El Greco (Candia, Creta, 1541-Toledo, España,
1614) inició su carrera artística pintando iconos de estilo tardobizantino;
entre 1567 y 1570 vivió en Venecia, donde estudió a Tiziano, Tintoretto y Veronés, y entre 1570 y 1577 en Roma, relacionándose con el círculo del cardenal
Farnesio y estudiando a Miguel Ángel. En 1577 se instaló en España, en la
ciudad de Toledo, donde pintó sus mejores lienzos por encargo de
Se
tiene la casi certeza de que El Greco retrató en El caballero de la mano en el pecho a don Juan de Silva, marqués de
Montemayor, notario mayor de Toledo.
El personaje aparece en el primer plano, de medio cuerpo, de frente, con la mano derecha llevada al pecho y con la izquierda empuñando una espada, aunque no se vea esta mano. Viste traje de la época, de terciopelo negro con gola y puños blancos. Además, porta una espada en plata dorada y oro repujado y un medallón plateado. El fondo es neutro en tonos grisáceos.
El retratado representa al caballero cristiano y castellano de tiempos de Felipe II. Su semblante y vestimenta son sobrios y elegantes. El gesto de llevarse la mano al corazón simboliza el juramento de fe perpetuo que está realizando y su vida ascética, que se subraya por su rostro enjuto y pálido y dedos finos.
La composición es simétrica. La línea de simetría viene marcada por el copete del cabello, la nariz y la punta de la barba. Otra línea vertical viene marcada por la espada. Las líneas diagonales se repiten en bigote, barba y gola. Las líneas curvas se aprecian en el arco de los ojos y la empuñadura de la espada.
Los focos de atención son los ojos del caballero, su mano derecha y la empuñadura de la espada.
La profundidad del cuadro es escasa.
Los colores son escasos y sobrios: blanco, encarnado, gris, oro y plata.
Los colores, la luz y la expresión del caballero buscan provocar un impacto visual y emocional en el espectador.
El caballero de la mano en el pecho es uno de los retratos más conocidos por el gran público y el más definitorio de El Greco y del manierismo español.