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sábado, 25 de febrero de 2017

Retablo mayor de la basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza, de Damián Forment

Damián Forment (Valencia, 1480-Santo Domingo de la Calzada, 1540) se formó como escultor en el taller de su padre. Llegó a ser el escultor de retablos más importante durante la primera mitad del siglo XVI. Sus obras más destacadas son el retablo mayor de la basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza (1509-1518), el retablo mayor del Real monasterio de Santa María de Poblet (1527-1529) y el retablo mayor de la catedral de Santa María de Huesca (1520-1534).

El retablo mayor de la basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza se inició en 1509 y se finalizó en 1518. Se realizó por encargo del cabildo de Santa María del Pilar. En su financiación también participaron el rey Fernando el Católico, su esposa Germina de Foix y Beatriz de Lanuza, virreina de Sicilia.

Damián Forment diseñó el retablo y realizó la mayor parte del mismo. Pero también participaron Francisco de Troya, Juan de Salas, Miguel de Arube y Pedro de Aponte, que se encargó de la policromía.

Está realizado en alabastro, policromado en su parte inferior. Las esculturas son de hechura renacentista, en altorrelieve y de bulto redondo, pero la estructura del retablo es gótica.

El tema central del retablo es la Asunción de la Virgen.

Damián Forment: Retablo mayor de la basílica de Nuestra Señora del Pilar1509-1518.
Estilo: Renacimiento.
Técnica: Alabastro policromado.
Temática: Religiosa.
Basílica de Nuestra Señora del Pilar, Zaragoza, España.


La parte inferior del retablo se realizó entre 1509 y 1512. El sotabanco se divide en siete espacios separados por pequeñas columnas corintias; están ocupados por otros tantos relieves. En el tercer y quinto espacios se reconocen los relieves de Damián Forment y su esposa Jerónima Alboreda. El banco está ocupado por siete relieves dedicados a los gozos de la Virgen; de izquierda a derecha: san Joaquín y santa Ana ante la puerta dorada, la Anunciación, la Visitación de la Virgen a santa Isabel, la Adoración de los pastores al Niño recién nacido, la Adoración de los Reyes Magos, la Piedad y la Resurrección. Los relieves están coronados por conchas y separados por columnas que soportan doseles ojivales góticos. En los extremos del sotabanco y banco y cobijadas en unas hornacinas las esculturas de Santiago apóstol, a la izquierda, y de san Braulio, obispo de Zaragoza, a la derecha.

La parte superior del retablo se organiza a modo de tríptico. En el centro la Asunción de la Virgen: María aparece rezando, con las manos unidas y mirando al cielo; rodean a la Virgen ángeles y el apóstol Santiago; sobre ella un expositor de forma ovalada rodeado de una línea de cabezas de querubines y ángeles músicos; y en la parte superior, Dios Padre y el Espíritu Santo en forma de paloma. A la derecha se representa el Nacimiento de la Virgen: santa Ana aparece sentada en el lecho y otra mujer atiende a la niña recién nacida. A la izquierda la Presentación de Jesús en el templo. Las tres escenas están rematadas por doseles y filigranas góticas.

El retablo está enmarcado por un guardapolvo en el que se cuentan seis ángeles, los dos de la parte superior sostienen el escudo capitular de la basílica del Pilar. Es obra de Miguel de Arube.

La importancia del retablo mayor de la basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza radica en ser un retablo de transición del estilo gótico al renacentista; es gótico en su estructura y renacentista en el tratamiento dado a las esculturas.

viernes, 17 de febrero de 2017

Arqueta de San Genadio

La arqueta de San Genadio fue donada por Alfonso III el Magno, rey de Asturias (866-910), y su esposa Jimena a san Genadio, obispo de Astorga (900-919), en agradecimiento por haber aceptado la labor pastoral. La arqueta de San Genadio se data en 909 porque en ella aparece grabada la Cruz de la Victoria, obra fechada en 908. Primero se utilizó para guardar la Sagrada Forma, y desde el siglo XVIII como relicario.

Anónimo: Arqueta de San Genadio, 909.
Estilo: Prerrománico asturiano.
Técnica: Mixta en madera, plata repujada y vidrio.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: 31 x 26 x 19 x 16 cm.
Museo Catedralicio de Astorga, Astorga, España.


