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sábado, 17 de diciembre de 2016

Alonso de Covarrubias

Alonso de Covarrubias (Torrijos, 1488-Toledo, 1570) es uno de los arquitectos más destacados del Renacimiento español. Comenzó a trabajar de imaginero a la sombra del arquitecto Antón Egas. También le influyeron Enrique Egas, Juan Guas, Diego de Siloé y Rodrigo Gil de Hontañón. En 1534 fue nombrado maestro de obras de la catedral de Santa María de Toledo y en 1537 Carlos V le nombró arquitecto real. También fue escultor.

La trayectoria artística de Alonso de Covarrubias pasó por tres etapas:
  • De transición del gótico al Renacimiento, hasta 1518.
  • Plateresco, de 1518 a 1535.
  • Purista o clasicista, de 1535 a 1570.

De la etapa de transición del gótico al Renacimiento (hasta 1518) hay que citar la colegiata de Torrijos, diseñada por Antón Egas, pero en la que intervino Covarrubias, al menos, en la portada de poniente, la puerta de la sacristía y en los elementos ornamentales. También son de esta etapa los sepulcros de Alonso y Mariana de Rojas de la iglesia de San Andrés de Toledo.

De la etapa plateresca (1518-1535) las esculturas más destacables son el retablo de santa Librada (1518) y el mausoleo de don Fadrique de Portugal (1520), ambos en la catedral de Santa María de Sigüenza, y de entre las obras arquitectónicas la capilla de los Reyes Nuevos de la catedral de Santa María de Toledo (1531-1534), la bóveda de las cabezas de la Sacristía Mayor de la catedral de Santa María de Sigüenza (1532) y el palacio arzobispal de Alcalá de Henares (1535).

El retablo de santa Librada se encuentra en la sacristía homónima de la catedral de Santa María de Sigüenza, en el extremo norte del transepto. Está formado por dos cuerpos y tres calles, la central más alta y ancha que las laterales, con seis pinturas sobre tabla de Juan Soreda (1525-1528). El primer cuerpo tiene forma de arco de triunfo, con una bóveda de medio cañón con casetones, y a los lados sendas hornacinas con imágenes de los evangelistas, de los padres de la Iglesia, escenas de la Virgen María y de santas, entre columnas y pedestales. En la parte media del retablo hay una urna de plata con las reliquias de la santa. El ático está ocupado por un altorrelieve de la Virgen María rodeada de ángeles.

El retablo de santa Librada (1518) y el mausoleo de don Fadrique de Portugal (1520) se disponen en escuadra en la sacristía de Santa Librada, en el extremo norte del crucero de la catedral de Santa María de Sigüenza.

  
El mausoleo de don Fadrique de Portugal hace esquina con el retablo de santa Librada. Se trata de un retablo con banco, tres cuerpos, ático y tres calles. Entre los elementos decorativos, en el banco una cartela que alude al obispo don Fadrique de Portugal; en el primer cuerpo grutescos, motivos vegetales, un escudo con las armas del obispo y las imágenes de san Andrés y san Francisco en sendas hornacinas, en el segundo cuerpo, y dentro de una hornacina, la imagen de don Fadrique de Portugal arrodillado en compañía de dos clérigos, con las imágenes de san Pedro y san Pablo en dos hornacinas laterales; en el tercer cuerpo el relieve de una Piedad y a los lados dos escudos; y en el ático un Calvario policromado. La ejecución la llevaron a cabo Francisco de Baeza, Sebastián de Almonacid y Juan de Talavera.

La capilla de los Reyes Nuevos de la catedral de Santa María de Toledo es la primera gran obra arquitectónica de Covarrubias. Debe su nombre a la nueva casa reinante de los Trastámara. Se puede considerar una pequeña iglesia, de una nave de dos tramos y un ábside poligonal, más una sacristía y un vestíbulo de entrada.

La bóveda de las cabezas de la Sacristía Mayor de la catedral de Santa María de Sigüenza es de medio cañón, formada por cuatro secciones divididas por arcos fajones. Está cubierta por casetones, que reciben las esculturas de 304 cabezas de gran tamaño, que representan a personajes diversos –guerreros, monjes, obispos, reyes y otros–. En los ángulos hay cabezas de querubines de pequeño tamaño.

