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sábado, 25 de mayo de 2019

Arqueta de San Felices

La arqueta de San Felices la debió hacer alguno de los maestros del conocido como Taller de San Millán de la Cogolla hacia de 1090, año en el que se trasladaron los restos del san Felices, maestro de san Millán.

La arqueta de San Felices es de estilo románico. Los materiales en los que fue realizada fueron marfil, plata y gema, pero los ejércitos napoleónicos saquearon la plata y la gema. La arqueta se ha reconstruido hasta en tres ocasiones; además, las placas de marfil se encuentran dispersas, cuatro in situ, otra en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid y otra en Viena.

Taller de San Millán de la Cogolla: Arqueta de San Felices, hacia 1090.
Estilo: Románico.
Técnica: Mixta en madera, marfil, plata y gemas talladas.
Temática: Religiosa.
Monasterio de San Millán de Yuso, San Millán de la Cogolla, España.


Las placas que se conservan in situ son las de la Última Cena, la entrada de Cristo en Jerusalén, el milagro de la curación del ciego, la resurrección del hijo de la viuda de Naim y la Última Cena.

La entrada de Cristo en Jerusalén es el tema que ocupa la tapa de la arqueta. Jesús de Nazaret aparece a lomos de un caballo, bendiciendo con la mano derecha. Le acompañan dos apóstoles, a uno se le identifica como san Pedro por llevar unas llaves.

En la escena de la curación del ciego aparece Jesús de Nazaret untando con lodo hecho con su saliva los ojos del invidente; en este registro aparecen personajes nimbados bajo una arquitectura fingida. Debajo, el ciego aparece con los ojos abiertos después de habérselos  lavado.

La escena de la resurrección del hijo de la viuda de Naim se desarrolla bajo dos arcos; en una escena aparecen Jesús de Nazaret bendiciendo, unos personajes con nimbo y otros sin él y una cama vacía; en otra escena varios personajes, algunos nimbados, contemplan cómo un niño se incorpora de la cama.

En la Última Cena se representa el momento en el que Jesús de Nazaret afirma que entregará el pan mojado al apóstol que le va a traicionar; los apóstoles reaccionan desazonados. En el centro de la escena aparece Jesús de Nazaret, presidiendo una mesa con mantel, cubiertos y alimentos, a su alrededor se disponen los apóstoles en tamaño decreciente, Judas Iscariote de rodillas ante la mesa. Llama la atención los elementos arquitectónicos que enmarcan la escena.

La placa que se conserva en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid está dedicada a las bodas de Caná y en la que se conserva aparece Jesús de Nazaret en compañía de los apóstoles.

 La arqueta de San Felices se ajusta al estilo románico sin apreciarse influencias de otros estilos. Las representaciones de todas las escenas destacan por su monumentalidad y por ajustarse a los hechos descritos en el Nuevo Testamento.


sábado, 18 de mayo de 2019

Plaza Mayor de Salamanca, de Alberto de Churriguera y Andrés García de Quiñones

Alberto de Churriguera (Madrid, 1676-Orgaz, 1750) es uno de los arquitectos españoles del Barroco más destacados; fue Maestro Mayor de la catedral de la Asunción de la Virgen de Salamanca, conocida como la Catedral Nueva, e inició las obras de la plaza Mayor de Salamanca.

Andrés García de Quiñones (Santiago de Compostela, 1709-1784) fue arquitecto y escultor barroco; su realización más destacada fue finalizar la plaza Mayor de Salamanca; otra obra destacada fue la hoy Casa-museo de Miguel de Unamuno en Salamanca.

La construcción de la plaza Mayor de Salamanca la decidió el rey Felipe V en 1710 como premio al apoyo de la ciudad a su causa durante la Guerra de Sucesión (1701-1714). Vino a satisfacer la necesidad de un espacio administrativo, comercial y lúdico que venía demandando la ciudad de Salamanca.

El ayuntamiento ocupa el lienzo norte de la plaza Mayor de Salamanca. Es obra de Alberto García de Quiñones.


