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viernes, 21 de febrero de 2020

Las meninas, de Velázquez

Diego Velázquez (Sevilla, 1599-Madrid, 1660) es el pintor barroco español más universal. Se formó en Sevilla a la sombra de Francisco Herrera el Viejo y Francisco Pacheco. En 1623 se instaló en Madrid y fue nombrado pintor de cámara de Felipe IV. Viajó a Italia en dos ocasiones (1629 y 1649). Pintó cuadros costumbristas, desnudos, históricos, mitológicos, paisajes, religiosos y retratos, de entre los que destaca su gran obra maestra, Las meninas (1656). El rey Felipe IV le nombró caballero de la Orden de Santiago (1658).

Diego Velázquez: Las meninas, 1656.
Estilo: Barroco.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Temática: Retrato.
Dimensiones: 318 x 276 cm.
Museo Nacional del Prado, Madrid, España.


Los personajes que aparecen en el cuadro son los siguientes: en el centro, como figura principal del lienzo, la infanta Margarita; a izquierda y derecha las meninas María Agustina Sarmiento de Sotomayor, que ofrece agua a la infanta, e Isabel de Velasco, que hace una reverencia a la alteza real; en la esquina derecha del cuadro aparecen los enanos María Bárbola y Nicolasito Pertusato, este con un pie apoyado en el lomo de un mastín; en el lado izquierdo se reconoce a Velázquez, haciendo un alto en el proceso de pintar el cuadro que le ocupa; en el lado derecho, en un plano intermedio, aparecen la dama de honor Marcela Ulloa y un varón desconocido de profesión guardadama; de pie en la puerta del fondo se reconoce a José Nieto Velázquez, aposentador de la Reina; y en el espejo de la pared del fondo se distinguen las imágenes del rey Felipe IV y su esposa Mariana de Austria.

La escena se desarrolla en uno de salones del Real Alcázar, de forma rectangular, con ventanas a la derecha y cuadros decorando la pared derecha y la del fondo.

Las figuras del primer plano son de tamaño real. La infanta Margarita ocupa el centro de la escena porque en ese momento era la heredera al trono de la Monarquía hispánica pues el rey Felipe IV aún no tenía hijo varón, y por este motivo es el personaje que recibe más luz y uno de los puntos de fuga de las perspectivas lineales; a su alrededor el resto de personajes se disponen en orden de importancia por la cercanía que tienen con la infanta, así las meninas son las más cercanas a la infanta Margarita.

Velázquez supo combinar la perspectiva lineal, con puntos de fuga en la infanta Margarita y el espejo en el que parecen reflejados el rey Felipe IV y Mariana de Austria, y la perspectiva aérea, consiguiendo plasmar la atmósfera que hay entre los personajes; así estos pierden nitidez a medida que se alejan del primer plano.

Predomina el color sobre la línea, lo que permite difuminar los contornos de los personajes.

La paleta de colores es escasa, pero rica en tonalidades.

La pincelada es suelta y alargada gracias a la dilución de los pigmentos.

Los focos de luz son varios, lo que permite que la estancia reciba una iluminación abundante, pero deja zonas en penumbra, lo que crea un equilibrio entre luces y sombras. Los focos de luz son el ventanal que se abre en la pared derecha, y que llena de luz el primer plano, y la puerta del fondo, que contrasta con la oscuridad del techo a la vez que da más profundidad al salón.

Las calidades y texturas son realistas.

Velázquez pintó alla prima lo que le permitió terminar el cuadro en poco tiempo y realizar los arrepentimientos oportunos sobre la marcha.

La escena recoge el momento en el que el rey Felipe IV y su esposa ponen fin a la sesión de posado para Velázquez, este se detiene y todos miran hacia el matrimonio real, Nicolasito Pertusato despierta del mastín y José Nieto Velázquez entra en el salón para despejarlo. Sin embargo, por las dimensiones y características del bastidor del cuadro que está pintando Velázquez también cabe la posibilidad de que esté ocupado en pintar la escena que contempla el espectador y que Velázquez vería reflejada en un espejo. En cualquier caso, Velázquez consigue hacer creer al espectador del cuadro que está posando junto al rey Felipe IV y Mariana de Austria y que aparecerá en el cuadro que está pintando en ese momento; así, el espectador se integra en la escena.

Velázquez, consciente de que estaba pintando su gran obra maestra, quiso usar Las meninas para reivindicar la pintura como una profesión liberal superior a la artesanía. Lo hace de dos maneras, se autorretrata haciendo un alto en el proceso de pintar para así enviar el mensaje de que entes de pintar hay que pensar acerca de lo que se va a pintar e introduciendo en los cuadros que decoran el salón escenas mitológicas sacadas de los textos de Ovidio.

