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sábado, 30 de enero de 2016

Santiago de Peñalba

La iglesia de Santiago de Peñalba es de estilo mozárabe. Formó parte del monasterio que fundó san Genadio en 909 tras renunciar al obispado de Astorga. San Genadio en Testamento (919) escribió: “(Después de San Pedro de Montes y San Andrés) fundé algo más apartado y en recuerdo de Santiago, un tercer monasterio llamado Pennalba”. San Fortis (abad entre 920 y 931) continuó las obras y Salomón (abad entre 931 y 951) las finalizó en 937. La iglesia se consagró en 1105. San Genadio fue enterrado en el contraábside de la iglesia, pero en el siglo XVI la duquesa de Alba trasladó sus restos, primero a Villafranca y luego a Valladolid. A mediados del siglo XIII el rey Alfonso IX cedió todos los bienes del monasterio al cabildo catedralicio de Astorga. Desde entonces no hay noticias del monasterio, sólo de la iglesia; fray Prudencio de Sandoval en el siglo XVI la calificó como “la cosa más curiosa y digna de ser vista entre las antigüedades que tiene España”.

Exterior la iglesia de Santiago de Peñalba. Destaca la sobriedad, la escasez y pequeñas dimensiones de los vanos, los distintos volúmenes de cada una de sus dependencias, los contrafuertes y los modillones de rollo que soportan los aleros.

  
La iglesia de Santiago de Peñalba presenta planta de cruz latina de 18 x 5 m. La nave del brazo mayor cuenta con dos tramos cuadrados; uno cubierto con bóveda de cañón sobre imposta plana; el crucero, de mayor altura, está cubierto por un falso cimborrio gallonado que apoya en cuatro arcos de medio punto resaltados; ambos espacios están separados por un arco de herradura sobre columnas con capitel corintio. La cabecera remata en un ábside de planta en arco de herradura al interior y plano al exterior; está cubierto por una cúpula gallonada. Al ábside se accede a través de un arco triunfal de herradura con moldura y alfiz, que apoya en columnas corintias con basa ática. A los pies un contraábside de planta semicircular al interior, y peraltado, y plano al exterior; está cubierto por una cúpula gallonada. A ambos lados del crucero se abren capillas rectangulares a las que se accede mediante arcos de herradura que se apoyan en ménsulas; están cubiertas por una bóveda de cañón.

Planta de la iglesia de Santiago de Peñalba.
La cabecera es en arco de herradura al interior y plana al exterior.

  
Al exterior presenta seis prismas cuadrados de distintas alturas; el más destacado es el crucero, y de manera escalonada nave, ábside, contraábside y capillas laterales.

La iglesia cuanta con dos portadas. Llama la atención la portada sur; un arco de descarga acoge dos arcos de herradura geminados que descansan sobre tres columnas de mármol de basa ática y con capitel corintio con triple nacela; un alfiz enmarca los arcos. La portada norte se presenta en arco de herradura.

Los muros exteriores están reforzados con contrafuertes que recogen las presiones de las cubiertas, y están decorados con inscripciones funerarias y marcas de cantero.

Los aleros de la cubierta se presentan salientes y descansan en modillones de rollo, algunos decorados con esvásticas, florones y ruedas solares.

El interior se ilumina a través del falso cimborrio y los vanos del ábside, contraábside y capillas laterales. Está decorado con pinturas murales con motivos vegetales y geométricos.

Los materiales que se utilizaron en la construcción de la iglesia de Santiago de Peñalba fueron pizarra, piedra caliza, mármol y esquisto.

La espadaña campanario es del siglo XVII.

La portada sur de la iglesia de Santiago de Peñalba llama la atención por el arco de herradura geminado con alfiz.
  

La iglesia de Santiago de Peñalba fue declarada Monumento Nacional, Bien de Interés Cultural, en 1931. 

sábado, 23 de enero de 2016

El dos de mayo de 1808 en Madrid, de Goya

Francisco de Goya (Fuendetodos, España, 1746-Burdeos, Francia, 1828) se formó como pintor en el taller de José Luzán (1760-1761), en la Real Academia de Bellas de San Fernando (1763-1766), en Roma (1770-1771) y con Francisco Bayeu a su regreso a España. Destacó como cartonista, grabador y pintor; como cartonista en la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara (1775-1792); como grabador con sus series Los Caprichos (1799), Los Desastres de la Guerra (1815), La Tauromaquia (1816), Los Disparates o Proverbios (1820-1823),  y Los toros de Burdeos (1825); y como pintor desarrolló los más diversos géneros: religioso con los  frescos de la iglesia de San Antonio de la Florida (1789), patriótico con El dos de mayo de 1808 en Madrid y El tres de mayo de 1808 en Madrid (ambos de 1814), y el retrato con Los duques de Osuna y sus hijos (1788), La duquesa de Alba (1795) y La condesa de Chinchón (1800) y La familia de Carlos IV (1800-1801). Entre su producción más singular se cuentan las Pinturas Negras de la Quinta del Sordo en Madrid (1820-1823). Fue nombrado pintor del rey en 1786 y de cámara en 1789.

En carta de 24 de febrero de 1814 Goya hizo saber al Consejo de Regencia, presidido por el infante cardenal de Toledo don Luis de Borbón y Vallabriga, “sus ardientes deseos de perpetuar por medio del pincel las más notables y heroicas acciones o escenas de nuestra gloriosa insurrección contra el tirano de Europa”. La propuesta fue aceptada y la Tesorería Mayor financió el proyecto.

