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sábado, 19 de diciembre de 2015

Gaudí

Antoni Gaudí (Reus, 1852-Barcelona, 1926) está entre los arquitectos más destacados de todos los tiempos por su capacidad creativa y originalidad. Revolucionó la arquitectura inspirándose en la naturaleza para crear nuevos elementos constructivos.

La Sagrada Familia de Barcelona es la obra más universal de  Antoni Gaudí.


Antes de ser arquitecto, Gaudí trabajó como delineante para Serrallach, Martorell, Sala Cortés, de Paula y Fontseré, los arquitectos más reconocidos de los que trabajaban en la Barcelona de los años setenta del siglo XIX.

El primer año importante en la carrera artística de Gaudí fue 1878. Obtuvo el título de arquitecto por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, su vitrina para Guantería Esteban Comella obtuvo el reconocimiento en la Exposición Universal de París y le sirvió para conocer al industrial Eusebio Güell, que se convirtió en su mecenas.

Otro año importante en la trayectoria de Gaudí fue 1883. Aceptó hacerse cargo de las obras recién iniciadas del Templo expiatorio de la Sagrada Familia de Barcelona.

En 1900 recibió el premio al mejor edificio del año por el Ayuntamiento de Barcelona por la Casa Calvet.

En 1910 el Salón de la Societé des Meaux-Arts de Francia organizó en el Grand Palais de París una exposición dedicada a Gaudí, que se repitió en 1911 en el Pabellón Municipal de Exposiciones del Buen Retiro de Madrid. Ambas exposiciones fueron un éxito de público y crítica.

Desde 1915 Gaudí se dedicó casi en exclusiva a la obra que le inmortalizó, la Sagrada Familia.

Colegio de las Teresianas de Barcelona (1888-1889). La columna helicoidal fue uno de los elementos constructivos más utilizados por Gaudí y el ladrillo uno de los materiales de construcción más empleados.


Gaudí creó una arquitectura con unas características que la hacen inconfundible:
  • La naturaleza es la fuente de inspiración para crear nuevas formas caso del paraboloide hiperbólico, el hiperboloide, el helicoide y el conoide.
  • Integración del edificio en el paisaje de una manera natural. Para conseguirlo elegía como material de construcción el más común en el entorno próximo.
  • Orientaba el edificio para obtener la iluminación óptima, que consideraba conseguida si la luz incidía con una inclinación de 45 º.
  • Distribución del espacio interior adaptándolo al uso que se le iba a dar.
  • Entre los elementos constructivos más utilizados aparecen el arco catenario, hasta entonces empleado sólo en los puentes suspendidos, las bóvedas catalana tabicada e hiperboloide y  las columnas helicoidal y arborescente inclinada.
  • Entre los materiales constructivos más utilizados aparecen el ladrillo unido con argamasa en capas superpuestas, los hierros colado y forjado, el hormigón armado, el vidrio, el azulejo cerámico y el trencadís o cerámica de deshecho.
  • Utilizó como motivos decorativos la cruz de cuatro brazos y el dragón. Las chimeneas y torres las valorizó como elementos decorativos.
  • Innovó la técnica de hacer vidrieras. Yuxtaponía tres vidrios, cada uno de los colores primarios –amarillo, azul y rojo– y, en ocasiones, uno neutro, todos de distinto grosor.
  • En el método de trabajo fue contrario a dibujar planos; prefería construir maquetas, que podía modificar sobre la marcha, igual que el edificio que iba a construir.
  • En el mobiliario reproducía las características formales del edifico que lo contenía. Se especializó en mobiliario litúrgico.

Gaudí fue el primer arquitecto en utilizar el arco catenario como elemento constructivo en un edificio. Fue en la Cooperativa Obrera Mataronense (1878-1882).


De entre las primeras obras de Gaudí hay que destacar la Cooperativa Obrera Mataronense (1878-1882). En la nave de la fábrica utilizó por primera vez el arco catenario como elemento constructivo y en el edificio de servicios el azulejo cerámico como recurso decorativo.

Otros trabajos de sus primeros años fueron las farolas de la Plaza Real de Barcelona, los kioscos Girossi y el mobiliario para la capilla-panteón del Palacio de Sobrellano de Comillas.

Durante la etapa orientalista (1883-1888) Guadí se inspiró en la arquitectura tradicional oriental. Sus mejores obras son El Capricho de Comillas (1883-1885), la Casa Vicens de Barcelona (1883-1888), los Pabellones Güell de Pedralbes (1884-1887) y el Palacio Güell de Barcelona (1886-1888).

El Capricho presenta planta rectangular (15 x 36 ms.), con tres alturas y torre cilíndrica inspirada en los alminares persas revestida de cerámica. La puerta de acceso es adintelada sobre columnas con capiteles ornamentales con pájaros y hojas de palmito.

La Casa Vicens se organiza en cuatro plantas, con tres fachadas y remate de chimeneas y torres con forma de templetes; cuenta con jardín con fuente monumental de ladrillo. En el interior llaman la atención las vigas de madera policromada de los techos y el suelo en opus tesselatum.