El rey Felipe IV nombró a Velázquez caballero de la Orden de Santiago en 1658. Fue entonces cuando Velázquez pintó la cruz de caballero de la Orden de Santiago en la pechera de su traje.

Velázquez pintó Las meninas en su tercera etapa madrileña (1651-1660) en su madurez plena. Es el cuadro más destacado de los que pintó y uno de los que mayor influencia ha tenido en siglos posteriores. Goya fue el primero en reproducirlo en un grabado y le inspiró La familia de Carlos IV (1801); pero también inspiró a Picasso su serie Las meninas (1957), al Equipo Crónica, que pintó Las meninas (1970), versión Pop art del cuadro de Velázquez, y al escultor Jorge Oteiza en su obra Homenaje a Las meninas (1958).

Cabe decir que el cuadro de Las meninas tuvo antes otros títulos. En el inventario del Real Alcázar de Madrid de 1666 se le citó como Retrato de la señora emperatriz con sus damas y una enana y en el inventario que se hizo en 1734 tras el incendio del Real Alcázar apareció citado con el título La familia del Señor Rey Felipe IV. El título de Las meninas se popularizó a partir de 1843, año en el que Pedro de Madrazo realizó el catálogo del Museo del Prado, inspirándose en la descripción del cuadro que hizo Antonio Palomino en su libro El museo pictórico y escala óptica (1724).

Por último, el cuadro de Las meninas tuvo varios emplazamientos: el primero fue el llamado cuarto de verano del rey Felipe IV en el Real Alcázar de Madrid, después en el Palacio Real de Madrid y desde 1819 en el Museo Nacional del Prado, año en el que empezó a ser conocido por el gran público.

sábado, 15 de febrero de 2020

Hospital de Santiago de Úbeda, de Andrés de Vandelvira

Andrés de Vandelvira (Alcaraz, 1509- Jaén, 1575) fue un arquitecto renacentista. Entre sus mejores obras hay que citar la Sacra Capilla del Salvador (1540-1559) sobre proyecto de Diego de Siloé, el hospital de Santiago de Úbeda, diseñado por su padre Andrés, y la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Villacarrillo (1535-1575), además, participó en la construcción de la Santa Iglesia Catedral de la Asunción de la Virgen de Jaén.

Las obras del hospital de Santiago de Úbeda se iniciaron en 1562 y concluyeron en 1575. Fue fundación de don Diego de los Cobos, obispo de Jaén. Hizo las veces de hospital, iglesia, panteón y palacio. La combinación de espacios religiosos y paganos es armónica gracias a la unidad externa del edificio y a la autonomía interna de cada una de sus dependencias.

Los exteriores del hospital de Santiago de Úbeda están enmarcados por cuatro torres esquineras.


El hospital de Santiago de Úbeda rompió con el esquema tradicional en planta cruciforme. Su planta se inspira en modelos clásicos romanos con un patio central cuadrangular alrededor del cual se articula el resto del edificio.

Al exterior, el edificio se presenta como un volumen encajado entre cuatro torres esquineras. La fachada cuenta con dos cuerpos separados por una moldura. Las ventanas se agrandaron en el siglo XIX. La decoración es escasa, en la cornisa se alternan modillones con discos cerámicos vidriados en tonos azules.

La portada está formada por un arco de medio punto con dovelaje de gran tamaño de estilo castellano; sobre el arco se lee la inscripción “María concebida sin pecado”. Corona la fachada un tabernáculo que alberga el relieve de Santiago Matamoros, advocación del hospital; en su parte inferior hay dos tondos con las armas episcopales del obispo De los Cobos. Sobre el frontón resaltan tres flameros.
  
Los exteriores del hospital de Santiago de Úbeda son austeros en decoración. Sobre el arco de entrada al hospital un tabernáculo acoge una escultura de Santiago Matamoros.

   
Las torres no son funcionales. En su construcción inicial estaban cubiertas por chapiteles con teja de cerámica vidriada.

El patio central se ajusta al  modelo renacentista. Es cuadrangular y de doble arcada de medio punto sobre columnas marmóreas de fuste esbelto y capitel corintio.

Otros dos patios se articulan alrededor del patio central.

Desde el patio central se accede a la iglesia del hospital de Santiago de Úbeda.


