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sábado, 19 de diciembre de 2020

El Greco

El Greco (Candia, 1541-Toledo, 1614) es el pintor manierista más original y sobresaliente. 

El entierro del conde de Orgaz (1585) es el cuadro más universal de El Greco.
 

La trayectoria pictórica de El Greco se divide en cuatro etapas:

  • Cretense, de 1555 a 1566.
  • Veneciana, de 1567 a 1570.
  • Romana, de 1570 a 1577.
  • Española, de 1577 a 1614.

Durante la etapa cretense (1555-1566) se formó como pintor de iconos, cuadros devocionales característicos del cristianismo ortodoxo. Los iconos eran de estilo tardobizantino y seguían unas reglas estrictas: aparecen personajes carentes de naturalismo sobre un fondo dorado. Hay que citar Dormición de la Virgen (1565). 

Dormición de la Virgen (1565) es uno de los iconos más valorados de El Greco.
 

La etapa veneciana (1567-1570) la pasó estudiando a Tiziano, Tintoretto, Veronés y Bassano. Desarrolló un estilo ecléctico, que revela que asimiló los elementos escenográficos, el dibujo, el color, la luz, los escorzos y el dramatismo de la Escuela veneciana. De estos años destacan Curación del ciego (1567) y La huída a Egipto (1570). 

Curación del ciego (1567) es uno de los lienzos de la etapa veneciana de El Greco.
  

En su viaje a Roma se detuvo en Parma, donde estudió las obras de Corregio y Parmigianino.

La etapa romana (1570-1577) puso fin a sus años en Italia. En 1570 abrió un taller de pintura en Roma, el erudito Fulvio Orsini le puso en contacto con el círculo intelectual romano, conoció al miniaturista Giulio Clovio y al cardenal Farnesio, entrando a trabajar en su palacio, y en 1572 fue admitido como miniaturista en la Academia de San Lucas. En Roma se impregnó del manierismo dominante, tras la muerte de Rafael y Miguel Ángel, y de los preceptos contrarreformistas salidos del Concilio de Trento (1545-1563). De sus obras romanas hay que citar El Soplón (1570), Retrato de Giulio Clovio (1571) y Anunciación (1573). 

Retrato de Giulio Clovio (1571) es un retrato de la etapa romana de El Greco.
  

Hacia 1575 el Greco era consciente de que su carrera artística en Roma estaba estancada, entre otros motivos por considerarse al mismo nivel que Miguel Ángel, algo que le enemistó con el influyente sector miguelangelesco del círculo intelectual romano. Don Luis de Castilla le persuadió de que la mejor opción era instalarse en España para trabajar en Toledo y en la decoración del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

La etapa española (1577-1614) se inició en Madrid, donde no consiguió triunfar. Se instaló en Toledo por ser la capital religiosa de España y por su amistad con Diego de Castilla, deán de la catedral de Santa María de Toledo, que le puso en contacto con una clientela culta, comprometida con la Contrarreforma, que gustó de sus pinturas.

El Greco desarrolló en España las características que hacen que sus lienzos sean inconfundibles y representativos de un manierismo personalísimo:

  • Las figuras se alargan hasta lo imposible. Es así porque El Greco consideraba más bellas las proporciones alargadas que las naturales. La cabeza es pequeña en proporción con el resto del cuerpo.
  • Los espacios escenográficos son indefinidos y poco profundos.
  • Las figuras se concentran en el primer y casi único plano, apareciendo superpuestas, en un evidente horror vacui.
  • La pincelada es larga y fluida.
  • Los colores son fríos, y los cálidos resultan fríos por su brillo metálico.
  • La luz es estridente y brillante. No hay una fuente de luz exterior; la fuente de luz son los propios personajes que aparecen en el cuadro. El Greco utilizó la luz para reforzar el mensaje de que Dios en sus diversas presentaciones es la verdad; en este caso la única fuente de luz en el cuadro es el Señor.
  • Los personajes están dominados por el dramatismo y la espiritualidad con el fin de provocar en el espectador emoción y reflexión.
  • La mayoría de la producción es de temática religiosa y ajustada a los principios de la Contrarreforma, aunque también cultiva los retratos, la mitología y el paisaje. 

