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sábado, 28 de mayo de 2022

Huyendo de la crítica, de Borrell del Caso

Pedro Borrell del Caso (Puigcerdá, 1835-Barcelona, 1910) es un pintor realista español. Se formó en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona. Participó en exposiciones en Barcelona, Madrid y París, obteniendo medallas y menciones de honor. Rechazó ser catedrático en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona. Por su academia de dibujo pasaron Javier Nogués y José María Sert entre muchos otros. Destacó como retratista y pintor de cuadros de temática religiosa de estética nazarena, aunque muchas de estas últimas obras fueron destruidas durante la Guerra Civil española (1936-1939). Sobresalió como pintor de trampantojos, llamando la atención Huyendo de la crítica (1874) y Dos niñas (1880).

Pedro Borrell del Caso: Huyendo de la crítica, 1874.
Estilo: Realismo.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Temática: Trampantojo.
Dimensiones: 76 x 61 cm.
Colección del Banco de España, Madrid, España.

  

Huyendo de la crítica es el trampantojo más conocido de Borrell del Caso. El trampantojo es una ilusión óptica con la que se pretende confundir al espectador, haciéndole creer que la ficción es realidad.

El único personaje que aparece en Huyendo de la crítica es un niño, que pretende salir de un cuadro a toda prisa; se está dando impulso con las piernas y las manos; la pierna izquierda la tiene apoyada en el suelo de un espacio interior y la derecha en un marco ficticio; con las manos se sujeta al marco a distinta altura, el brazo derecho lo tiene flexionado, lo que hace que la mano esté a la misma altura del hombro, el brazo izquierdo lo tiene extendido hacia la parte baja del marco. Presenta un rostro asustado, con ojos desorbitados. Viste un pantalón corto y una camiseta de manga larga abierta hasta el abdomen. El niño destaca sobre un fondo neutro.

La paleta de colores parece ser escasa, pero no lo es, además de ser rica en matizas gracias a los juegos de luces y sombras. Hay un equilibrio entre colores fríos y cálidos: castaño, encarnado, negro, ocre y verde.

La luz procede del lado superior izquierdo, iluminando la parte derecha del rostro, el pecho, el hombro y la pierna derechos y la mano izquierda, dejando la mitad izquierda del cuerpo en la penumbra. En el lado inferior derecho se aprecia que el fondo del cuadro es verdoso, pero negro allí donde no llega la luz.

El niño que aparece en Huyendo de la crítica recuerda a los niños pobres de los cuadros de Murillo.

Se acepta que los mensajes que Borrell del Caso quería hacer llegar al espectador a través de Huyendo de la crítica son dos: el de querer pintar con absoluta libertad y el de sacudirse a los críticos, quienes con sus comentarios podían arruinar la carrera profesional o la vida privada de cualquier artista. En este sentido el niño que aparece en el lienzo sería un trasunto de Borrell del Caso.

La trascendencia artística del lienzo Huyendo de la crítica, de Borrell del Caso, radica en ser uno de los trampantojos más conocidos de la historia del arte por su vistosidad y dinamismo.

sábado, 21 de mayo de 2022

Corona votiva de Suintila

La corona votiva de Suintila (621) es una de las piezas más importantes del tesoro de Guarrazar, descubierto entre 1858 y 1861 en la localidad de Guadamur, Toledo. Se regaló a la reina Isabel II en 1861, conservándose en el Palacio Real de Madrid hasta 1921, año en el que fue robada. Se desconoce dónde se encuentra.

Anónimo: Corona votiva de Suintila, 621.
Estilo: Prerrománico visigodo.
Técnica: Mixta en oro, perlas, piedras preciosas talladas y vidrio.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: 102 cm. de alto y 22 cm. de diámetro.
Localización desconocida.

  

La corona votiva de Suintila es de estilo bizantino. Está compuesta por dos semicírculos compuestos por dos chapas de oro unidos mediante charnelas. La decoración se presenta en tres registros: el central aparece adornado rosetas de ocho pétalos, unas contienen una perla y otras un zafiro alternándose; los registros superior e inferior presentan aros sobremontados, decorados con perlas y zafiros tallados en cabujón.

De la corona cuelga la leyenda SVINTHILANVS REX OFFERET en alusión al donante, aunque algunas de las letras se perdieron. De cada letra pende una cápsula, que contiene una esmeralda o vidrio de color verde, y de la cápsula una perla, una cuenta de oro y un zafiro.

La cruz colgante presenta un medallón circular con un zafiro y un cristal de roca engarzados, rodeados por una corona de cuentas de oro y perlas alternándose; del medallón salen cuatro brazos, que se bifurcan y terminan en palmetas bizantinas; estos elementos están adornados con granates, perlas y zafiros.