En  los Pabellones Güell (1884-1887) llama la atención el dragón que adorna la reja de la puerta de entrada. El dragón fue un elemento decorativo muy utilizado por Gaudí.
  

La puerta principal a los Pabellones Güell (1884-1887) cuenta con una reja de hierro en forma de dragón. Los pabellones constan de una caballeriza, de planta rectangular cubierta con bóveda en arco de catenaria tabicada; un picadero, de planta cuadrada con cúpula hiperboloide y templete; y portería en tres espacios, el central de planta poligonal y cúpula hiperbólica, y los otros dos de planta cúbica. Como material de construcción se usó el ladrillo visto en amarillo y rojo.

Del Palacio Güell destacan el recibidor con cubierta con doble cúpula, paraboloide en el interior y cónica en el exterior; y la tribuna de la fachada con arcos catenarios y columnas con capiteles hiperboloides.

Durante la etapa neogótica (1888-1898) Gaudí estudió a Viollet-le-Duc y el gótico español. Llegó a la conclusión de que la arquitectura gótica era imperfecta. Para superarla creó la columna arborescente que le permitió suprimir el contrafuerte; además, eliminó las cresterías. De estos años destacan el Colegio de las Teresianas de Barcelona (1888-1889), el Palacio Episcopal de Astorga (1889-1915) y la Casa Botines de León (1891-1894).

El Colegio de las Teresianas destaca por su sobriedad y por contar con elementos distintivos de la arquitectura de Gaudí, caso del arco catenario, la columna helicoidal y la cruz de cuatro brazos.

El Palacio Episcopal de Astorga presenta un pórtico con tres arcos ojivales abocinados separados por contrafuertes inclinados, cuatro torres cilíndricas y almenado mudéjar. Gaudí abandonó el proyecto en 1893 y lo concluyó en 1915 Ricardo García Guereta.

El Palacio Episcopal de Astorga (1889-1915) es de estilo neogótico.
  

La Casa de los Botines se levantó con sillar almohadillado. Las esquinas están ocupadas por torres cilíndricas rematadas con agujas cónicas de pizarra; las ventanas son de guillotina con voladizos inclinados; y en la fachada destaca la escultura San Jorge y el dragón de Lorenzo Matamala.

Durante la etapa naturalista (1898-1914) Gaudí se inspiró en las formas de la naturaleza. Sus obras se pueden incluir en el modernismo orgánico, y destacan la Casa Calvet (1898-1899), el parque Güell (1900-1914), la Casa Batlló (1904-1906) y la Casa Milà (1906-1910), todas en Barcelona.

La Tribuna es uno de los elementos más destacados de la Casa Calvet (1898-1899).
  

La Casa Calvet se construyó en piedra de sillería. En la fachada destacan la tribuna del piso principal, decorada con motivos mitológicos y vegetales, los balcones de hierro forjado y dos frontones rematados con cruces de hierro forjado.

En el parque Güell la arquitectura se adapta al medio físico. Tres elementos llaman la atención: los pilares inclinados, que cumplen tres funciones: arquitectónica, al actuar de contrarresto; técnica, al servir de drenaje; y decorativa, al simular árboles; las fuentes esculpidas, donde aparece el dragón, símbolo del parque y emblema decorativo de Gaudí; y el banco corrido hecho en trencadís.

El banco corrido del parque Güell está hecho en trencadís, un mosaico hecho con trozos de cerámica de deshecho.
  

La Casa Batlló presenta varios elementos de interés: la fachada ondulada con columnas con forma ósea y decoración en trencadís; el patio con claraboya de cristal sobre estructura de hierro que apoya en arcos catenarios; y la azotea con chimeneas helicoidales revestidas con vidrio transparente y cerámica rematadas con sombreretes cónicos y bolas de vidrio que contienen arena de distintos colores.

La Casa Batlló (1904-1906) es uno de los iconos de la ciudad de Barcelona por su llamativa fachada en la que se reconocen columnas con forma de hueso.
  

La Casa Milà o La Pedrera se organiza a partir de dos patios curvilíneos, uno circular y otro oval. Se estructura sobre pilares de piedra, ladrillo y hierro colado que no concuerdan entre plantas, creándose una auténtica planta libre. La fachada está hecha en piedra calcárea y azulejos blancos en la parte superior. Las chimeneas parecen esculturas abstractas. Al exterior las líneas son cónicas y convexas, y en el interior se mezclan ángulos agudos y obtusos con pasillos curvos. No hay dos habitaciones iguales y ninguna está al mismo nivel.

La obra maestra de Gaudí es el Templo expiatorio de la Sagrada Familia de Barcelona, iniciado en 1883 e inconcluso a su muerte. La planta de cruz latina, dentro de un rectángulo exterior, presenta ábside con deambulatorio. Destacan las torres: en el centro del crucero la de Jesucristo de 170 ms. de altura, rodeada de otras cuatro que representan a los evangelistas; otras cuatro torres, dedicadas a los apóstoles se reparten entre las portadas de la Gloria, al sur, de la Pasión, al oeste, y de la Natividad, al este; la torre del ábside representa a la Virgen María. Las torres son de perfil parabólico y están perforadas para resistir mejor los vientos. Las columnas arborescentes crean un sugestivo juego de luces en el interior.