La base de la arqueta tiene forma rectangular y su parte superior de pirámide truncada. Los materiales con los que está hecha son madera recubierta con plata repujada, dorada en parte, y vidrios de colores.

En los dos primeros niveles de la arqueta aparecen arquerías de medio punto rebajado, decorados con vidrios azules, rojos y verdes. En el primer nivel aparecen catorce arcos, que cobijan otros tantos ángeles en actitud orante o de alabanza, de frente o perfil, con uno de los brazos levantados y con las alas plegadas. En el segundo nivel otros catorce arcos cobijan otros tantos árboles estilizados, que simbolizan la Creación.

En el solero aparece la Cruz de la Victoria, repujada, pero sin dorar. Han desaparecido los cuatro casquetes de plata de las esquinas sobre los que se alzaba.

En la tapa trocopiramidal aparecen representados el Cordero místico sosteniendo una cruz, se lee la inscripción latina AGNVS DEI. A ambos lados del Cordero místico aparecen inscritos en latín los nombres de los reyes donantes ADEFONSVS REX y SCEMENA REGINA, es decir, Alfonso III rey y su esposa Jimena.

En la tapa de la arqueta de San Genadio se reconoce la imagen del Agnus Dei.


En el remate frontal de la tapa aparecen representados un buey y un águila acompañados por las inscripciones latinas de los santos a los que representan LVCAS y IOHAN. En los otros lados debieron aparecer representados los otros dos evangelistas, san Marcos y san Mateo, pero desde el siglo XVIII aparece la inscripción s. Mrs. Diodoro y Deodato, en atención a los santos de los que se guardaban las reliquias. En uno de los lados menores se distingue la figura del arcángel Gabriel, acompañado por la inscripción latina GABRIHEL ANGELVS.

La arqueta de San Genadio debe su importancia artística a ser una de las pocas piezas que se conservan de la orfebrería prerrománica asturiana.

viernes, 3 de febrero de 2017

Juan van der Hamen

Juan van der Hamen (Madrid, 1596-1631) fue un pintor barroco. Se le reconoce por sus bodegones y floreros, pero también pintó cuadros religiosos, mitológicos y retratos. Se formó en Madrid y se integró en los ambientes más cultos de la Corte. Recibió la influencia de Juan Sánchez Cotán y Frans Snyders, además hizo suyo el naturalismo italiano de Vicente Carducho.

Concluyó su formación en 1615. El primer encargo que recibió y del que se tiene noticia lo llevó a cabo en 1619; se trataba de un bodegón “de frutas y caça” para la Galería del Mediodía del Palacio del Pardo. En 1627 fracasó en su intento de obtener plaza como pintor del Rey, pero en 1630 entró al servicio del cardenal-infante don Fernando como pintor de su Real Casa.

Juan van der Hamen destacó en el género del bodegón por encima de cualquier otro. Sus bodegones, como toda su producción, se caracterizan por la precisión técnica, las composiciones ordenadas, el uso de un foco de luz dirigida hacia aquello que quería destacar en contraste con las zonas de sombra y el protagonismo de los dulces.

Bodegón con cesta de frutas y plato de cerezas (hacia 1620). El bodegón fue el género favorito de Juan van der Hamen y en el que más sobresalió.
  

Son muchos los bodegones de Juan van der Hamen que destacan por sus calidades. Uno de los primeros es Bodegón con cesta de frutas y plato de cerezas (hacia 1620). Dentro de un marco sobrio, se aprecian las texturas del mimbre de la cesta y de la piel de las frutas. La luz ilumina el primer plano y la sombra llena el fondo del cuadro.

En Bodegón con dulces y recipientes de cristal (1622), los objetos se disponen en zigzag sobre una repisa estrecha. La luz se refleja de manera magistral sobre el vidrio y el aguamiel de uno de los recipientes. Las calidades de los higos confitados y las pastas son sobresalientes. El barquillo sobresale de la repisa lo que permite subrayar su escasa profundidad.

Bodegón con dulces y recipientes de cristal (1622) se ajusta al bodegón característico de Juan van der Hamen por contener dulces.

