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sábado, 11 de mayo de 2019

Entierro de Cristo, de Juan de Juni

Juan de Juni (Joigny, Francia, 1506-Valladolid, España, 1577) es uno de los grandes escultores renacentistas y manieristas de España. Se formó como escultor en Francia, donde estudió a Claus Sluter, y en Italia, donde aprendió de Dell’Arca y Miguel Ángel. Se instaló en España en 1535, primero en León y desde 1537 en Valladolid. Entre sus obras más destacadas hay que citar Martirio de San Esteban (1538), Entierro de Cristo del Museo Nacional Colegio de San Gregorio de Valladolid (1541-1544) y el retablo del Santo Entierro de la catedral de Santa María de Segovia (1566-1571).

Juan de Juni: Entierro de Cristo, 1541-1544.
Estilo: Renacimiento.
Técnica: Madera policromada.
Temática: Religiosa.
Museo Nacional Colegio de San Gregorio, Valladolid, España.


Juan de Juni realizó el retablo de la capilla funeraria del convento de San Francisco de Valladolid, demolido tras la desamortización de Mendizábal de 1836. Lo hizo por encargo de fray Antonio de Guevara, obispo de Mondoñedo. Del retablo solo se conserva el Entierro de Cristo.

El tema del entierro de Cristo apenas se desarrollaba en España; sin embargo, sí era un tema corriente en la Borgoña natal de Juan de Juni y en Italia, donde estudió a Dell’Arca y Miguel Ángel.

La composición es simétrica y cerrada, organizada alrededor del cuerpo de Cristo muerto. De izquierda a derecha se disponen los siguientes personajes: José de Arimatea, María Salomé, san Juan, la Virgen María, María Magdalena y Nicodemo.

Cristo muerto descansa sobre un ataúd; el frente del mismo está decorado con sendos escudos de fray Antonio de Guevara en los extremos unidos con cintas a una tarjeta en la que se lee “Nos in electis sepulchris nostris sepeli mortuum tuum”, es decir, “Elegimos la sepultura para enterrar a nuestro difunto”. El cuerpo de Cristo aparece tendido sobre el sudario, dispuesto de izquierda a derecha; la cabeza, sobre un cojín, está ladeada hacia el lado del espectador; los ojos y boca aparecen cerrados; el cuerpo ofrece una anatomía bien definida, se distingue la herida en el costado derecho, el brazo derecho aparece estirado junto al costado y la mano izquierda sobre el pecho; aparece cubierto en parte con el paño de pureza.

José de Arimatea aparece con una rodilla apoyada en el suelo; las facciones están muy marcadas; su mirada se dirige al espectador, al que hace llegar su dolor al apoyar la mano izquierda en la cabeza de Cristo muerto y una espina en la mano derecha.

María Salomé aparece de pie; sobre el antebrazo izquierdo y una tela descansa la corona de espinas de Cristo y con la mano derecha sujeta un pañuelo con el que ha limpiado el cuerpo de Cristo muerto; gira la cabeza hacia abajo para contemplar el cuerpo de Cristo.

San Juan aparece de rodillas; da la espalda a Cristo muerto para dirigirse a la Virgen María y sujetarla y así evitar su desfallecimiento; su musculatura está muy desarrollada y su cabello ofrece un gran volumen.

La Virgen María, arrodillada, se inclina hacia su hijo con los brazos abiertos, queriéndole abrazar; su gesto es de dolor; la túnica azul nos indica que su amor es eterno y noble y la toca dorada que le cubre la cabeza indica el triunfo de la Gloria de Cristo.

María Magdalena está de pie, con la cabeza inclinada, la mirada fija en los pies de Cristo muerto; con la mano izquierda sujeta el tarro de los perfumes y con la derecha un pañuelo con el que ayudó a limpiar el cuerpo de Cristo.

Nicodemo tiene una rodilla en tierra; con la mano derecha sujeta un paño con el que limpió el cuerpo de Cristo y con la izquierda sujeta el ánfora de los ungüentos.

José de Arimatea y las mujeres aparecen con la cabeza cubierta en todo o en parte.

El cabello y la barba de los personajes masculinos se presentan largos y voluminosos.

El conjunto escultórico llama la atención por su monumentalidad.

Juan de Juni realizó un acabado perfecto donde se aprecian las texturas de los objetos y tejidos, que se aprecian lujosos y ofrecen pliegues angulosos, las figuras rotundas de todos los personajes, la perfecta anatomía de Cristo muerto, las expresiones dramáticas de los personajes, con ojos enrojecidos y boca entreabierta, pensadas para conmover al espectador, los juegos de luces y sombras y el policromado, desde las encarnaciones a los estofados y esgrafiados.

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