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viernes, 29 de septiembre de 2017

Retablo mayor de la catedral de Santa María de Astorga, de Gaspar Becerra

Gaspar Becerra (Baeza, 1520-Madrid, 1605) fue escultor y pintor. En 1536 viajó a Roma, donde estudió a Miguel Ángel y trabajó con Vasari y Volterra. En 1556 regresó a España, en 1558 se instaló en Valladolid y en 1562 comenzó a trabajar como pintor del rey Felipe II. Como escultor su mejor obra es el retablo mayor de la catedral de Santa María de Astorga (1584).

El cabildo de la catedral de Santa María de Astorga convocó un concurso para la realización del retablo mayor de la catedral; concurrieron dos talleres, el de Juan Picardo y Pedro de Andrés y el de Manuel Álvarez, Lucas Ortiz y Juan Ortiz, ambos de tradición plateresca. El cabildo catedralicio dejó desierto el concurso y contrató a Gaspar Becerra, de quien tenía buenas referencias después de su estancia en Italia. Becerra presentó al Cabildo el grupo escultórico Asunción de la Virgen, que ocuparía el centro del retablo. El cabildo quedó impresionado, y en 1558 firmó con Becerra el contrato de ejecución del Retablo mayor de la catedral de Santa María de Astorga. Las obras se prolongaron hasta 1584. Becerra contó en su equipo de trabajo con los escultores Esteban Jordán, Bartolomé Hernández y Pedro de Arbulo y con los pintores Gaspar de Hoyos y Gaspar de Palencia, que se encargaron de la policromía.

El retablo mayor de la catedral de Santa María de Astorga se ajusta a los postulados del Concilio de Trento (1545-1563) y de la Contrarreforma. Por ello, el tema del retablo es la vida de la Virgen María y el sagrario es de un tamaño mayor al habitual hasta entonces.

Gaspar Becerra: Retablo mayor de la catedral de Santa María de Astorga, 1584.
Estilo: Manierismo.
Técnica: Madera policromada.
Temática: Religiosa.
Catedral de Santa María, Astorga, España.
  

El retablo consta de predela, tres cuerpos, cinco calles, cuatro entrecalles y ático.

La predela está dividida en dos mitades por el Sagrario. Dentro de rectángulos separados por ménsulas se encuentran cuatro altorrelieves: los de la izquierda representan las virtudes teologales de la caridad y la fe; y los de la derecha son alegorías de la religión y la vigilancia.

El centro del primer cuerpo está ocupado por el sagrario y de izquierda a derecha aparecen los conjuntos escultóricos Jesús entre los doctores, Piedad, Ascensión y Pentecostés. Están separados por columnas corintias con fuste labrado con motivos vegetales y humanos que apoyan en las ménsulas de la predela. Los tableros que albergan los altorrelieves que flanquean el Sagrario están rematados por frontones triangulares y curvos alternados sobre los cuales aparecen dos ángeles desnudos recostados. Los tímpanos de los frontones están decorados con cabezas de ángeles con alas.

Dentro del primer cuerpo destaca el sagrario, que consta de arqueta eucarística y templete. La arqueta eucarística ocupa el centro de la predela; en la puerta aparece representado el tema de la resurrección triunfante. El templete ocupa el centro del primer cuerpo del retablo; está coronado por un frontón triangular decorado con el escudo del cabildo catedralicio y dos ángeles desnudos. La importancia de la eucaristía se refuerza con la figura de Melquisidec portando un pan.

Los dos primeros cuerpos del retablo están separados por un friso esculpido, decorado con ángeles desnudos, una cornisa y un basamento, que sirve de apoyo al segundo cuerpo del retablo.

El segundo cuerpo está compuesto de izquierda a derecha por los conjuntos escultóricos Adoración de los pastores, Coronación, Asunción de la Virgen, Epifanía y Presentación de Jesús en el templo. El grupo Asunción de la Virgen rompe la falsa predela sobre la que se apoyan los cuatro altorrelieves que lo acompañan. La Virgen aparece rodeada de ángeles desnudos. La falsa predela está decorada con ángeles que sostienen cartelas ovaladas. Cada conjunto escultórico está separado por columnas corintias que apoyan en las ménsulas que dividen la falsa predela. Los tableros de los cinco conjuntos escultóricos están coronados por frontones curvos y triangulares que se alternan; sirven de apoyo al tercer cuerpo.