Interior de la Sagrada Familia de Barcelona.
Gaudí ideó la columna arborescente como elemento sustentante.
  

En los años posteriores a su muerte la obra de Gaudí fue considerada de forma negativa por barroca. No fue hasta mediados del siglo XX, y gracias a Dalí y Sert, que Gaudí fue reivindicado como uno de los grandes arquitectos de todos los tiempos. Así, en 1956 se organizó una exposición sobre Gaudí en el Salón del Tinell de Barcelona y otra en el MOMA de Nueva York en 1957. En 1956 se instituyó la Cátedra Gaudí en la Universidad Politécnica de Barcelona, que en 1987 fue elevada a Real Cátedra Gaudí por el rey Juan Carlos I. En 2002 se celebró el Año Internacional Gaudí. Varias de sus obras han sido reconocidas por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad: en 1984 el Parque Güell, el Palacio Güell y la Casa Milà, y en 2005 la Casa Batlló y la Sagrada Familia.

Gaudí apenas influyó en arquitectos contemporáneos por no haber dejado escritos tratados de arquitectura, ni haber creado escuela. Se reconoce cierta influencia en arquitectos modernistas caso de Martorell y Muncunill. Sin embrago, en años posteriores Le Corbusier se declaró admirador suyo, y Nervi, Niemeyer, Candela y Calatrava entre sus deudores.

sábado, 12 de diciembre de 2015

Museo de Bellas Artes de La Coruña

La idea de crear el Museo de Bellas Artes de La Coruña es de finales del siglo XIX, pero hubo que esperar hasta 1929. El primer director del museo fue Ángel del Castillo, que se ocupó en adquirir las primeras obras y formar la colección. En 1938, por iniciativa del pintor Fernando Álvarez de Sotomayor, la colección del museo se instaló en el edificio del Consulado del Mar. En 1995 se abrió la nueva sede del museo, que ocupa el convento de las Capuchinas, del siglo XVIII, obra de Fernando Casas y Novoa, y un edificio de nueva planta, obra de Manuel Gallego Jorreto.

Uno de los cuadros más célebres del Museo de Bellas Artes de La Coruña es El gaitero (1876), de Antonio Jaspe Moscoso.


Los fondos del Museo de Bellas Artes de La Coruña se formaron a partir de donaciones particulares, de artistas e instituciones públicas, depósitos del Museo Nacional del Prado y la adquisición de obras por parte del museo y de la Xunta de Galicia.

Las colecciones que se exhiben en el Museo de Bellas Artes de La Coruña son de temática muy diversa. Se agrupan en las ocho secciones siguientes:
  • Pintura religiosa de los siglos XVI y XVII. Se muestran lienzos del Renacimiento y el Barroco. Destacan Ecce-Homo, de Luis de Morales, Cristo en la cruz, de Nicolás Borrás y El apóstol san Andrés, de José de Ribera.
  • Barroco. Hay cuadros de diferentes escuelas europeas; de la española destaca El jubileo de la Porciúncula, de Francisco Caro y Florero, de Juan Antonio Arellano.
  • Pintura y artes decorativas del siglo XVIII. Abundan los retratos de corte y escenas del Antiguo Testamento. Destaca el lienzo Isaac y Rebecca, de Lucas Jordán, pintor italiano que desarrolló parte de su carrera a la sombra de José de Ribera y en España.
  • Colección del siglo XIX. La mayoría de los lienzos son paisajes y retratos; hay que citar El gaitero, de Antonio Jaspe Moscoso y Jugando al tejo, de Serafín Avendaño. También hay piezas de artes decorativas, desde abanicos hasta muebles, pasando por libros, miniaturas y monedas.
  • Pintura y escultura gallega del siglo XIX y principios del XX. Se muestran cuadros de pintores gallegos. Por su belleza hay que citar los lienzos Brañas, de Francisco Llorens Díaz y varios desnudos de Germán Taibo González.

Del paisajista gallego Francisco Llorens Díaz es el lienzo Brañas (1925).


  • Siglo XX. Están representados los pintores gallegos de los movimientos de vanguardia, desde la abstracción hasta las nuevas figuraciones. Llaman la atención los cuadros Alameda dorada, de José Frau Ruíz, Cesta con setas, de María Victoria de la Fuente, Jardines de Cuernavaca, de Arturo Souto Feijóo y La danza, de Alfonso Daniel Rodríguez Castelao.
  • Grabados de Goya. Los hay de las series Pinturas de Velázquez, Caprichos, Disparates, Desastres de la guerra y Tauromaquia.
  • Cerámica de Sargadelos. Son piezas del siglo XIX procedentes de la Real Fábrica de Sargadelos en Cervo (Lugo). Las hay de cerámica blanca de estilo neoclásico de los primeros años del siglo hasta de loza fina de los años setenta.