Diego de Castilla le encargó para la iglesia de Santo Domingo el Antiguo varios retablos y El Expolio, obras de 1577. 

El retablo mayor de Santo Domingo el Antiguo contenía siete lienzos de los que destaca el principal, La Anunciación, de composición piramidal formada por la Virgen y dos grupos de apóstoles, y La Trinidad, con las figuras dispuestas en zig-zag. 

La Trinidad (1577) forma parte del retablo mayor de Santo Domingo el Antiguo.
  

El Expolio representa el momento de la Pasión en el que Cristo es despojado de sus ropas. El Greco se inspiró en el relato de san Buenaventura. Cristo es la figura central, con la mano derecha en el pecho, dentro de un óvalo imaginario, en torno a la cual gravita el resto de la composición. La única figura que aparece completa es la de Cristo; a la derecha un sayón barrena el madero de la cruz para hacer los agujeros; al otro lado tres mujeres llaman la atención por su belleza y piedad; acompaña a Cristo un caballero del siglo XVI. El rostro iluminado de Cristo y su túnica roja contrastan con las caras sombrías de los sayones y con el tono oscuro del resto del cuadro. La naturaleza se limita al palmo de tierra que pisa Cristo y a la estrecha franja de cielo cubierto de nubes. 

El Expolio (1577) es la primera gran obra de El Greco en España.
  

Felipe II hace dos encargos a El Greco para decorar el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. En Alegoría de la Liga Santa –también conocido como Adoración del nombre de Jesús o Sueño de Felipe II– se combinan iconografías políticas de difícil lectura con motivos ortodoxos medievales; y en El martirio de san Mauricio y la legión tebana no aparece la escena del martirio. Ambos lienzos son de 1582. Felipe II expresó su disgusto hacia ambos lienzos por lo que El Greco no participó en la decoración de Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial y se asentó para siempre en Toledo. 

El martirio de san Mauricio (1582) no gustó a Felipe II, razón por la cual El Greco no participó en la decoración del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
  

La obra maestra de El Greco es El entierro del conde de Orgaz (1585) de la iglesia de Santo Tomé de Toledo, donde descansan desde 1323 los restos del conde de Orgaz. Según la leyenda la caridad del conde de Orgaz fue recompensada en el momento de su entierro con la aparición de san Agustín y san Esteban que introdujeron al difunto en la tumba. La composición se estructura en dos planos bien diferenciados; la parte baja representa la realidad terrenal, el entierro, y la parte superior el mundo espiritual; ambos planos están separados por la línea de las cabezas de los asistentes al entierro, y están unidos por el triángulo que forman las nubes, donde se encuentra la figura de un ángel que hace ascender hacia Cristo el alma del difunto. Acompañan a Cristo la Virgen, san Pedro y san Juan Bautista. El cuadro es también una galería de retratos en el que se distingue a Felipe II en la parte superior derecha.

Desde 1590 los mejores lienzos de El Greco son de temática religiosa, sobre todo vida de santos: San Juan Evangelista y san Francisco (1590), Las lágrimas de san Pedro (1595) y San Andrés y san Francisco (1595). 

San Andrés y san Francisco (1595) quizá sea el cuadro de santos más célebre de El Greco.
  

El retablo de doña María de Aragón (1596-1600) es el retablo de la iglesia del colegio seminario de la Encarnación de Madrid, desmontado durante la Guerra de la Independencia (1808-1814). Sus seis lienzos son El Bautismo, La Crucifixión, La Resurrección, La Anunciación, El Pentecostés y La Adoración de los pastores del Museo Nacional de Arte de Rumanía en Bucarest. Sus características anticipan las obras de su etapa tardía: las escenas se ciñen a espacios claustrofóbicos, que refuerzan su verticalidad; la luz espectral subraya la irrealidad de las figuras; los escorzos están muy marcados; los colores son fríos e intensos; y la espiritualidad es expresionista.

Entre sus obras tardías destacan las pinturas del que fue retablo de la Capilla mayor del hospital de la Caridad de Illescas (1603), Inmaculada Concepción de la capilla de Isabel de Oballe (1607), Visión del Apocalipsis (1608-1614) y La Adoración de los pastores (1614).