A través del patio principal se accede a la capilla de la iglesia, original por su planta en H. El espacio se cubre con dos bóvedas vaídas rodeadas por cuatro de cañón. La decoración de las bóvedas está compuesta por casetones y cartelas; los temas decorativos son paisajes bíblicos, virtudes, apóstoles e inscripciones. Los muros aparecen lisos, sin decoración. A los pies se sitúa el coro alto, siguiendo el modelo de los Reyes Católicos.

El centro de la iglesia está ocupado por dos torres.

La antesacristía presenta bóveda esquifada y la sacristía es de planta rectangular. Ambas están decoradas con pinturas al fresco; en la antesacristía están representados los cuatro profetas sobre fondos paisajísticos y en la sacristía los dioses de la antigüedad clásica, los padres de la iglesia, una figura de Cristo caído y otra de un Ecce Homo.

La escalera es monumental. Sigue la tipología de escalera claustral cubierta con bóveda ochavada. Está decorada con pintura mural. Se reconocen dos tenantes portadores del escudo del obispo De los Cobos, reyes castellanos, padres de la Iglesia y santas vírgenes.

El hospital de Santiago de Úbeda cuenta con una escalera de carácter monumental, que está cubierta con una bóveda ochavada decorada con pinturas al fresco.

  
Las pinturas murales del hospital de Santiago de Úbeda es uno de los pocos ejemplos de pintura mural renacentista en España. Se atribuyen a Pedro de Raxi y Gabriel Rosales, bajo la influencia de Julio Aquiles, que introdujo el grutesco en España y que trabajó en Úbeda.

El hospital de Santiago de Úbeda debe su importancia artística a haber establecido una nueva tipología de edificio hospitalario, que rompió con el gótico de planta cruciforme para introducir otro que gira alrededor de un patio central. Se convirtió en el modelo a seguir en España y América.

El hospital de Santiago de Úbeda fue declarado Monumento histórico en 1917.

sábado, 8 de febrero de 2020

Virgen de los Reyes Católicos

El cuadro Virgen de los Reyes Católicos se pintó en 1493 por encargo de los Reyes Católicos, pero se desconoce su autor.
  
Anónimo: Virgen de los Reyes Católicos, 1493.
Estilo: Gótico.
Técnica: Óleo y temple sobre tabla.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: 123 x 112 cm.
Museo Nacional del Prado, Madrid, España.


La escena se desarrolla en una dependencia interior con ventanas al fondo que dejan ver un paisaje flamenco con construcciones góticas.

En el centro de la composición, a modo de eje de simetría, aparece la Virgen María con el Niño Jesús en su regazo. La Virgen está sentada en un trono, vestida con un manto rojo con adornos dorados, símbolos de la pasión y la gloria que espera al Niño Jesús. Su cabello es oro peinado con raya en medio y su piel, como la del Niño Jesús, es blanca esmalte. El Niño Jesús aparece vestido con un paño transparente. Tras ellos, para resaltar su dignidad, aparece un tapiz dorado.

A cada lado de la Virgen un grupo de cuatro personas. A la derecha aparecen la reina Isabel la Católica, la infanta Isabel, Pedro de Arbués, inquisidor de Aragón, los tres en posición orante, y santo Domingo de Guzmán, con un libro en la mano izquierda, que le identifica como doctor de la Iglesia, y un lirio en la mano derecha, que refuerza su devoción hacia la Virgen María. A la izquierda se reconocen el rey Fernando el Católico, el infante don Juan, Tomás de Torquemada, inquisidor de Castilla, los tres en posición orante, y santo Tomás de Aquino, que sostiene en la mano derecha un libro, que le identifica como doctor de la Iglesia, y una maqueta del Real monasterio de Santo Tomás de Ávila, del que es patrón. Los santos aparecen con nimbos, símbolo de santidad, y visten de azul, símbolo de eternidad, y blanco, símbolo de pureza.

La perspectiva viene marcada por las baldosas, la tarima sobre la que se dispone el trono de la Virgen, las alfombras y los reclinatorios de los Reyes Católicos.

Los colores de los vestidos son vivos y pastel los de las baldosas y tarima.

La luz es nítida e ilumina con absoluta claridad toda la estancia donde se desarrolla la escena.

Otras características son la expresión exagerada de los rostros, siluetas definidas y paños angulosos en los vestidos.

Se desconoce el autor del cuadro. Se atribuye por motivos diversos a los flamencos Michael Sittow y Juan de Flandes y a los españoles Pedro de Berruguete y Fernando Gallego.

La primera ubicación de Virgen de los Reyes Católicos fue la capilla del Cuarto Real del Real monasterio de Santo Tomás de Ávila y con la desamortización de Mendizábal (1836) se trasladó al Museo de la Trinidad. Hoy se encuentra en el Museo Nacional del Prado.