Detalle de la bóveda de las cabezas de la Sacristía Mayor de la catedral de Santa María de Sigüenza, (1532).

  

Del palacio arzobispal de Alcalá de Henares destaca la fachada de carácter monumental, con dos pisos, el primero con ventanas cuadradas y el segundo con ventanas con arco de medio punto, tres a cada lado de la puerta de acceso en arco de medio punto y balcón al que se accede a través de un arco de medio punto; las ventanas, la puerta de acceso, el balcón y la fachada están decorados con medallones y motivos heráldicos, el escudo que remata el balcón es del cardenal-infante don Luis de Borbón y Farnesio, y se añadió en el siglo XVIII en sustitución del imperial de Carlos V. Remata la fachada una galería de 18 arcos geminados de medio punto con balaustrada, que se apoyan en columnas de orden compuesto, agrupados de dos en dos mediante pilastras.

Fachada del palacio arzobispal de Alcalá de Henares, (1535).

  
Otras obras de esta etapa son la remodelación de la iglesia de las Santas Justa y Rufina de Toledo y la iglesia Mayor de Baza, ambas de 1530.

De la etapa purista (1535-1570) destacan el Alcázar de Toledo (1535), el hospital de San Juan Bautista, de Tavera o de Afuera (1541), la fachada principal del palacio arzobispal de Toledo (1543) y la Puerta Nueva de Bisagra (1547).

El Alcázar de Toledo (1535) se estructura en torno a un patio central de doble crujía.

  
Carlos V encomendó a Alonso de Covarrubias la remodelación del Alcázar de Toledo. El edificio es de planta cuadrada, con patio central y con cuatro torres esquineras con cubiertas de chapitel. Llama la atención la fachada norte; se divide en tres pisos mediante entablamentos; en los dos pisos inferiores, de sillar liso, se cuentan ocho vanos adintelados, cuatro a cada lado de la puerta de acceso y el escudo imperial, rematados con medallones los del primer piso y con frontón triangular los del segundo; en el tercer piso, de sillar almohadillado, los vanos son nueve en arcos de medio punto. La portada es en arco de medio punto con dovelas almohadilladas entre columnas jónicas sobre pedestal. Sobre la portada de acceso, en el segundo piso, un escudo imperial de Carlos V. El patio se construyó en 1550; presenta doble crujía de medio punto sobre columnas corintias; en las enjutas del primer piso la decoración es heráldica, las del segundo son lisas.

El hospital de San Juan Bautista, de Tavera o de Afuera, es de planta rectangular con dos patios separados por doble crujía, limitada por una escalera y una iglesia. El aspecto del edificio es el de un palacio florentino renacentista, exceptuando la portada, que se construyó en 1760. En la fachada se utilizó sillar almohadillado, en el piso bajo presenta ventanas equidistantes y rectangulares y semicirculares en el superior, siendo a la inversa las de los extremos.

El hospital de San Juan Bautista, de Tavera o de Afuera (1541) cuenta con dos patios que se comunican a través de una doble crujía.

  
La fachada principal del palacio arzobispal de Toledo está formada por un arco de medio punto con dovelas almohadilladas y está encajado entre dos pares de columnas jónicas sobre pedestal, que sostienen un friso dórico. Sobre el entablamento, en los extremos, aparecen ninfas portando el escudo de armas del cardenal Tavera; entre ellas, un balcón entre dos pilastras, rematado con el emblema imperial de Carlos V, que rompe por la base un frontón triangular. En el siglo XVII esta portada sería colocada en su emplazamiento actual.

De la fachada del palacio arzobispal de Toledo (1543) destacan las dovelas almohadilladas de la puerta de acceso.

  
La Puerta Nueva de Bisagra fue concebida como arco de triunfo. Está compuesta por dos cuerpos: el que da a la ciudad se abre con un arco de medio punto serliano con dovelas almohadilladas, flanqueado por torreones cuadrados rematados por tejados, en el centro, la parte superior central está ocupada por el blasón imperial de Carlos V, y sobre él un frontón triangular; y el lado externo, con un arco presidido por el escudo de la ciudad y flanqueado por dos grandes torreones circulares.

La Puerta Nueva de Bisagra (1547) es una de las obras más célebres de Alonso de Covarrubias y del Renacimiento en la ciudad de Toledo.