  
Cesta y caja con dulces (1622) es quizá el bodegón de más calidad de los que pintó Juan van der Hamen. Sobre un alfeizar se disponen, de izquierda a derecha, dos cajas circulares de madera superpuestas, de distinto tamaño, que hacen de soporte a un tarro de miel, una cesta, que ocupa el centro de la escena, es de mimbre con tres tipos de entrecruzados, colmada de dulces y pastas y fruta confitada, y dos tarros, uno de madera con forma de barrilete. Todos los elementos destacan sobre el fondo oscuro gracias a recibir la luz procedente del exterior, el foco de luz está a la izquierda del cuadro, lo que permite que los objetos proyecten su sombra sobre el alfeizar y muro derecho del vano. La técnica depurada de Juan van der Hamen se aprecia en las texturas de los objetos y los dulces y en el detalle de las muescas en el muro del alfeizar, lo que da más verosimilitud a la escena.

Cesta y caja con dulces (1622) está considerado el mejor bodegón de Juan van der Hamen. Llama la atención por su realismo en las texturas de los objetos y los alimentos.
  

En Bodegón con cardo, hortalizas y paisaje nevado (1623) los objetos se disponen en alturas diferentes, la profundidad del alfeizar viene marcada por las zanahorias que sobresalen y por el vano que deja ver un paisaje de invierno. La influencia de Juan Sánchez Cotán en Juan van der Hamen se reconoce en la figura del cardo; contrastan las zonas de luz y de sombra, el foco de luz principal es el cardo, pero también el blanco de la nieve.

En Bodegón con cardo, hortalizas y paisaje nevado (1623) se reconoce la influencia de Juan Sánchez Cotán en Juan van der Hamen.


Florero y bodegón con perro (1625). Juan van der Hamen también destacó como pintor de floreros.

  
Otro género próximo al de los bodegones que Juan van der Hamen cultivó con éxito fue el de los floreros, aunque en ocasiones aparezcan acompañados de bodegones. Destacan Florero y bodegón con perro (1625) y Bodegón con alcachofas, flores y recipientes de vidrio (1627). En el primero, el florero es el eje de la composición, aparece flanqueado por unos recipientes de vidrio y un plato con dulces, las baldosas del suelo dan más profundidad al espacio y permite introducir en la composición la figura de un perro. El segundo se estructura en tres niveles, aparecen dos floreros acompañados por unas alcachofas, un plato de cerezas y un objeto de cristal, las flores ponen la nota de color y destacan sobre el fondo oscuro.

Bodegón con alcachofas, flores y recipientes de vidrio (1627).


En Retrato de un enano (hacia 1626) Juan van der Hamen trató de dignificar al personaje vistiéndolo con ropas lujosas.

  
Juan van der Hamen cultivó el género del retrato. Los personajes aparecen con un semblante severo. Entre los pocos retratos que se conservan hay que citar Retrato de un enano (hacia 1626), que se ajusta al modelo de retrato cortesano; el personaje aparece vestido con ropas lujosas, porta una espada de caballero y bastón de mando, se trata de resaltar su nobleza por encima de su condición física; la figura destaca gracias a la disposición de un foco de luz elevado.

Uno de sus últimos retratos, y a la vez bodegón, es Vendedora de pescado (hacia 1631), donde ella cruza la mirada con un niño que da la espalda al espectador; cierra la escena otra mujer; la gama de colores es escasa y en tonos oscuros, lo que permite resaltar el rostro lechoso de la vendedora. Otros cuadros de este género son Retrato de Francisco de la Cueva (1625), de medio cuerpo, y Retrato de Catalina de Erauso, la Monja Alférez (1626).

Juan van der Hamen apenas pintó cuadros mitológicos. Destaca Ofrenda a Flora (1627). Se trata de una alegoría de la primavera. La diosa Flora aparece sentada mirando al espectador, mientras un niño le ofrece un cesto de rosas; ambos visten a la moda de la época; en primer plano, a los pies de Flora, destacan las muchas flores coloristas que hay. El fondo se cierra con una escultura clásica en un jardín. La luz ilumina a Flora y al niño, mientras que el resto del lienzo queda en la penumbra. La gama de colores es escasa, blancos, dorados y rojos destacan sobre el pardo predominante.

Ofrenda a Flora (1627) es una alegoría de la primavera, y el cuadro mitológico más representativo del Juan van der Hamen.