No hay constancia de que Goya fuese testigo directo de los acontecimientos sucedidos en Madrid en mayo de 1808, pero se documentó al detalle a partir de las estampas de López Enguídanos, publicadas en 1813. Sin embargo, el lienzo de Goya no guarda similitud alguna con una sola de las estampas y sí con la serie de grabados Los Desastres de la Guerra.

La escena que se representa en el cuadro está ambientada en Madrid. Hay un cierto consenso en afirmar que el escenario es la Puerta del Sol con el Palacio Real al fondo.

Los sucesos representados en el lienzo son los acaecidos en la mañana del 2 de mayo de 1808 en Madrid tras la invasión francesa. El pueblo de Madrid se levantó contra el ejército francés, dirigido por el general Murat. Los madrileños, armados con cuchillos, atacaron a la mejor unidad del ejército napoleónico, los mamelucos, mercenarios egipcios, y a un dragón de la Emperatriz, que se distingue a la derecha de la escena, los franceses a caballo y los españoles a pie.

La intención del cuadro es doble: por una parte, exacerbar el sentimiento nacional español y cristiano frente al invasor francés que se vale de tropas musulmanas y, por otro, denunciar la irracionalidad de la guerra.

Francisco de Goya: El dos de mayo de 1808 en Madrid, 1814.
Estilo: Romanticismo.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Temática: Histórica.
Dimensiones: 268 x 347 cm.
Museo Nacional del Prado, Madrid, España.
  

Goya utilizó para el boceto del cuadro un soporte poco habitual entonces, papel sobre madera, debido a la falta de lienzo dada la carencia de materiales y la carestía que se padecía en 1814, tras seis años de guerra.

La escena es abigarrada; las figuras se concentran en el primer plano. El centro de la composición lo forma el soldado mameluco muerto que cae del caballo y dos patriotas españoles, el que dio muerte al invasor y el que mata al caballo. En el suelo ya aparecen los primeros caídos por ambos bandos en la guerra de la Independencia y en el segundo plano diversos grupos enzarzados en una lucha despiadada.

La fuerza expresiva de los personajes es sobresaliente; los sentimientos de miedo y odio se reflejan en el rostro de los invasores y los de rabia y pundonor en el de los españoles.

El dramatismo y el movimiento se exaltan mediante escorzos y torsiones violentas, las miradas de los caballos, la pincelada suelta y estableciendo marcados contrastes entre los colores.

Goya con El dos de mayo de 1808 en Madrid influyó en Delacroix, que en La Libertad guiando al pueblo (1830) quiso resaltar el papel del pueblo francés en la revolución de julio de 1830, la que puso fin al absolutismo de Carlos X.

El dos de mayo de 1808 en Madrid se destinó al Cuarto del Rey del Palacio Real de Madrid, en 1834 se depositó en el Museo del Prado, donde se expuso por primera vez en 1868, coincidiendo con la nacionalización del museo. En 1936 el Gobierno de la Segunda República lo sacó del Museo del Prado con destino Ginebra; en el viaje, a la altura de Benicarló, sufrió un accidente y se deterioró. El cuadro fue restaurado dos veces, en 1941 y en 2008.

sábado, 16 de enero de 2016

Corona votiva de Recesvinto

La corona votiva de Recesvinto (653) es la pieza más importante del tesoro de Guarrazar, descubierto entre 1858 y 1861 en la localidad de Guadamur, Toledo. Se encuentra expuesta en el Museo Arqueológico Nacional, Madrid.

Anónimo: Corona votiva de Recesvinto, 653.
Estilo: Prerrománico visigodo.
Técnica: Mixta en oro, perlas y piedras preciosas talladas.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: 102 cm. de alto x 22 cm. de diámetro.
Museo Arqueológico Nacional, Madrid, España.


La corona votiva de Recesvinto es de estilo bizantino. Está compuesta por dos láminas de oro unidas por una charnela, la interior lisa y la exterior decorada. La decoración se presenta en tres registros: el central es el más destacado, de perlas y zafiros en cabujones y engarzados al tresbolillo, separadas por dibujos calados de palmeras esquemáticas; en los registros inferior y superior aparecen esmeraldas y granates, separados por dibujos calados de círculos secantes con flores.

De la corona pende la leyenda RECESVINTHVS REX OFFERET en alusión al donante; las letras son de almandina y se sujetan en celdillas de oro; de cada letra cuelga una perla o un zafiro.

La cruz colgante es de oro con perlas y zafiros engastados. En el reverso presenta una aguja, lo que permite concluir que en origen la cruz era un broche.

La corona se sujeta al techo mediante unas cadenas de oro de cinco eslabones en forma de hoja de peral, reunidas en dos azucenas de oro y cristal de roca de las que cuelgan zafiros.

Las coronas votivas son las piezas más valoradas dentro de la orfebrería visigoda por su originalidad y suntuosidad; sin embargo, no lo son en su finalidad por cuanto los reyes visigodos imitaron al emperador bizantino Justiniano en el acto de ofrecer coronas votivas a la Iglesia; los reyes visigodos las ofrecían a la Iglesia de Toledo para gozar de su protección.