La corona se sujetaría del techo mediante cuatro cadenas de oro de cuatro eslabones con forma de hoja de peral, sujetas en la parte superior a cuatro anillas y un florón compuesto por dos azucenas de seis pétalos, realizado en oro y cristal de roca con pinjantes de oro, perla y zafiro.

Las coronas votivas son las piezas más estimadas de la orfebrería visigoda por su originalidad y riqueza; sin embargo, no lo son en su finalidad por cuanto los reyes visigodos imitaron al emperador bizantino Justiniano en el acto de ofrecer coronas votivas a la Iglesia; los reyes visigodos las ofrecían a la Iglesia de Toledo para gozar de su protección.

La corona votiva de Suintila influyó en la de Recesvinto, que se realizó en 653.

sábado, 7 de mayo de 2022

El aguador de Sevilla, de Velázquez

Diego Velázquez (Sevilla, 1599-Madrid, 1660) es el pintor barroco español más universal. Se formó en Sevilla a la sombra de Herrera el Viejo y Francisco Pacheco. En 1623 se instaló en Madrid y fue nombrado pintor de cámara de Felipe IV. Viajó a Italia en dos ocasiones (1629 y 1649). Pintó cuadros costumbristas, desnudos, históricos, mitológicos, paisajes, religiosos y retratos. Entre los costumbristas hay que citar Vieja friendo huevos (1618) y El aguador de Sevilla (1620), ambos de la etapa sevillana o de formación del pintor, anterior a 1623. El rey Felipe IV le nombró caballero de la Orden de Santiago (1658).

Diego Velázquez: El aguador de Sevilla, 1620.
Estilo: Barroco.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Temática: Costumbrista.
Dimensiones: 107 x 81 cm.
Wellington Museum, Londres, Reino Unido.

  

En escena aparecen tres hombres. El aguador se dispone a la derecha, en primer plano y de perfil; se trata de un hombre anciano, de cabello recién cortado, rostro enjuto, con arrugas marcadas y con perilla; sirve a un niño una copa de cristal llena de agua y con un higo en el fondo para dar una sabor dulce al agua; este gesto lo realiza con la mano derecha, mientras la mano izquierda descansa sobre una tinaja; viste un capote pardo deteriorado por el uso y una camisa blanca y limpia. Un niño, a la izquierda y en segundo plano, recibe la copa de cristal con la mano derecha; viste un capote negro, que deja asomar el cuello de una camisa blanca; aparece con el cabello bien recortado; parece el mismo niño que Velázquez retrató en Vieja friendo huevos (1618). Un hombre de mediana edad se adivina entre ambos y en tercer plano; ofrece cabello corto y negro, igual que la barba. Las miradas del aguador y del niño revelan lo concentrados que están en la tarea que les ocupa; la mirada directa del personaje del fondo hacia el espectador sirve para integrar a este en la escena. Esta se interpreta como la representación de las tres edades del hombre; el anciano entrega la copa al niño con el conocimiento que necesitará para desenvolverse en la edad adulta. 

Velázquez gustaba pintar un cuadro en el que se reconociesen varios géneros; así este lienzo es una escena costumbrista típica del verano de Sevilla, la de un aguador vendiendo agua, pero también es una galería de tres retratos y un bodegón de cacharros de cocina, que se disponen en primer y segundo plano, delante del aguador y del niño. 

Otras características que se reconocen en este cuadro y que se encuentran en otros de la etapa sevillana de Velázquez, anterior a 1623, son un dibujo preciso que define los contornos de los personajes y objetos; una luz caravaggesca, que deja el fondo del cuadro en penumbra; uso de una paleta de colores escasa con predominio de los terrosos, el negro y el blanco en tonos mate por influencia de Francisco Pacheco, uno de los maestros de Velázquez; y un realismo naturalista que humaniza a los personajes y los acerca al espectador y que permite mostrar las texturas reales de los objetos de cocina y de la vestimenta de los personajes. 

El primer dueño de El aguador de Sevilla, de Velázquez, fue Juan de Fonseca, religioso, maestrescuela y sumiller de cortina al servicio del rey Felipe IV a instancias del conde-duque de Olivares; lo compró en almoneda Gaspar de Bracamonte, camarero del infante don Carlos, en 1627 a la muerte de Juan de Fonseca; se sabe que perteneció al cardenal-infante don Fernando; aparece en el inventario del palacio del Buen Retiro en 1700; Antonio Ponz lo vio en el Palacio Real años después; el duque de Wellington lo halló en el equipaje de José Bonaparte en 1813, lo tomó y llevó a Inglaterra; estando el cuadro en Inglaterra, el rey Fernando VII decidió entregarlo como regalo por la ayuda prestada durante la Guerra de Independencia. Ahora forma parte de la colección permanente del Wellington Museum.