El conjunto escultórico Ascensión de la Virgen es el epicentro del retablo mayor de la catedral de Santa María de Astorga.
  

Los conjuntos escultóricos del tercer cuerpo son de izquierda a derecha Abrazo de san Joaquín y santa Ana ante la Puerta Dorada, Nacimiento de la Virgen, Coronación de la Virgen en el cielo, Desposorio de la Virgen con san José y Anunciación. Están separados por molduras que encuadran cada escena. El conjunto escultórico Coronación de la Virgen en el cielo está rematado por un frontón triangular; los demás por ménsulas que soportan una cornisa.

Coronación de la Virgen en el cielo, como todo el retablo, quiere excitar la fe del creyente en la Virgen María en respuesta a uno de los mandatos de la Contrarreforma.
  

En los intercolumnios de las calles de los cuerpos segundo y tercero aparecen las imágenes de evangelistas, apóstoles, san Juan Bautista y san Sebastián.

En el centro del ático, coronando el retablo, aparece el Calvario, formado por Jesús de Nazaret crucificado, la Virgen María y san Juan; detrás aparece pintada la Jerusalén celeste. A la izquierda se cuentan las estatuas de San Esteban, San Benito, Santo Domingo, San Gregorio y San Jerónimo y a la derecha las de San Lorenzo, San Antonio, San Francisco, San Agustín y San Ambrosio.

La importancia artística del Retablo mayor de la catedral de Santa María de Astorga se debe a que reúne características que rompen con lo que se venía haciendo hasta entonces. Las características principales de la obra maestra de Gaspar Becerra son:
  • Monumentalidad del retablo y de los conjuntos escultóricos que lo componen.
  • Los conjuntos escultóricos se encuadran en líneas rectas.
  • Alternancia de frontones curvos y triangulares.
  • Uso de la columna corintia apoyada en ménsulas.
  • Uso como adornos de ángeles desnudos, triglifos, metopas, cartelas y motivos florales entre otros.
El modelo de retablo que Gaspar Becerra fijo con el retablo mayor de la catedral de Santa María de Astorga tuvo un gran éxito. Juan de Juni, Alonso Berruguete, Esteban Jordán, Pedro López de Gámiz y Gregorio Español lo imitaron en los que hicieron en Castilla, Galicia y Navarra.

viernes, 22 de septiembre de 2017

Doña Isabel la Católica dictando su testamento, de Rosales

Eduardo Rosales (Madrid, 1836- ídem, 1873) se formó como pintor en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Viajó a Roma en 1857, donde entró en contacto con los nazarenos, perfeccionó su dibujo y apostó por los tonos fríos y pálidos. Evolucionó desde el romanticismo, caso de Tobías y el ángel (1859), al realismo, caso de Muerte de Lucrecia (1869). Su mejor obra es de carácter realista, Doña Isabel la Católica dictando su testamento (1864).

Rosales pintó Doña Isabel la Católica dictando su testamento en Roma para la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1864. En carta a Fernando Martínez de Pedrosa lo justificó: “(He elegido) este momento de la gran Reina (porque) es uno de los más hermosos de su gloriosa vida porque se ve en él el inmenso amor que tenía a su pueblo”.

Eduardo Rosales: Doña Isabel la Católica dictando su testamento, 1864.
Estilo: Realismo.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Temática: Histórica.
Dimensiones: 290 x 400 cm.
Museo Nacional del Prado, Madrid, España.


De los diez personajes que aparecen en el cuadro se identifican a Isabel la Católica, en cama; a Fernando el Católico, sentado a su lado; a doña Juana, hija de ambos, de pie junto a su padre; al notario Gaspar de Gricio, sentado copiando al dictado el testamento de la Reina; al contador López de Cárraga; a Cisneros, confesor de la Reina, vestido de cardenal, aunque no lo fue hasta 1506; y a los marqueses de Moya, al fondo. No todos los personajes estuvieron presentes el 12 de octubre de 1504 en la redacción del testamento en el castillo de la Mota en Medina del Campo, pero Rosales quiso reconocerles su importancia histórica incorporándoles como testigos de la redacción del testamento de Isabel la Católica.