Las pinturas del que fue retablo de la Capilla mayor del hospital de la Caridad de Illescas son cuatro y ensalzan la figura de la Virgen. En La Anunciación el Espíritu Santo ocupa el centro de la escena y la ilumina; en la Virgen de la Caridad es ella la que ocupa el centro de la composición acogiendo a un grupo de fieles; La Coronación presenta forma ovalada porque ocuparía la bóveda de la capilla, lo que provocó la desproporción entre las figuras de Dios Hijo a la izquierda, la Virgen en el centro y Dios Padre a la derecha; y en La Natividad la luz emana del Niño Jesús.

La Inmaculada Concepción de la capilla de Isabel Oballe se caracteriza por los alargamientos y retorcimientos de las figuras, alejadas del naturalismo.

 La Visión del Apocalipsis formaba parte de uno de los retablos laterales de la capilla del hospital de Tavera. Representa el momento del apocalipsis en el que Dios muestra a san Juan la apertura del quinto sello. La composición está dominada por san Juan y los siete resucitados. En el juego de colores que se establece en el lienzo, el vestido azul de san Juan contrasta con el rosa del manto que hay a sus pies, con el amarillo pálido y el verde de los mantos de los mártires, con el blanco de los cuerpos y con las nubes oscuras. 

En Visión del Apocalipsis (1608-1614) llama la atención la expresividad de los personajes y el juego de colores.
  

La Adoración de los pastores es la última obra maestra de El Greco. La pintó para que colgase sobre su tumba en la iglesia de Santo Domingo el Antiguo de Toledo. La composición se presenta en una espiral ascendente y en dos planos: el terrenal, que tiene por protagonista al Niño Jesús, rodeado por sus padres y los pastores, y que actúa como foco de luz; y el celestial, ocupado por dos ángeles. Las figuras se alargan hasta la exageración. Hay un contraste de colores entre los cálidos de las ropas y el fondo oscuro. 

El caballero de la mano en el pecho (1584) muestra la idiosincrasia del caballero castellano.
  

El Greco también pintó retratos, el más conocido es El caballero con la mano en el pecho (1584) en el que supo recoger el aspecto y carácter austero del caballero castellano. Concentra la fuerza expresiva en los ojos, que muestran melancolía y tristeza, y la mano, que al tocar el pecho quiere llamar la atención acerca de la riqueza espiritual del caballero y de una época. Otros retratos son Retrato de un caballero anciano (1600) y Retrato de Jorge Manuel Theotocópuli (1603). 

Vista de Toledo (1600) es el único cuadro de paisaje y El Laocoonte y sus hijos (1614) con el paisaje de Toledo al fondo el único mitológico; en ambos el tratamiento que da al paisaje anuncia el impresionismo de finales del siglo XIX. 

En Vista de Toledo (1600) El Greco se adelantó al impresionismo del siglo XIX.
  

En su taller El Greco contó con la colaboración destacada de los pintores Francisco Preboste, Luis Tristán y Jorge Manuel, hijo suyo, de los escultores Miguel González y Giraldo de Merlo, y el grabador Diego de Astor. La producción estaba organizada de la siguiente manera: El Greco se ocupaba de los grandes encargos y del resto sus colaboradores siguiendo sus instrucciones. Del taller salieron más de 300 lienzos. Los temas más demandados fueron san Francisco, por los trece conventos franciscanos que había en Toledo, y Magdalena arrepentida, por ajustarse al principio contrarreformista de revalorizar la confesión y la penitencia. En los últimos años del taller se pintaron apostolados, en medio busto o tres cuartos con sus símbolos identificativos; se caracterizan por sus siluetas alargadas y enjutas y su expresión ascética.

El Greco murió en 1614 en Toledo, la ciudad que mejor entendió y valoró su pintura manierista, distinta a todas las demás.

sábado, 12 de diciembre de 2020

Catedral de San Pedro de Jaca

La catedral de San Pedro de Jaca se levantó en dos fases: la primera, entre 1076 y 1082, siendo rey de Aragón Sancho I y obispo de Jaca su hermano el infante García; la segunda, entre 1104 y 1134, durante el reinado de Alfonso I el Batallador y siendo obispo de Jaca-Huesca Esteban de Zaragoza. Sin embargo, se desconoce al arquitecto que diseñó la catedral.

