Juan de Flandes (¿?, 1465-Palencia, 1519) fue uno de los pintores renacentistas españoles más destacados. Era de origen flamenco, pero la carrera artística que se le conoce la desarrolló en España desde 1496, al servicio de la reina Isabel la Católica hasta la muerte de esta en 1504, llegando a ser pintor de Corte, y luego en solitario en Castilla. Realizó obras de gran maestría entre las que hay que citar Retrato de Isabel la Católica (1500-1504), La resurrección de Lázaro (1518) y La Crucifixión (1519).
La
pintura de Juan de Flandes presenta las siguientes características:
- Las figuras se agolpan en el primer plano, inmóviles y sin comunicación entre ellas.
- Prevalencia de las líneas rectas, en particular las verticales.
- Composiciones geométricas.
- Predominio de los colores claros.
- Protagonismo de la luz.
- Con el fin de acercar sus obras a los espectadores de su época, las escenas se enmarcan en espacios arquitectónicos renacentistas, introdujo el paisaje castellano y vistió a los personajes con arreglo a la moda de su tiempo.
- Utilizó la técnica del óleo sobre tabla.
La
carrera artística de Juan de Flandes pasó por las etapas siguientes:
- Anterior a su llegada a España, antes de 1496.
- Al servicio de la reina Isabel la Católica, de 1496 a 1504.
- Salmantina, de 1504 a 1508.
- Palentina, de 1509 a 1519.
De
la etapa anterior a su llegada a España (antes de 1496) apenas se sabe
nada. Se da por supuesto que se formó en la Escuela de Brujas y que le influyó
Jan van Eyck y Hans Memling. Quizá estuvo al servicio del emperador Maximiliano
I.
Durante la etapa al servicio de la reina Isabel la Católica (1496-1504), Juan de Flandes fue nombrado pintor de la Corte; le nombró la reina Isabel la Católica y le cesó el rey Fernando el Católico a la muerte de su esposa.
Juan de Flandes se ajustó a los valores estéticos de la reina Isabel la Católica, a la vez que fijó las características formales de su estilo.
Las obras religiosas más importantes durante los años que estuvo al servicio de Isabel la Católica fueron el Cristo sobre la piedra fría (1496-1497), La lamentación sobre Cristo muerto (hacia 1500) y políptico de Isabel la Católica (1496-1504); y entre los retratos hay que mencionar Retrato de una infanta, Catalina de Aragón e Isabel la Católica, ambos pintados entre 1500 y 1504.
La pintura Cristo sobre la piedra fría es de carácter devocional; representa el momento en el que Jesús de Nazaret espera la muerte, desnudo, sentado sobre una piedra, con la corona de espinas y la soga al cuello y atándole las manos, junto a la cruz y la vestimenta en el suelo; el paisaje subraya el sentimiento de abrumadora soledad del momento.
Se
sabe que Juan de Flandes se inspiró en una obra perdida de Hugo van der Goes
para pintar La lamentación sobre Cristo muerto; Cristo marca la diagonal
en escorzo desde el regazo de la Virgen María hasta la extremo inferior
izquierdo de la tabla, mientras la Virgen María, san Juan y María Magdalena
marcan las líneas verticales en semicírculo tras la imagen de Cristo, que ocupa
el primer plano; aparecen elementos de la Pasión como la corona de espinas y
los clavos, además se aprecian las heridas en el costado, manos y pies; los
colores son simbólicos, representando el blanco y el jazmín la pureza, el verde
la esperanza, el dorado la gloria y el azul la eternidad.
El
políptico de Isabel la Católica es una obra conjunta de Juan de Flandes
y Michel Sittow. Se trata de una obra devocional que narra la vida de Jesús de Nazaret
y la Virgen María, de la que se conservan la mitad de las 47 tablillas
originales de pequeño tamaño; se caracterizan por un dibujo nítido, fuerza
expresiva, cromatismo y luz intensos y predominio de líneas verticales.
Aún se debate si Juan de Flandes en Retrato de una infanta, Catalina de Aragón retrato a Catalina de Aragón o a otra infanta. En cualquier caso, presenta características propias del estilo de Juan de Flandes, como son el rostro ovalado de la mujer, perfilado con suavidad y de expresión dulce, además de luces y sombras delicadas.
Juan de Flandes pintó Isabel la Católica en los últimos años de la vida de la reina, envejecida y afectada por la muerte temprana de algunos de sus hijos; la reina destaca sobre un fondo neutro, que se confunde con su vestido; aparece de busto, con la cabeza apenas girada hacia la derecha, vestida y peinada a la moda de la época, el único elemento que la adorna es la cruz griega y el joyel que descansan sobre su pecho; la luz es intensa e ilumina el rostro de la reina; la paleta de colores es escasa y contrastada entre el blanco y el negro, siendo el rojo y el verde las únicas notas de color; se aprecia el virtuosismo de Juan de Flandes en la reproducción exacta de las texturas de la vestimenta y el joyel de la reina. Este cuadro marcó el inicio del retrato oficial de la Corte de la Monarquía Hispánica, siendo también un estudio psicológico de la reina en ese momento.