Las obras dieron comienzo en 1729 y concluyeron en 1755. Se construyó en estilo barroco sobre el espacio que ocupaba desde el siglo XV la plaza de San Martín. Las obras se llevaron a término en dos fases: la primera, de 1729 a 1735, bajo la dirección de Alberto Churriguera; y la segunda, de 1750 a 1755, dirigida por Andrés García de Quiñones, que se encargó de construir el ayuntamiento. Las obras estuvieron paradas entre 1735 y 1750 por los pleitos que presentaron los propietarios de las casas que habrían de ser expropiados.

El material de construcción elegido fue la piedra franca de Villamayor característica por su color dorado.

La construcción de la plaza comenzó por el lienzo este o del pabellón Real, continuó por el lado sur o de San Martín, siguió por el oeste o de Pretineros y se remató por el lienzo norte o del ayuntamiento.

El pabellón Real ocupa el lado este de la plaza Mayor de Salamanca. Es obra de Alberto Churriguera.


La plaza tiene forma de cuadrilátero irregular, ninguno de sus lados mide lo mismo: el del pabellón Real tiene una longitud de 80,60 m., el de San Martín de 75,60 m., el de Pretineros de 81,60 m. y el del Ayuntamiento de 82,60 m. Se cuentan 88 pórticos formados por arcos de medio punto de diverso tamaño y altura que descansan sobre pilares. Las enjutas de los arcos están decoradas con 89 medallones en los que aparecen retratados personajes ilustres de la historia de Salamanca y de España. Sobre el soportal se cuentan tres pisos, con una altura total de 18 m. y 247 balcones entre pilastras. La uniformidad del conjunto se rompe en los lienzos del pabellón Real y del ayuntamiento. Corona la plaza una balaustrada corrida de 96 pináculos rematados con una flor de lis, símbolo heráldico de la dinastía Borbón.

A la plaza se accede por nueve puertas y dos pasajes en forma de arco de medio punto, que llegan hasta el primer piso, excepto los arcos de San Martín y del Toril que llegan al segundo.

El pabellón Real lo forma un gran arco de medio punto que se eleva hasta el primer piso; el segundo lo ocupa un balcón corrido con una lápida conmemorativa; el tercero está ocupado por un conjunto escultórico del rey san Fernando, es un óvalo con el busto del rey santo, la esfera del orbe, una espada y la corona real, y a ambos lados dos escudos con las armas de la ciudad. Una espadaña remata el pabellón.

Un total de 89 medallones decoran las enjutas de los arcos. Uno de ellos está dedicado al rey Felipe V, que dio orden de construir la plaza Mayor de Salamanca en 1710 por el apoyo que le prestó en la Guerra de Sucesión.


El ayuntamiento presenta un pórtico monumental con cinco arcos de mayor tamaño que los del resto de la plaza; los arcos de los extremos y sus balcones correspondientes quedan separados por dos columnas de fuste cilíndrico y capitel corintio; se cuentan otros cinco balcones en el piso superior, tres en el inferior y uno central corrido; frontones curvos, recuadros y placas ornamentan la fachada; el balcón central está flanqueado por dos hornacinas vacías, y a ambos lados del balcón central del piso superior figuran dos esculturas de ángeles. Corona el ayuntamiento una espadaña que soporta las campanas del reloj; es obra tardía, realizada en 1852 por Tomás Cafranga. A los lados cuatro esculturas alegóricas que representan la astronomía, la agricultura, el comercio y la industria.

La plaza Mayor de Salamanca fue declarada Monumento Nacional en 1935, Bien de Interés Cultural en 1973 y en 1988 la ciudad de Salamanca con su plaza Mayor Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

sábado, 11 de mayo de 2019

Entierro de Cristo, de Juan de Juni

Juan de Juni (Joigny, Francia, 1506-Valladolid, España, 1577) es uno de los grandes escultores renacentistas y manieristas de España. Se formó como escultor en Francia, donde estudió a Claus Sluter, y en Italia, donde aprendió de Dell’Arca y Miguel Ángel. Se instaló en España en 1535, primero en León y desde 1537 en Valladolid. Entre sus obras más destacadas hay que citar Martirio de San Esteban (1538), Entierro de Cristo del Museo Nacional Colegio de San Gregorio de Valladolid (1541-1544) y el retablo del Santo Entierro de la catedral de Santa María de Segovia (1566-1571).

