cabecita humana de la que parte un tallo de remate avolutado. 

Al exterior, el ábside central presenta tres paños separados por dos columnillas adosadas que, desde un plinto, se proyectan hasta la cornisa. Los tres vanos son de medio punto con roscas decoradas con dientes de sierra y guardapolvos vegetales que descansan sobre columnillas de capiteles zoomórficos. 

El ábside lateral cuenta con un vano en aspillera. 

La cornisa está decorada con canecillos figurados. 

Por todo lo dicho, la colegiata de Santa Cruz de Castañeda está considerada una de los edificaciones románicas más sobresalientes del norte de España, lo que le valió para ser declarada Monumento Nacional en 1930.