La
etapa salmantina (1504-1508) se inició tras la muerte de Isabel la
Católica y perder su condición de pintor de la Corte. Trabajó en solitario, en
competencia con otros pintores y aceptando trabajos distintos a los que había
hecho hasta entonces. Su producción durante estos años fue escasa, pero de
mayor tamaño; trabajó para la Universidad de Salamanca, ocupándose en los
retablos de la capilla y del hospital.
Juan de Flandes pintó La resurrección de Cristo en 1508. Cristo ocupa el centro de la escena, aparece sobre el sepulcro tras vencer a la muerte, dirigiendo la mirada a Dios Padre, haciendo la señal de la Trinidad con la mano derecha, mientras con la izquierda porta el estandarte de la Resurrección, además deja ver las heridas del martirio; tres soldados cierran la escena.
La
etapa palentina (1509-1519) presenta características distintas motivadas
a la necesidad de trabajar más deprisa; por ello, reduce el número de figuras
que aparecen en las escenas que compone y las hace más grandes, pero también
más expresivas; además, introdujo y reprodujo con maestría edificaciones
defensivas en ruinas y la “ciudad en llamas” descrita en la Biblia.
Juan de Flandes trabajó para personalidades que estuvieron vinculadas a la Corte de Isabel la Católica, caso del obispo Juan Rodríguez de Fonseca, Sancho de Castilla, patrono de la iglesia de San Lázaro, y el almirante Enríquez, patrono del convento de Santa Clara.
La etapa palentina es la más productiva de Juan de Flandes en cantidad y calidad; entre las obras más destacadas hay que citar La resurrección de Lázaro (1510-1518), el retablo mayor de la santa iglesia catedral de San Antolín de Palencia (1509-1519) y La Crucifixión (1509-1519).
La resurrección de Lázaro formó parte de un retablo de la iglesia de San Lázaro de Palencia; Cristo aparece bendiciendo a Lázaro, a quien da la orden de incorporarse, este aparece sentado en el sepulcro mirando al Señor, su hermana María está arrodillada tras él; los personajes aparecen representados con un aire de monumentalidad; el estilo de los edificios y la indumentaria de los personajes son contemporáneos al momento de la ejecución de la tabla.
Juan
de Flandes participó en el retablo mayor de la santa iglesia catedral de
San Antolín de Palencia pintando las escenas de la vida de Jesús de Nazaret,
aunque algunas de las tablas no se incluyeron en el retablo tras las
modificaciones que sufrió este, una de esas tablas fue La Crucifixión;
sí se incluyeron las tablas Descendimiento y Piedad.
La Crucifixión debió formar parte del retablo mayor la santa iglesia catedral de San Antolín de Palencia; presenta un formato apaisado de gran tamaño; aparecen representados Cristo, que hace las veces de eje compositivo, y, de izquierda a derecha, san Juan, la Virgen María, María de Cleofás, María Salomé, María Magdalena, un jinete, un centurión y un soldado, además de los personajes inanimados de la nube, el tarro de ungüentos, la calavera, el fémur y la cadera, piedras preciosas y Jerusalén al fondo; el aspecto de Cristo es siríaco y exhibe los elementos de la Pasión. Los gestos, los colores y muchos de los elementos que componen la escena tienen un significado simbólico: las manos de María Cleofás y María Salomé el poder de la oración, el blanco la pureza, el verde la esperanza, el azul la nobleza de corazón, el rojo la Pasión y el dorado la Gloria, el tarro de los ungüentos el perdón de los pecados, el centurión, la conversión, el soldado, el cumplimiento de las profecías, la calavera, el fémur y la cadera el pecado capital de Adán y Eva y las piedras preciosas el Paraíso. Juan de Flandes aprovechó el gran tamaño de las figuras para dotarlas de monumentalidad, volumen y pliegues marcados, además remarcó algunos contornos para subrayar el modelado de las figuras. La luz entra por el lado izquierdo proyectando las sombras hacia la derecha. Los colores tienen una tonalidad oscura en coherencia con los semblantes doloridos de los personajes que aparecen en la escena.
Juan de Flandes alcanzó a ser uno de los pintores más destacados de la pintura renacentista española partiendo del estilo flamenco para desarrollar un estilo personal ajustado a los valores estéticos de la corte de la reina Isabel la Católica de finales del siglo XV y castellanos de las primeras décadas del siglo XVI.