Juan de Juni: Entierro de Cristo, 1541-1544.
Estilo: Renacimiento.
Técnica: Madera policromada.
Temática: Religiosa.
Museo Nacional Colegio de San Gregorio, Valladolid, España.


Juan de Juni realizó el retablo de la capilla funeraria del convento de San Francisco de Valladolid, demolido tras la desamortización de Mendizábal de 1836. Lo hizo por encargo de fray Antonio de Guevara, obispo de Mondoñedo. Del retablo solo se conserva el Entierro de Cristo.

El tema del entierro de Cristo apenas se desarrollaba en España; sin embargo, sí era un tema corriente en la Borgoña natal de Juan de Juni y en Italia, donde estudió a Dell’Arca y Miguel Ángel.

La composición es simétrica y cerrada, organizada alrededor del cuerpo de Cristo muerto. De izquierda a derecha se disponen los siguientes personajes: José de Arimatea, María Salomé, san Juan, la Virgen María, María Magdalena y Nicodemo.

Cristo muerto descansa sobre un ataúd; el frente del mismo está decorado con sendos escudos de fray Antonio de Guevara en los extremos unidos con cintas a una tarjeta en la que se lee “Nos in electis sepulchris nostris sepeli mortuum tuum”, es decir, “Elegimos la sepultura para enterrar a nuestro difunto”. El cuerpo de Cristo aparece tendido sobre el sudario, dispuesto de izquierda a derecha; la cabeza, sobre un cojín, está ladeada hacia el lado del espectador; los ojos y boca aparecen cerrados; el cuerpo ofrece una anatomía bien definida, se distingue la herida en el costado derecho, el brazo derecho aparece estirado junto al costado y la mano izquierda sobre el pecho; aparece cubierto en parte con el paño de pureza.

José de Arimatea aparece con una rodilla apoyada en el suelo; las facciones están muy marcadas; su mirada se dirige al espectador, al que hace llegar su dolor al apoyar la mano izquierda en la cabeza de Cristo muerto y una espina en la mano derecha.

María Salomé aparece de pie; sobre el antebrazo izquierdo y una tela descansa la corona de espinas de Cristo y con la mano derecha sujeta un pañuelo con el que ha limpiado el cuerpo de Cristo muerto; gira la cabeza hacia abajo para contemplar el cuerpo de Cristo.

San Juan aparece de rodillas; da la espalda a Cristo muerto para dirigirse a la Virgen María y sujetarla y así evitar su desfallecimiento; su musculatura está muy desarrollada y su cabello ofrece un gran volumen.

La Virgen María, arrodillada, se inclina hacia su hijo con los brazos abiertos, queriéndole abrazar; su gesto es de dolor; la túnica azul nos indica que su amor es eterno y noble y la toca dorada que le cubre la cabeza indica el triunfo de la Gloria de Cristo.

María Magdalena está de pie, con la cabeza inclinada, la mirada fija en los pies de Cristo muerto; con la mano izquierda sujeta el tarro de los perfumes y con la derecha un pañuelo con el que ayudó a limpiar el cuerpo de Cristo.

Nicodemo tiene una rodilla en tierra; con la mano derecha sujeta un paño con el que limpió el cuerpo de Cristo y con la izquierda sujeta el ánfora de los ungüentos.

José de Arimatea y las mujeres aparecen con la cabeza cubierta en todo o en parte.

El cabello y la barba de los personajes masculinos se presentan largos y voluminosos.

El conjunto escultórico llama la atención por su monumentalidad.

Juan de Juni realizó un acabado perfecto donde se aprecian las texturas de los objetos y tejidos, que se aprecian lujosos y ofrecen pliegues angulosos, las figuras rotundas de todos los personajes, la perfecta anatomía de Cristo muerto, las expresiones dramáticas de los personajes, con ojos enrojecidos y boca entreabierta, pensadas para conmover al espectador, los juegos de luces y sombras y el policromado, desde las encarnaciones a los estofados y esgrafiados.