Además, el Museo de Bellas Artes de La Coruña tiene una biblioteca que cuenta con más de 12.000 libros y publicaciones periódicas, que abarca una temática muy variada, desde el arte nacional hasta el patrimonio cultural pasando por restauración, conservación y museología.

viernes, 27 de noviembre de 2015

Magdalena penitente, de Pedro de Mena

Pedro de Mena (Granada, 1628-Málaga, 1688) se inició como escultor en el taller de su padre Alonso de Mena, en 1652 entró en el taller de Alonso Cano y en 1658 abrió su taller en Málaga. En 1663 fue nombrado escultor de la catedral de Santa María de Toledo y viajó a Madrid para atender encargos. Llegó a ser uno de los grandes maestros de la escuela andaluza de escultura barroca, que se caracterizó por sus líneas clasicistas y la contención del dramatismo. Su obra maestra es Magdalena penitente (1664).

En 1663 la Casa Profesa de la Compañía de Jesús de Madrid encargó a Pedro de Mena una escultura de María Magdalena que se ajustase a los valores del Concilio de Trento (1545-1563) y de la Contrarreforma. Pedro de Mena presenta a María Magdalena como una prostituta joven, arrepentida de sus pecados y penitente.

Magdalena penitente es una escultura de tamaño natural. Su perfil es hebreo, cabello sobre los hombros, largo hasta las caderas. El vestido es un sayal de hoja de palma entrecruzada, anudado a la cintura con una cuerda, largo hasta los tobillos. Los pies aparecen descalzos, el izquierdo adelantado para manifestar la acción de andar.


Pedro de Mena: Magdalena penitente, 1664.
Estilo: Barroco.
Técnica: madera policromada.
Temática: Religiosa.
Dimensiones: 171 cm. x 52 cm. x 61cm.
Museo Nacional Colegio de San Gregorio, Valladolid, España.


Pedro de Mena a través de su Magdalena penitente pretende exacerbar la fe católica de quien la contempla y moverle a practicar la penitencia como medio para expiar los pecados y tener fe en la redención a través de la muerte de Jesús en la cruz. Para conseguirlo representa el dolor de María Magdalena por una vida de pecado a través de la frente arrugada, la boca entreabierta, los labios resecos, los ojos enrojecidos de tanto llorar, la mirada triste y la mano derecha en el pecho. Su fe en la expiación de los pecados se manifiesta inclinando la cabeza y dirigiendo la mirada hacia el crucifijo, símbolo de la redención. La práctica de la penitencia se muestra mediante los pies descalzos, y es el medio para hacerse perdonar.

El uso de colores ocres, pardos y marrones rojizos refuerza la sobriedad de la escultura y la espiritualidad y misticismo que se quiere transmitir al espectador.

Pedro de Mena con Magdalena penitente creó un modelo devocional nuevo, el del arrepentimiento, que desde entonces fue imitado, por ejemplo le sirvió de inspiración a Luis Salvador Carmona en la realización de su Santa María Egipciaca del segundo tercio del siglo XVIII. Esto eleva a Magdalena penitente a obra maestra de la escultura española y barroca.

La fuerza expresiva de Magdalena penitente se concentra en el rostro.


La Magdalena penitente de Pedro de Mena pasó por distintos emplazamientos: la Casa Profesa de la Compañía de Jesús de Madrid de 1664 a 1767, el Oratorio de San Felipe Neri de Madrid hasta 1836, el convento de las Salesas Reales de Madrid hasta 1870, el Museo de la Trinidad hasta 1921 y el Museo del Prado hasta 1933. Desde entonces se encuentra en el Museo Nacional Colegio de San Gregorio de Valladolid.

sábado, 21 de noviembre de 2015

Grito nº 7, de Antonio Saura

Antonio Saura (Huesca, 1930-Cuenca, 1998) inició su carrera de pintor autodidacta en 1947. Sus primeras pinturas fueron de estilo surrealista y se expusieron en Zaragoza en 1950 y en Madrid en 1952. Se trasladó a París en 1954, donde encontró un surrealismo devaluado, que terminó abandonando. En 1957 regresó a España y fundó el grupo El Paso con Canogar, Feito, Francés, Millares, Rivera, Serrano y Suárez, que se disolvió en 1960. Durante estos años inició sus series Crucifixiones, Damas, Sudarios, Retratos imaginarios, de los que destaca la serie Brigitte Bardot, y otras. Desde su regreso a España, y siguiendo a Pollock y De Kooning, su obra es de estilo expresionista abstracto. Se caracteriza por hacer uso de las técnicas del action painting y el dripping, por usar una gama de colores reducida -blanco, gris y negro- y por la fuerza gestual. A estas características se ajusta Grito nº 7, (1959).

Antonio Saura: Grito nº 7, 1959.
Estilo: Expresionismo abstracto.
Técnica: Óleo sobre lienzo.
Temática: Figurativa.
Dimensiones: 195 x 130 cms.
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid, España.