  
Otra obra importante de esta etapa es la escalera claustral del hospital de Santa Cruz, que comunica los dos pisos, es de tres tramos y está decorada con grutescos y motivos heráldicos. También hay que mencionar la cabecera de la iglesia de la Magdalena de Getafe, la iglesia de Santa Catalina de Talavera de la Reina, la iglesia de San Román de Toledo, el ensanche de la plaza del Ayuntamiento de Toledo y la remodelación de la sinagoga de Santa María la Blanca de Toledo.

Alonso de Covarrubias destacó como un arquitecto que supo evolucionar dentro del Renacimiento español, desde el plateresco al clasicismo, construyendo o interviniendo en edificaciones que son emblemáticas de la arquitectura española de todos los tiempos, desde al Alcázar de Toledo al hospital de San Juan Bautista o la Puerta Nueva de Bisagra, todas en la ciudad de Toledo, que convirtió en una de las capitales del Renacimiento español.

sábado, 3 de diciembre de 2016

Amalia de Llano y Dotres, condesa de Vilches, de Federico de Madrazo

Federico de Madrazo (Roma, 1815-Madrid, 1894) se formó en el taller de su padre, el pintor neoclásico José Madrazo, en Roma con los nazarenos y en París con Ingres, amigo de su padre. Fue pintor de cámara de la reina Isabel II, director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y del Museo del Prado. Es el representante español más destacado de la pintura romántica. Entre sus mejores obras hay que citar Isabel II (1844) y Amalia de Llano y Dotres, condesa de Vilches (1853).

Amalia de Llano y Dotres, condesa de Vilches (Barcelona, 1821-Madrid, 1874) se casó con Gonzalo José de Vilches y Parga en 1839, ambos recibieron el título de condes en 1848. Destacó en los círculos intelectuales de Madrid al organizar tertulias, representaciones teatrales y veladas musicales y escribir las novelas Berta y Lidia. Fue amiga personal de Federico de Madrazo, lo que explica que el pintor cobrase 4.000 reales por el retrato, la mitad de lo que solía, y se esforzase en pintar un retrato que está considerado su obra maestra.


Federico de Madrazo: Amalia de Llano y Dotres, condesa de Vilches, 1853.
Estilo: Romanticismo.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Temática: Retrato.
Dimensiones: 126 x 89 cm.
Museo Nacional del Prado, Madrid, España.


Amalia de Llano y Dotres, condesa de Vilches es el retrato de una mujer en la plenitud de su belleza, a los 32 años de edad, de rostro ovalado, piel nacarada, cabello negro, peinado al modo isabelino, ojos color miel y sonrisa dulce. La condesa de Vilches aparece sentada en un sillón tapizado con motivos florales; con la mano izquierda, que descansa en el regazo, sujeta un abanico de pluma; la cabeza apenas apoya en la mano derecha, sólo en los dedos anular y meñique. El vestido se ajusta a la moda Segundo Imperio, es de raso azul y blanco roto, con volantes y amplio vuelo, ángulos en zigzag y escote amplio que deja ver los hombros. Los complementos son un chal de kasmir bordado en oro y plata, dos brazaletes, uno de oro y otro de oro y piedras preciosas, y una sortija. Es un retrato de inspiración francesa, ajeno al gusto español, en el que se reconoce la influencia de Ingres.

Amalia de Llano y Dotres, condesa de Vilches reúne todas las características que lo convierten en obra maestra del retrato romántico: pureza de línea en los contornos; pincelada suelta; luz centrada en el personaje retratado para realzar su belleza y resaltarlo del fondo dejado en penumbra y apenas definido; rostro ovalado y piel muy blanca, como rasgos distintivos de belleza; expresión delicada y sutil del personaje; y detallismo en el traje y complementos.

Federico de Madrazo presentó Amalia de Llano y Dotres, condesa de Vilches en la Exposición Universal de París de 1855, donde Gustave Planche lo criticó porque "la condesa aparece mal sentada"; sin embrago, Théophile Gautier lo valoró por su refinamiento. También lo exhibió en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid en 1856.

Amalia de Llano y Dotres, condesa de Vilches fue propiedad de la retratada hasta su muerte en 1874, luego de su hijo, el segundo conde de Vilches y conde de la Cimera hasta 1892, año en que lo cedió en usufructo al Museo Nacional del Prado, su propietario desde 1944.