La disposición de los personajes crea una composición equilibrada, casi velazqueña. En el centro Isabel la Católica, acostada en cama con dosel y escudo de sus reinos; sobre su pecho destaca la medalla de la Orden de Santiago, apóstol patrón de España. El resto de personajes se disponen a más o menos distancia de la Reina según su importancia: los más cercanos son Fernando el Católico y doña Juana, mientras que los más alejados y en penumbra son los marqueses de Moya. Pero todos se muestran apenados y pensativos por la trascendencia del momento.

La luz y el color refuerzan el protagonismo de Isabel la Católica. El foco de luz se concentra en la Reina y empuja al espectador a fijar su mirada en ella. El color blanco de la vestimenta de la Reina sobre las sábanas blancas de la cama contrasta con el resto de colores del lienzo. Es un blanco que recuerda el de los cuadros de Zurbarán.

El resto de los colores son apagados y fríos. Predomina el verde en diferentes tonalidades, que contrasta con el rojo del manto que viste Fernando el Católico.

El dibujo permite valorar la calidad de las texturas de las ropas y los objetos.

La pincelada amplia y suelta permite recrear la atmósfera de angustia del momento.

Con Doña Isabel la Católica dictando su testamento Rosales obtuvo la Primera Medalla de la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1864 y la Primera Medalla de Oro para extranjeros de la Exposición Universal de París de 1867 y la Legión de Honor francesa.

Doña Isabel la Católica dictando su testamento está considerado el mejor cuadro de la escuela española de la llamada pintura de historia. Para José Luis Díez García, doctor en Historia del Arte y miembro de la Real Academia de la Historia, es la “obra cumbre de la pintura española del siglo XIX (…) y una de las piezas capitales de toda la historia del arte español”.

El Museo Nacional del Prado adquirió el cuadro en 1865, el Museo de Arte Moderno desde 1894 y regresó al Prado en 1971.

sábado, 16 de septiembre de 2017

Museo de Bellas Artes de Granada

El Museo de Bellas Artes de Granada se inauguró en 1839. Su primera sede fue el exconvento dominico de Santa Cruz la Real. Después vinieron otros emplazamientos: las Casas Consistoriales de la calle Escudo del Carmen entre 1889 y 1897, la casa nº 11 de la calle Arandas entre 1897 y 1923 y la Casa del Castril entre 1923 y 1958. Su última y actual sede es el Palacio de Carlos V, donde se exhibe la exposición permanente y las temporales; el área administrativa, el archivo, la biblioteca y el departamento de restauración se encuentran en el complejo Nuevos Museos desde 1984.

El Museo de Bellas Artes de Granada es rico en lienzos de estilo barroco.
Destaca San Jerónimo penitente en el desierto (1660), de Alonso Cano.
  

El Museo de Bellas Artes de Granada se creó con obras procedentes de conventos desamortizados por Mendizábal en 1836, lo que explica que la mayor parte de las obras y las más valoradas sean de temática religiosa.

Las obras más antiguas datan del siglo XV. Hay que citar la escultura Santa María de la Alhambra, de Roberto Alemán, de la que se exhibe una reproducción.

Del siglo XVI destaca el relieve Virgen con el Niño, de Diego de Siloé.

Los fondos más importantes del Museo de Bellas Artes de Granada son del siglo XVII y de hechura barroca. Hay que citar obras de Juan Sánchez Cotán, caso de Bodegón con cardo y zanahorias y La Virgen despertando al Niño, procedente del monasterio de Nuestra Señora de la Asunción de Granada de la Orden de los Cartujos; de Juan van der Hamen el bodegón Cajitas de dulces; de Alonso Cano La Virgen del Lucero, San Jerónimo penitente en el desierto y la escultura San Diego de Alcalá; y de Pedro de Mena el busto Soledad. También se cuentan obras de José de Mora, Pedro de Moya, Felipe Gómez de Valencia y José Risueño, que anuncia el siglo XVIII.

Los fondos contemporáneos han crecido en los últimos años gracias a adquisiciones y donaciones. Del siglo XIX se cuentan obras de Mariano Fortuny, caso de Ayuntamiento viejo de Granada, y de Manuel Gómez Moreno Salida de la familia de Boabdil de la Alhambra; y del siglo XX de José María Rodríguez-Acosta, caso de La hora de la siesta, y de José María López Mezquita Dos hermanas.

En el Museo de Bellas Artes de Granada se encuentran cuadros impresionistas.
Destaca La hora de la siesta (1903), de José María Rodríguez-Acosta.