En Grito nº 7 se reconocen las formas antropoides básicas -cabeza, brazos, manos, tronco, piernas y pies-, pero esquematizadas, desfiguradas hasta el desgarro, con el fin de resaltar la fuerza expresiva del grito que está llevando a cabo la figura que ocupa el lienzo.

La expresividad se refuerza de dos maneras: mediante la composición en aspa de la figura que expresa el grito y mediante las técnicas empleadas, el action paintng y el dripping. La pincelada se aplicó con una vehemencia y un vigor al mismo nivel de intensidad que la energía que exhibe la figura en su boca, manos y pies.

La gama de colores se reduce al mínimo. Se utilizaron el blanco, el gris y el negro y en diversas tonalidades. El gris se utilizó para llenar los espacios dejados por el negro y reforzarle en su función de color que estructura la composición.

La pincelada es gruesa con el fin de dar más expresividad a la figura.

Antonio Saura consiguió en Grito nº 7 una simbiosis perfecta entre abstracción y realismo. Las formas humanas se reducen a su estructura básica, pero no desaparecen. Además, supo hacer de Grito nº 7 un símbolo de la frustración y la rebeldía del hombre frente a la desilusión y la falta de expectativas.

sábado, 14 de noviembre de 2015

Lonja de Valencia, de Pere Compte

La Lonja de Valencia se construyó en dos fases: la Sala de Contratación, entre 1482 y 1498, y el Consulado del Mar, entre 1498 y 1548. El arquitecto principal fue Pere Compte. También participaron Juan Ibarra, Joan Corbera y Domingo Urteaga.

Fachada principal de la Lonja de Valencia.


Pere Compte inició las obras de la Lonja de Valencia y dejó marcadas las directrices que siguieron los otros arquitectos desde 1506, año de su muerte. Se inspiró en la Lonja de Palma de Mallorca (1420-1452), de Guillem Sagrera, pero la superó en elegancia.

La Lonja de Valencia está integrada por la Sala de Contratación, la Torre, el Consulado del Mar y el patio de los naranjos.


Planta de la Lonja de Valencia.


La Sala de Contratación es de estilo gótico mediterráneo. Consta de tres naves longitudinales de 35,6 ms. de y cinco transversales de 21,4 ms. La anchura de las naves es de 7,1 ms. El tipo de planta es de salón, dividida en quince espacios cuadrados. Veinticuatro columnas helicoidales de 16 ms. de altura, con collarino pero sin capitel, 8 exentas y 16 embebidas en los muros perimetrales, sostienen una compleja bóveda de crucería de nueve claves por tramo. En las claves están representados los santos patronos de los gremios de Valencia, ángeles músicos, escudos y otros motivos diversos. En un principio la bóveda estuvo pintada de azul con estrellas doradas y las claves en verde, pan de oro y rojo. La puerta de acceso principal es de carácter monumental, bífora y de arcos conopiales entre pináculos. En el parteluz se representa la brujería y en el tímpano la Virgen con el Niño. La puerta está flanqueada por dos ventanales de arco conopial, triforios y con tracería flamígera. Sobre ellas, el escudo del Reino de Valencia. Por último, la Sala de Contratación está rematada por almenas y merlones.

El interior de la Sala de Contratación destaca por sus columnas helicoidales y la bóveda de crucería construidas en piedra calcárea.


La Torre se construyó a la vez que la Sala de Contratación. Es de planta cuadrada y tiene una altura de 26 ms. El piso bajo estaba ocupado por la capilla y los dos superiores hicieron las veces de prisión. Una escalera de caracol recorre el interior de la Torre y comunica sus tres pisos. El restaurador Josep Aixá añadió los merlones entre 1885 y 1902 imitando los del resto de la Lonja. De la Torre hay que destacar la capilla. Se atribuye al arquitecto Juan Guas, Maestro mayor de obras de los Reyes Católicos. Está cubierta con una bóveda de crucería estrellada. En sus ménsulas están representados los cuatro evangelistas. Cuenta con ocho claves que alternan imágenes del escudo de Valencia y ángeles músicos alrededor de la clave central en la que aparece la Virgen de la Misericordia. Desde el exterior la capilla recibe la luz por un ventanal de arco conopial y tracería flamígera.

El Consulado del Mar es de estilo gótico tardío con influencia renacentista. Se construyó adosado al muro de poniente de la Torre. Es de planta rectangular. Consta de tres plantas cubiertas con techos artesonados. En la planta baja se abren ventanas cuadradas. En la planta noble o Sala Dorada los ventanales son rectangulares triforios con tracerías flamígeras y el artesonado, obra de Juan de Poyo, cuenta con 670 piezas de carácter bélico, grotesco, heráldico, musical, quimérico, vegetal y zodiacal. El tercer piso está recorrido por una galería de ventanas de arcos conopiales. El edificio está rematado por una galería de medallones con retratos de reyes, emperadores y dioses, y por almenas y merlones.

La Torre y el Consulado del Mar vistos desde el patio de los naranjos.


Al patio de los naranjos se accede desde la Sala de Contratación. El centro está ocupado por una fuente en forma de estrella de ocho puntas, rodeada de naranjos y cipreses.