La catedral de San Pedro de Jaca se levantó en estilo románico, aunque los avatares por los que ha pasado han modificado, en parte, su estructura original y estilo arquitectónico.

Fachada meridional de la catedral de San Pedro de Jaca.

La catedral presenta planta basilical de tres naves longitudinales, transepto y cabecera triabsidial. Las naves longitudinales están divididas en cinco tramos, con soportes alternos, tres pilares cruciformes con semicolumnas adosadas y dos columnas exentas, sobre los que descansan arcos fajones y formeros de medio punto. La nave central es más alta y ancha que las laterales. La nave de crucero no sobresale del muro perimetral, pero sí en altura.

La planta de la catedral de San Pedro de Jaca es basilical de tres naves.

La cabecera original estaba formada por tres ábsides semicirculares, el central más ancho y profundo que los laterales. De estos ábsides solo se conserva el meridional, de planta semicircular, presenta tres lienzos separados por lesenas y columnas lisas y capiteles corintios y tres niveles separados por líneas de impostas, está decorado con el ajedrezado jaqués y canecillos zoomórficos; en el lienzo central se abre un vano de medio punto abocinado. En 1790 el ábside central fue sustituido por otro más profundo, con el fin de que diese cabida al coro, que no se situó en este lugar hasta 1919. El ábside norte no se destruyó del todo, pero se modificó para formar parte de una vivienda.

El ábside sur de la catedral de San Pedro de Jaca es el único original que se conserva.

La cubierta original de las naves longitudinales era de madera, la de la nave central a dos aguas y la de las naves laterales a una vertiente; sin embargo, las naves laterales se cubrieron con bóvedas de crucería estrellada en 1520-30, de estilo gótico, según diseño de Juan Segura, y, tras el incendio de 1598, la nave central se cubrió con bóveda estrellada, trazada por Juan de Bescos. Los brazos del transepto conservan las bóvedas de cañón originales. El crucero está cubierto por un cimborrio octogonal, sobre trompas, con cúpula semiesférica de ocho nervios de sección recta.

Un cimborrio octogonal sobre tropas cubre el crucero de la catedral de San Pedro de Jaca.

La catedral se ilumina a través de los seis pares de vanos abiertos en los muros de cierre de la nave principal y los nueve abiertos en los muros de las naves laterales.

La fachada principal de la catedral de San Pedro de Jaca es la occidental, conocida como la Magna Porta, precedida por un atrio, formado por dos crujías, que soporta la torre-campanario del siglo XV. La portada está formada por seis arcos de medio punto abocinados, que descansan en columnas, decoradas con motivos antropomórficos, vegetales y Daniel en el foso con los leones; en el tímpano aparece un crismón trinitario dentro de una orla en la que se reconocen las figuras de un penitente arrodillado ante un león, que le protege del mal, representado por un oso, una serpiente y un basilisco; el crismón cuenta con inscripciones latinas en las que se insiste en la idea de la Trinidad, del señor como principio y fin de la creación, el triunfo del bien sobre el mal y en la necesidad de encaminarse al Señor suplicando su perdón; además, el crismón cuenta con ocho brazos que terminan en remates triangulares. La arquivolta exterior está enmarcada por el ajedrezado jaqués.

La fachada occidental es la principal de la catedral de San Pedro de Jaca. El tímpano acoge su famoso crismón trinitario.

Delante de la fachada meridional se construyó una lonja hacia 1600. La puerta de acceso ofrece un arco de medio punto con tímpano en el que aparecen representados san Pedro con las llaves y tiara y el toro de san Lucas y el león de san Marcos dentro de óvalo decorado con el ajedrezado jaqués; en los capiteles de las columnas se distinguen las escenas del sacrificio de Isaac y la burra de Ballam.

El claustro románico fue sustituido por otro barroco entre finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII.

Se utilizó el sillar como material de construcción.

La influencia de la catedral de San Pedro de Jaca se dejó sentir a lo largo del Camino de Santiago y en tierras de Ávila y Segovia, como se aprecia en la profusión del ajedrezado jaqués como elemento decorativo

La catedral de San Pedro de Jaca fue declarada Monumento Nacional en 1931.