Un elemento destacado de la Lonja de Valencia son sus 28 gárgolas (15 en la Sala de Contratación, 7 en el Consulado del Mar y 6 en la Torre) de carácter animalístico, fantástico y humano, que aluden a los vicios y las virtudes.

La Lonja de Valencia se significa como obra magistral por ser la culminación del estilo gótico civil mediterráneo, pero con influencias renacentistas; ser la mejor obra de su arquitecto principal, Pere Compte; y simbolizar la prosperidad comercial de Valencia en el siglo XV.

La Lonja de Valencia fue declarada Monumento Nacional Histórico Artístico en 1931 y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1996.

sábado, 7 de noviembre de 2015

Sánchez Cotán

Juan Sánchez Cotán (Orgaz, 1560-Granada, 1627) se formó como pintor en el taller de Blas de Prado, con quien mantuvo una relación profesional hasta su muerte en 1599. Recibió la influencia de algunos de los pintores que trabajaron en decorar el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, caso de Juan Fernández Navarrete y Luca Cambiasso. Hasta 1603 desarrolló su carrera profesional en la ciudad de Toledo, donde pintó bodegones que le dieron la fama, caso de Bodegón con caza, hortalizas y frutas (1602) y Bodegón con cardo y zanahorias (1600-1603). Ese año ingresó como hermano lego en el monasterio de Nuestra Señora de la Asunción de Granada de la Orden de los Cartujos, donde pintó cuadros religiosos, caso de Aparición de la Virgen del Rosario a los cartujos y La Virgen despertando al Niño.

Bodegón con cardo y zanahorias (1600-1603). Los bodegones de Juan Sánchez Cotán son de una austeridad mística.
  

Las características de la pintura de Juan Sánchez Cotán son las siguientes:
·       Composiciones armoniosas con un sentido geométrico muy depurado, además de austeras y sobrias.
·         Monumentalidad de las figuras representadas.
·         Dibujo preciso que permite representar la naturaleza hasta el mínimo detalle.
·      Tenebrismo, con un contraste acusado entre las zonas de luz y las de sombra, además de usar una luz artificial que muchas veces parece salir de los objetos o de las figuras dibujadas.
·         Reducida gama cromática.
·         Uso de efectos ilusionistas.
·         Temática reducida: bodegones, retratos y cuadros religiosos.
·         Los valores transmitidos son el ascetismo y el misticismo.

Sin ser una característica pictórica sí fue una práctica habitual de Juan Sánchez Cotán dejar sin fechar muchas de sus obras. De muchos cuadros sólo se puede decir que son de antes o después de 1603 por el  testamento que dictó antes de entrar en el monasterio de Nuestra Señora de la Asunción de Granada.

La carrera profesional de Juan Sánchez Cotán pasó por dos etapas:
·         Toledana, hasta 1603.
·         Granadina, de 1603 a 1627.

Durante la etapa toledana (hasta 1603) Juan Sánchez Cotán pintó retratos, cuadros religiosos y bodegones.

Pintar retratos fue la principal ocupación durante esta etapa, pero sólo uno que se sepa con certeza es suyo, La barbuda de Peñaranda (1590), una mujer barbuda y rasgos faciales masculinos.

De entre los cuadros religiosos destaca Cristo y la samaritana del convento de Santo Domingo el Antiguo de Toledo. Otros cuadros religiosos son San Juan Evangelista en Patmos y Niño Jesús con la Cruz.

En Bodegón de caza, hortalizas y fruta (1602) aparece el cardo, una hortaliza que se repite en varios bodegones de Juan Sánchez Cotán.
  

Las mejores obras de la etapa toledana son los bodegones. En ellos Juan Sánchez Cotán consigue imitar la naturaleza hasta reproducirla tal cual en color, textura y volumen. Lo consigue mediante un dibujo preciso hasta el más pequeño detalle. Los elementos que componen el bodegón se sitúan en el interior de una fresquera, lo que permite incorporar un fondo negro sobre el que resalta el objeto pintado, que focaliza la luz. Los objetos representados son las más de las veces frutas, hortalizas y piezas de caza; el más repetido es el cardo dado que era una hortaliza de consumo corriente en aquellos años. La composición sigue siempre el mismo esquema; los elementos se disponen en ángulo desde una de las esquinas del lienzo. Son bodegones que por su austeridad en los elementos que lo componen y en la gama de colores consiguen transmitir sensación de silencio y quietud y excitar la contemplación y el misticismo.

Todos los bodegones fueron pintados entre 1600 y 1603.

En Bodegón con membrillo, repollo, melón y pepino todos los elementos se alejan del fondo negro de manera progresiva; el membrillo y el repollo cuelgan del techo por cordeles blancos; el melón y el pepino se disponen sobre la base de la fresquera. El melón se presenta abierto en el centro de la composición, y su luz blanca deslumbra. Cierran el bodegón una raja de melón y un pepino.

Bodegón con membrillo, repollo, melón y pepino, (1600-1603). Los elementos representados se disponen desde el fondo hacia primer plano y de izquierda a derecha.
  

Bodegón con aves de caza y verduras es una variación del anterior en el que se ha introducido un elemento nuevo, cuatro pájaros.

Bodegón con flores, hortalizas y un cesto de cerezas es una obra singular por cuanto es la única que incluye flores. El elemento central es un cesto de mimbre lleno de cerezas adornado con claveles; en la base de la fresquera hay un manojo de espárragos, un plato de judías verdes y flores, en concreto, alhelíes, azucenas y rosas. El lienzo fue pensado para colocarlo en altura y así apreciar su perspectiva.

Bodegón con flores, hortalizas y cesto de cerezas (1600-1603) es el único bodegón de Juan Sánchez Cotán en el que aparecen flores.
  

Bodegón con cardo y zanahorias es el ejemplo del conocido como bodegón de cuaresma español en el que la austeridad y escasez de elementos es característica radical. Los elementos representados son un cardo, que se apoya formando una línea curva sobre el ángulo recto que forma una de las esquinas de la fresquera, y cuatro zanahorias. El cardo hace las veces de foco de luz.

Bodegón de caza, hortalizas y frutas (1602) es generoso en comestibles si se compara con los otros bodegones. Se cuentan diez pájaros de caza, siete manzanas, tres limones, un cardo, tres zanahorias y dos rábanos; las manzanas, los limones y cuatro pájaros están sujetos al techo de la fresquera por unos cordeles. Se aleja del bodegón de cuaresma.

Juan Sánchez Cotán ingresó en 1603 como hermano lego en el monasterio de Nuestra Señora de la Asunción de Granada dando inicio la etapa granadina (1603-1627). Durante estos años las pinturas son de temática religiosa, inspirada en los Evangelios y en la historia de los cartujos, y sirvieron para decorar el monasterio cartujo de Granada.

Aparición de la Virgen del Rosario a los cartujos (1603). Juan Sánchez Cotán pintó sólo cuadros de temática religiosa tras su ingreso en la Orden de los Cartujos en 1603.
  

Destaca la serie Pasión por su patetismo: Huida a Egipto, en la que la Virgen y el Niño forman una composición piramidal cerrada; Última cena, en la que la disposición de tres apóstoles de espaldas al espectador hace más verosímil la escena; San Pedro y san Pablo por el dominio de la perspectiva dentro de un retablo fingido en grisalla; Visión de san Hugo, con un rompimiento de gloria que separa la escena superior en la que aparecen Jesús de Nazaret, la Virgen María y san Juan Bautista de la inferior en la que se reconoce a san Hugo; Aparición de la Virgen del Rosario a los cartujos, lienzo en el que Juan Sánchez Cotán pudo haberse autorretratado en el monje que aparece en primer plano a la derecha; y Virgen despertando al Niño, una escena íntima, delicada y elegante que tiene lugar en la cocina de una pobre casa castellana de la época, con un menaje escaso de barro y latón, y un fogón y una vela que sirven para iluminar la escena. En las pinturas de la Cartuja de Granada la luz artificial está muy trabajada.

Virgen despertando al Niño (1603) es uno de los lienzos que adornaron el monasterio cartujo de Nuestra Señora de la Asunción de Granada. Hoy se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Granada.
  

Dentro de la etapa granadina hubo un paréntesis de dos años, de 1610 a 1612, en los que Juan Sánchez Cotán se trasladó al monasterio cartujo de Santa María de El Paular. A petición de su sobrino Alonso Sánchez Cotán pintó un retablo para la iglesia de San Pablo de los Montes (Toledo), Muerte de san Bruno y San José con el Niño.

Juan Sánchez Cotán es una de las personalidades más singulares dentro de la pintura española. En tanto que pintor de bodegones es el primer español de quien se conoce bodegones (los de Blas de Prado no se conservan); consiguió que el bodegón dejase de ser un género menor; dotó al bodegón español de personalidad propia, distinguiéndose de sus contemporáneos flamencos, llenos de manjares; e influyó en los de Juan van der Hamen y Zurbarán. En tanto que pintor de obras religiosas las suyas de la Cartuja de Granada influyeron en las de Vicente Carducho para el monasterio de Santa María de El Paular a finales de los años veinte y primeros treinta del siglo XVII.

sábado, 31 de octubre de 2015

Museo Catedralicio y Diocesano de León

El Museo Catedralicio y Diocesano de León se inauguró en 1981. Custodia obras de arte desde la Prehistoria hasta el siglo XX, pero las piezas más importantes abarcan del Románico al Barroco. También son de gran valor las colecciones de códices, orfebrería y vestimentas litúrgicas.

Del Románico destacan las casi cincuenta imágenes de la Virgen Teotokos o Madre de Dios. La Virgen aparece con corona real y una manzana en la mano derecha. También son románicos el Crucifijo de Vallejo, con cuatro clavos, y el Crucifijo de Torrecillo, con bonete en lugar de corona real.

De estilo gótico son las dieciocho tablas pintadas en el siglo XV por Nicolás Francés. Formaban parte del retablo que ocupó el presbiterio de la catedral de Santa María de León hasta el siglo XX. También es del siglo XV el Tríptico de Secarejo en el que la Virgen toma el pulso a Cristo para comprobar si está vivo o muerto.

Se cuentan obras del siglo XVI realizadas por artistas de primer nivel. La obra más conocida es Crucificado, de Juan de Juni. También destacan Aparición de Cristo a Magdalena y Transfiguración del Señor, de Guillermo Doncel, Santa Ana enseñando a leer a la Virgen, de Gaspar Becerra, San Roque, de Juan de Anchieta y Virgen con el Niño, de Torrigiano. El cuadro más valorado es Adoración de los Reyes, de Pedro de Campaña.

Adoración de los Reyes, de Pedro de Campaña es uno de los cuadros más sobresalientes del siglo XVI de los que se conservan en el Museo Catedralicio y Diocesano de León.


De las esculturas del siglo XVII la más sobresaliente es Ecce Homo, de Gregorio Fernández, de marcada expresividad barroca. De las pinturas destaca Viacrucis, de Salvador Maella, de color limpio y pinceladas apenas esbozadas.

De los fondos del siglo XX hay que citar el grabado Las lágrimas de san Pedro, de Vela Zanetti.

El Museo Catedralicio y Diocesano de León cuenta con una rica colección de códices y libros. Hay que citar la Biblia mozárabe (920), de Juan Diácono, el Antífono mozárabe, del siglo X, y el Libro de estampas de la catedral de Santa María de León, del siglo XII.

Entre las piezas de orfebrería sobresalen la Cruz de Villafeliz de Babia, del siglo XV, la Cruz de Suero de Argüello, del siglo XVI, y la Cruz, de Antonio de Vega, del siglo XVIII.

De entre los fondos del Museo Catedralicio y Diocesano de León destaca por singular la colección de vestimentas litúrgicas que donó Saturnino Escudero en 1996.

viernes, 23 de octubre de 2015

San Baudelio de Berlanga

La ermita de San Baudelio de Berlanga (Soria) es de estilo mozárabe. Se la menciona por primera vez en 1136, pero se la fecha a finales del siglo XI. Se construyó sobre los restos de un cenobio del siglo X adscrito a la advocación de san Baudelio, mártir galorromano de Nimes, que vivió en el siglo IV.

San Baudelio de Berlanga presenta un exterior macizo.


La ermita está construida sobre una terraza caliza lo que explica su estructura interior. Está compuesta por ábside y nave principal, dos espacios cuadrados yuxtapuestos de diferente superficie, separados por un arco de herradura de doble arquivolta de estilo califal.

Planta de San Baudelio de Berlanga. A la izquierda el ábside y a la derecha la nave principal.


El ábside se presenta sobreelevado con respecto a la nave principal, es de testero plano y está cubierto por bóveda de cañón al interior y dos aguas al exterior. El ábside acoge el altar mayor.

La nave principal está cubierta con una bóveda esquifada formada por ocho arcos de herradura, que parten de una columna de grueso fuste que se ubica en el centro de la nave. Los arcos apoyan en ménsulas, cuatro en los ángulos de la nave y cuatro en el centro de los muros perimetrales. Tal disposición asemeja una palmera, símbolo de la unión de lo terrenal y lo celestial.

Sobre la columna hay una cámara de pequeño tamaño cubierta por una cúpula nervada.

A los pies de la nave principal se dispone una tribuna, que cuenta con una capilla cuadrada cubierta con bóveda de medio cañón. Los accesos a la tribuna son dos, uno directo desde el exterior y otro desde el interior a través de una escalera con los peldaños insertos en el muro. La tribuna apoya sobre 18 columnas de las que parten arcos de herradura que forman bóvedas escarzanas. En las columnas basa y capitel son un ábaco cúbico. La disposición de las columnas ha creado un espacio compartimentado en cinco naves de tres tramos. Desde este espacio se accede a la ermita excavada en la roca. Al exterior la cubierta de la nave principal es a cuatro aguas.

El centro de la nave principal de San Baudelio de Berlanga está ocupado por una columna palmera de la que salen ocho arcos de herradura que soportan una bóveda esquifada.
Al fondo, la tribuna, que se sostiene sobre 18 columnas.


El exterior es macizo lo que explica que el interior sea oscuro. Los únicos huecos en el muro son la puerta de acceso en el lado noreste de la nave principal, en arco de herradura de doble arquivolta; otra, que da acceso a la tribuna, en herradura de arquivolta única; y un vano en herradura en el muro del ábside.

El material de construcción es el sillarejo de granito. La techumbre es de teja, pero lo fue de sillar hasta 1894.

La ermita de San Baudelio de Berlanga fue declarada Monumento Nacional en 1917. Sus propietarios, un grupo de vecinos de Casillas de Berlanga, vendieron las pinturas que decoraban el interior a Gabriel Derepee, marchante de arte estadounidense, que las arrancó en 1925 para luego trasladarlas y venderlas a diversos museos de EE.UU. En 1949 la ermita fue adquirida por la Fundación Lázaro Galdiano y donada el Estado español.